4. Emergencia

9.6K 740 138
                                    

Me crucé de brazos ansiosa, y me asomé por el marco de la puerta.
Pude ver a Trevor por fin cerrar sus ojos sobre el sofá.

—No hables tan alto que acaba de dormirse —dije perdiendo la paciencia con Isaac —. Ya deja de estar tan alterado, en éste punto no sirve de nada echarse la culpa, porque ya es tarde y nada de lo que digan va a cambiar algo.

Isaac mordió su dedo por quinta vez mientras camina de un lado a otro por toda la habitación.
Lizzie está tendida en nuestra cama sumergida en un profundo sueño, luego de estar unos minutos previos llorando y asustada por oír los gritos de Mailen.
Mientras que Isaac aún sigue preocupado por su amigo, y en los serios problemas que podríamos tener si Mai llega a decirle algo a alguien.

—¿Y si llama a la policía? ¿Y si nos denuncia? Niña, estoy temblando de los nervios —dijo agarrando sus cabellos en un susurro infernal y agobiante. Hacía mucho tiempo que no lo veía tan asustado.

—Chist, tranquilo. Yo confío en ella, sigue siendo nuestra amiga. No sería capaz de hacernos algo así —lo tomé de los hombros —. Por ahora está pasando por un estado de shock, ya se le va a pasar. Además, ¿Qué pruebas puede llegar a tener? —lo tomé de sus mejillas e hice que me mirara a los ojos —. Ninguna, pues porque hicimos que desaparezca cualquier cosa que se nos podría haber hecho en nuestra contra.

—Tienes que intentar hablar con ella —se asomó a echarle un vistazo a Trevor —. Si lo ve a él de seguro lo estrangula, y si me ve a mí...no creo que me quiera dar un abrazo —dijo frunciendo el entrecejo —. Trata aunque sea de llamarle, por favor. Necesito saber que no ha hecho una locura Gabriela, por favor.

Apreté mis labios sin despegar la mirada de sus ojos.
Puedo sentir la desesperación y los gritos sin sonido que salen de esa vista aún encarcelada, por el dolor que alguna vez le tocó ver y sentir como primer espectador.
Conozco esa mirada y también sé lo que cuesta hacer que se vaya, para poder reencontrarse y verse con aquella vieja amiga, la calma.

—Voy a llamarle, tú quédate aquí con Lizzie y trata de relajarte cariño —dije al borde de la lágrima —. Enseguida vuelvo.

Fui hasta el baño y tomé mi celular entre mis manos.
Me quedé unos segundos viendo el nombre del contacto, aún estoy petrificada por la reacción que tuvo hacia nosotros.
No la culpo, ¿quién no mandaría todo a la mierda? Es decir, no cualquier persona se entera que su novio al parecer tuvo una vida pasada oscura, entre asesinatos y demás cosas ilegales.

Su reacción fue la más natural y sensata del mundo, y se la describe en una sola palabra...miedo.

Apreté el botón "llamar" y tan sólo tardó tres tonos para que tomara la llamada.
Sentí el vello de mi nuca erizarse, hasta generar una sacudida en la boca de mi estómago.
No escucho palabras, sólo suspiros cansados de tanto llorar. Puedo sentir que estoy a su lado por lo familiar que se me hace escuchar esas bocanadas de aire. Todos fuimos testigos alguna vez de un llanto que no tenía freno, no tenía una solución, no tenía un consuelo...

Vemos todo negro, como si de la nada ya no supiéramos lo que es el blanco. Nos olvidamos de que hace dos míseros minutos éramos una persona con un mundo a medio construir.
Porque siempre es más fácil pensar en lo malo y hundirnos cada vez más en ello, a que tratar de ver un poco más allá de la oscuridad y encontrarnos con lo que antes, le llamábamos hogar...

Gabi... —dijo apenas articulando con su boca. Su voz sonaba rota, cansada.

Cerré mis ojos —. Mailen, entiendo tu dolor —mordí mis labios sintiendo un total retroceso, recordando el momento en el que yo me encontraba igual, o peor que ella —. También entendería si ya no crees más en mi palabra, y no te culpo. Por el momento no hay nada que pueda calmar lo que sientes, sólo me queda decirte que cuando necesites hablarlo, prometo que te escucharé y que te diré lo que sea que quieras saber.

AHOGADOS © [✔️] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora