Sentimientos

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—No, no iré...

Él joven Minamoto caminaba de un lado a otro, indeciso, por algo que no dejaba en paz su mente. En eso momento lo pensó mucho pero no lo suficiente y aunque quería evitar verse extraño ante Nene y ridículo frente a Hanako había respondido con la opción más obvia y más normal posible.

—Que no, no, no ¡No iré!

Gritó en medio del pasillo captando la atención de los alumnos que por ahí pasaban aunque eso lo tenía sin cuidado tenía mejores cosas en las que pensar. Apretaba con fuerza sus dientes unos contra otros sintiéndose nervioso y al mismo tiempo tan tonto.

—Kou-kun...

—¡Oh senpai! ¿pasa algo?

Le preguntó torpemente a su amiga quien lo había hecho volver a la realidad, lo había sorprendido ya que no se dio cuenta cuando había llegado.

—Es solo que...

—¿Que?

Pregunto confundido ladeando levemente la cabeza hacía la derecha, ella se veía indecisa, debatiendo si decirle o no. Colocó ambas manos sobre su pecho y respiró profundo

—Es solo que has estado inquieto desde hace rato y hablando solo ¿estas bien? ¿te ocurre algo?

Ella se veía realmente preocupada y esa expresión la hacía ver tan linda y adorable lo que provocó que él se sonrojara un poco.

—¡No, no... estoy bien, senpai!... Enserio.

Respondió al momento de salir de aquel pequeño trance en el que la belleza de la chica lo había dejado.

—¿Estas seguro?

—Si, no pasa nada.

Sus labios formaron una amplia y alegre sonrisa, quería que ella no se preocupara pues realmente él estaba bien y aquella sonrisa le había terminado de convencer.

—Me alegro.

Nene sonrió aliviada provocando nuevamente que él se sonrojara.

—Bien, Kou-kun nos veremos después.

—Cuídate senpai.

Así ambos se despidieron para continuar con sus clases, aquella breve plática había ahuyentado los pensamientos iniciales del rubio dejándolo tranquilo por el resto del día.

—Nos vemos.

—Hasta mañana.

Él chico de ojos azules se despedía de sus amigos como ya era su costumbre.

El cielo se había pintando de anaranjado y la brisa se hacía más fresca, anunciaban la llegada de la noche y el final del día escolar.

Sin pensarlo mucho corrió directamente al baño de chicas del edificio abandonado por algo tan simple e importante a la vez... al menos él lo veía de esa manera.

Un molesto y ensordecedor ruido provocado por la fricción entre sus zapatos y el piso de madera anunciaron su llegada eso y el gritó que venía después

—¡Hanako! ¡Deja que senpai...

Observó el lugar varios segundos en silencio, estaba limpió e iluminado por los pocos rayos de luz que aún daba el sol de la tarde.

—¿No están?

Pregunto a la nada, ninguno de los dos estaba ahí, suspira pesadamente, había corrido para nada.

—Hola.

—¡Ha... Hanako!

Gritó sorprendido y al mismo tiempo asustado, por instinto había retrocedido hacía atrás hasta llegar a tocar la pared ¿Por que reaccionaba así? no era la primera vez que el pelinegro aparecía de repente tan cerca de él.

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