fantasma

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Correr en la nieve era una mala idea, Taehyung era consciente de eso, pero ¿le importaba? No, no realmente. No podía importarle lo más mínimo cuando la biblioteca estaba a una hora de cerrar. Y si no llegaba, no iba a poder verlo por mucho tiempo, así que iba a correr a su máxima velocidad aunque el clima del invernal Daegu estuviese dispuesto a matarlo.

La gente volteaba a verlo con ceños fruncidos y más de una señora le gritó que tuviera cuidado. Su mochila rebotaba y sus libros amenazaban con caerse de sus brazos, pero aun así continuó. Sus labios empezaron a temblar por el frío, por lo que se aferró a su abrigo como pudo; sus piernas se estaban congelando más que cualquier otra cosa por la nieve que empezaba a empapar su pantalón, pero ni así decidió detenerse. Probablemente su madre lo regañaría después, pero valdría la pena por cada minuto que pasaría a su lado.

Pronto, pudo ver los característicos árboles que rodeaban a la pequeña biblioteca pública, todos cubiertos de nieve y, por supuesto sin una sola hoja. Se detuvo un momento para poder tranquilizar su respiración, aspirando rápidamente el aire helado, pegando sus libros a su pecho. Después de un minuto sonrió, listo y más que dispuesto a entrar a ese lugar que se había vuelto como su segunda casa.

Abrió la puerta con cuidado, procurando limpiar sus pies en la entrada para no mojar el piso del lugar.

—¿Tan pronto de vuelta, Taehyung? —preguntó una voz cerca de él—. ¿Cuál es tu excusa esta vez?

—Vine a devolver unos libros, Jiwon —respondió, volteando a ver a la mujer, quien lo miraba escéptica—. Pensé que habías dicho que te gustaba que viniera tanto.

—Me gusta sí —la mujer mayor se acercó—. Pero estoy segura de que no vienes por los libros Taehyung-ah.

No se equivocaba. ¿Qué tenían las mujeres mayores de su ciudad, que siempre sabían leer sus intenciones? Lo único que pudo hacer fue cambiar su peso de un pie a otro, intimidado por la mirada inquisitiva que le dirigió, antes de cambiar su semblante. Jiwon lo miró, apretándole una mejilla a la vez que le dedicaba una sonrisa que hacía que las arrugas a los costados de sus ojos se marcaran más. Taehyung le devolvió la sonrisa y estiró sus brazos, entregándole los libros que se había llevado dos días atrás, (y que obviamente no había leído, a decir verdad ni siquiera sabía de qué trataban) sólo para usar eso como excusa para poder volver.

La mujer los tomó con brusquedad, negando con la cabeza, para después alejarse con ellos.

—Espero que por lo menos sea lo mitad de linda de lo que tú eres —murmuró de espaldas a él, sin voltear a verlo.

Taehyung rió por lo bajo, agachando su cabeza. Sí, él es bastante lindo. Pensó, levantando su cabeza, y empezando a caminar por esos pasillos que se había aprendido de memoria en el último mes. Cruzó la sección de niños, que en ese momento estaba repleta de pequeños con chamarras y bufandas, que escuchaban a una mujer que les contaba una historia con entusiasmo. También pasó por una sección llena de cubículos donde varios estudiantes universitarios estudiaban, casi siempre se veían totalmente desesperados; abrió su chamarra, dejando ver su uniforme de preparatoria y agradeció que todavía le quedaban unos meses antes de pasar a ser él el que sufría.

Siguió su camino, recorriendo largos pasillos que contenían todos los géneros literarios imaginables. En verdad amaba ese lugar, y más cuando se asomaba por el ventanal y veía toda esa nieve caer suavemente, dejando a su paso una vista increíble. El clima no parecía estar mejorando, pero para su suerte, aquello significaba que se podría quedar aún más tiempo en la biblioteca. Y así, con una sonrisa, se detuvo en el último pasillo, ese que estaba en el fondo del lugar, en la parte donde los libros de poesía antigua se encontraban.

Fantasma  » kth + jhsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora