POV Kara
¿Maletas? Listas.
Estaba en el aeropuerto. Me encontraba en Londres por trabajo, pero pronto volvería a National City para una boda. Una de las más esperadas. Sería dentro de tres días. Cinco años de noviazgo entre Maggie y Alex, y por fin se casaban. Pensábamos que no pasaría, pero sí, llegó el momento. Seré dama de honor, veré a mi hermana vestida de blanco y escucharé cuando responda con un sí, mirando directamente a los ojos a la mujer que tanto ama. Ya quiero que llegue el día de la boda, estoy muy emocionada.
Miré una de las pantallas informativas, estaba comprobando la puerta que debería tomar para subir al avión. Cogí mis cosas y me dirigí a la puerta C33. Caminé con prisa, quería llegar cuanto antes a la ciudad. No quería perderme nada acerca de la boda. Pero casi llegando a la puerta tropecé con alguien. Cuando alcé la vista, la vi. ¿Creen en el amor a primera vista? Porque fue justo eso lo que experimenté en ese momento.
—Lo siento— la escuché decir.
Me desarmó con solo mirarla. Su mirada me sedujo, juro que su voz me enamoró y tan solo fueron dos palabras. Pero ella simplemente se fue y yo no hice nada, ni dije nada. Me quedé como tonta, viendo cómo se iba. No corrí tras ella para preguntarle su nombre, solo la observé alejarse, apreciando cómo sus largas piernas hacían que sus caderas se contonearan y cómo una constelación de lunares adornaba sus hombros. Su cabello azabache volaba con la brisa, todo parecía un sueño. Y la quería solo para mí.
Sentí mi saliva resbalar por mi boca y caí en cuenta de que se me había escapado. Se había ido, sin dejar ninguna huella o pista de hacia dónde se dirigía.
¿A dónde fue? Quiero buscarla.
Mientras pensaba, no me había percatado de que seguía tirada en el suelo. Con razón las miradas raras. Me levanté y con decepción caminé de vuelta a la puerta. Sin dejar de mirar a mi alrededor por si la veía aparecer entre la multitud. Entregué mis documentos para confirmar que fuera el vuelo correcto, entré y me senté a pensar en ella. Cuando el avión aterrizó, fui directo a la casa de mi madre. Todos mis amigos estaban allí: Alex, Maggie, Winn, James, Mike, Imra y Nia.
—¡Kara! — todos gritaron apenas entré a la casa.
—Los he extrañado tanto— dije y nos dimos un abrazo grupal.
—¡Alex! — me acerqué y la abracé. —¡Te vas a casar! — exclamé y me entraron las ganas de llorar.
—No empieces llorona — Alex rio.
—Lo siento— respondí y rápido limpié las pocas lágrimas que habían caído, pero eran de felicidad.
—Chicos, ya llegó la comida— gritó mi madre con varias cajas de pizza en mano.
La cena pasó entre risas y recuerdos. Hace tiempo que no pasaba tiempo con ellos y le agradezco a mi madre por haberlos invitado.
—Dinos Kara... ¿ya conseguiste novia? — interrumpió Mike y todos fijaron su mirada en mí.
—No, aún no— siempre que sacaban el tema me sentía incómoda. O sea, era literalmente la única soltera en la habitación. Si Winn tenía novia, ¿por qué yo no? Recordé a la chica con la que tropecé en el aeropuerto. Ella en realidad me cautivó.
—Apenas llegó, muchachos. Déjenla respirar— comentó mi madre mientras recogía las latas de cerveza que se encontraban dispersas por la sala y todos rieron.
—Bueno será mejor que nos vayamos. Mañana es la despedida de soltera y me huele a ebriedad— dijo Winn estirándose.
—Mejor dicho, te huele a estupidez— esta vez habló Nia.