Conocí a Mauricio en el colegio, nunca me agradó por su actitud de galán y su manera descarada como nos tocaba las nalgas a todas las chicas con todo descaro, sin autorización alguna.
Recuerdo que se hacía en las escaleras para vernos por debajo de las faldas, como pasaba por un lado nuestro y nos levantaba las faldas dejándonos en vergüenza ante los demás compañeros e incluso corrió el rumor que entraba con varias chicas a los baños para manosearlas descaradamente, pensé que era un chico sin futuro, por eso me sorprendí al verlo trabajar en el banco donde tenía mis ahorros.
Me reconoció al entrar y me saludo con mucha familiaridad invitándome a su oficina, se había convertido en un hombre muy amable con una encantadora sonrisa que por poco me hace olvidar aquel adolescente atrevido que me dejaba las nalgas ardiendo, quedamos de salir en la noche por lo que prepare el escenario en mi apartamento, dejando las cuerdas rojas preparadas amarradas en las patas de la cama, con las esposas en su punta, deseaba crear una atmósfera erótica que encontrara en el momento de entrar.
Prepare mi vestido rojo, mis botas negras hasta la rodilla y me dispuse a esperarlo.
Me sentí como un matador al vestir su traje de luces, mire al espejo y pude ver la forma de mis nalgas que se resaltan sobre la corta falda roja de mi vestido pegado al cuerpo.
Mis botas negras altas completaron el conjunto ofreciendo un aspecto fuerte y dándome la seguridad de caminar con paso firme y decidido mientras caminaba hacia él, quien parado en su auto, me esperaba impaciente, lo abrace y bese en la mejilla, muy cerca a sus labios, lo suficiente para poder sentir su respiración, su sonrisa de medio lado me indicó que había logrado mi cometido y podía tener la atención de este hombre; abrió la puerta para dejarme pasar y caminó delante del auto donde pude ver su cuerpo bien formado y maduro, muy diferente al niño que conocí en el colegio.
Comimos y nos divertimos mucho, me sedujo con su comportamiento educado y su manera cordial de tratarme, después de algunos cortos besos me invitó a otro lugar, yo ofrecí mi apartamento teniendo en mente la sesión que tenía preparada.
Al ingresar al edificio tomé las escaleras delante suyo, quise subir por lo menos un piso antes de solicitar el ascensor por que quería ver su comportamiento; la intuición no me falló y el viejo Mauricio se dejó ver al mandarme la mano a las nalgas levantándome un poco la falda.
Respondí con una sonrisa al momento que solicitaba el ascensor y me acerque a sus labios mientras él me tomaba por la espalda y me acercaba a su cuerpo, agacho la cabeza para besarme pero yo me alejé dejándolo lo suficientemente cerca para sentir su aliento sobre mi rostro, el cual se iluminó al pensar en mi dominio sobre el y sus sensaciones, tomó mi cabeza para acercarme a él, pero yo me alejé al sentir la puerta del ascensor abrirse, llamé su atención con el contoneo mis caderas y levanté un poco mi falda a su vista solo para tentarlo.
una vez entramos al ascensor me acerqué, tomé su boca como lo hacía Giovanni, mordiendo sus labios al final y halandolos hacia mi, un ¡ouch! me avisó que estaba sintiendo dolor y me alejé.
Mauricio, no te debes quejar por eso, no aguantarías lo que pienso.
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Mi primera vez
Short StoryEl juego de dominación se aprende, en esta historia conocerás mi primer intento.