capitulo único.

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Bakugō estaba sentado en la misma cafetería donde había compartido tantos adorables momentos junto a Momo, dónde se habían conocido por primera vez, dónde habían dado su primer beso, dónde le había pedido que fuese su novia, dónde fue la última vez que se vieron. Cuando Momo se fue, le dejó en la mano excusas tontas, sin sentido, pero haciéndole la promesa de que volvería, cosa que creyó.

Habían pasado 6 meses, y ni siquiera había un rastro de Momo por la ciudad, el cada día iba a esa cafetería a ordenar algo, sentado al lado de la ventana, observando a las parejas pasar mientras lastimaba su propio corazón.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y era verdad, el aún no la perdía, ni una pizca.

Te juro que a nadie le he dicho que tenemos el récord del mundo en querernos.

Momo había sido su primer amor, y tal vez el último. Sí, había considerado la posibilidad de salir con otras chicas, y lo había hecho, pero ninguna era como Momo. Ni Ashido, ni Uraraka, ni Tsuyu. ¿Eran encantadoras? Sin duda, pero no eran su tipo. Simplemente sentía que las usaba para olvidar a Momo, y no quería dañarlas.

Ahora mismo solo podía pensar en ella, llegando, pidiéndole perdón, abrazándolo y prometiendole que nunca se iría de nuevo.

Por eso esperaba, con la carita empapada.

Llegando con Mil rosas, con mil rosas para el. Aunque sea algo idiota, aunque sea tonto. Realmente lo esperaba.

Que llegaras con rosas, con mil rosas para mí.
Que no importa si es muy tonto, soy así.

El ver a las personas pasar por allí no era su pasatiempo preferido, pero bueno, solo le quedaba esperar ver a una tonta y muy bonita chica con una típica cola de caballo.

Y aún me parece mentira que se escape mi vida, imaginando que vuelves...

Esto era inútil. Ella no volvería, es más, debía estar en una relación con otra persona ya. Que idiota pensar que aún lo quería.

...A pasarte por aquí

Entonces, ¿Por qué no se podía mover de ahí, por qué seguía esperandola?

Dónde los viernes, cada tarde como siempre.

—¡Bakugō-San!— oyó una voz a lo lejos, volteando y encontrándose con una alta figura femenina, pelinegra y con el cabello desatado. Que corría donde el con un ramo de rosas. —¡Lo lamento por hacerlo esperar, Bakugō-San!—

La esperanza dice quieto, hoy quizás si.


Por eso esperaba, con la carita empapada...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora