Moondust

718 78 11
                                    

Fic dedicado a la hermosísima y talentosa LorMurkami ♡ por tu cumpleaños. Es el primero que me toca celebrarte, y por todo lo que tu has hecho por mi, esto era lo menos que yo podía darte el día de hoy ♡

...•••...

Tsukishima suspiró, la incomodidad era visible en su rostro. La forma en que apretaba los labios y suprimía con todas sus fuerzas las ganas de poner los ojos en blanco, debido a cada comentario cordialmente despectivo que tenía que soportar por causa a su condición, era demasiado forzado. En momentos como este, se sorprendía de sí mismo por no sucumbir ante las ganas de decirles dónde se podían meter sus patéticos intentos por manejar su vida.

A seis meses de cumplir los veintiún años y ser un adulto en toda la extensión de la palabra, estaba por decidir uno de los movimientos más importantes del juego de ajedrez que era su vida; esa vida que al parecer había pasado a ser pública y nada privada desde que su naturaleza de omega se había tenido que dar a conocer en una misiva oficial dirigida a su pueblo, después del incidente causado por uno de sus periodos de celo hace al menos dos años. Kei a veces creía, o mejor dicho, estaba seguro de que cada miembro de la corte tendría a alguien vigilando sus ausencias y malestares, llevando un calendario de sus periodos de celo, e incluso anticipándolos antes de que el rubio sintiera uno de los síntomas familiares.

La mera idea lo asqueaba, pero desde que su condición fue revelada, era bien sabido por todo reino, tanto vecino como lejano, que antes de que el mismo rey se diera cuenta, habría que buscarle un esposo digno para engendrar un heredero al que pasar la corona.

Y ahí estaban.

Un suspiro de frustración se le escapó de los labios, sin embargo, después de eso ya no se molestó en ocultar su fastidio ante el tema. Algunos miembros del parlamento lo miraron, unos con temor y otros (los más viejos) con desaprobación. No obstante, ninguno se atrevió a preguntarle su opinión al respecto, y Kei tampoco intentó contradecirlos; el rubio era honesto consigo mismo y sabía mejor que nadie cómo había perdido esa batalla tiempo atrás.

Al menos ahora, entre las pomposas y patéticas opciones que le daban, podría elegir conocer a algunos de los candidatos, en lugar de tener que casarse con un total desconocido que hayan elegido para él. No era lo ideal, pero sinceramente nada en la vida de un rey lo era. Mucho menos en la de un omega.

Al final de la reunión los candidatos se cerraron a cinco, y Kei realmente agradeció que hubieran dejado al segundo príncipe de Shiratorizawa fuera de las opciones. Ese pelirrojo y él ya habían demostrado ser menos que compatibles en encuentros previos, aunque tristemente no podía decir lo mismo sobre Ushijima, el primer príncipe y heredero al trono de esa nación. Sin embargo, gracias a que el otro ya tenía un trono que heredar, también había quedado como una difícil elección, ya que él mismo debía buscar una compañera que no cargara con un reino a sus espaldas. Eso fue un punto para Kei y el reino del que era soberano.

Aun así, sus pretendientes (u opciones, como él les decía en su mente) no le entusiasmaban en lo absoluto. Kei era un rey en todo derecho, por herencia, legado y mandato divino. Tenía más sangre real en sus venas que algunos actuales bastardos en el poder, pero nada de eso fue suficiente, puesto que en su cuerpo también corrían los genes de un omega. Honestamente, el rubio tenía que rodar los ojos cada vez que alguien le recordaba su condición, como sí eso lo hiciera menos capaz de liderar a una nación que de hecho, iba en creciente cambio y camino hacia la prosperidad.

Pero desde pequeño había aprendido que esas bocas no se cerraban con más palabras; hechos era lo único que esos ancianos escuchaban, y si tenía que casarse y seguir gobernando su nación con un príncipe consorte a su lado, y con suerte nunca engendrar ningún hijo, que así fuera.


...•••...


Kageyama Tobio. Tercer príncipe de Karasuno.
Bokuto Kotaro. Duque de Fukurodani.
Kuroo Tetsuro. Segundo príncipe de Nekoma.
Suguru Daisho. Tercer hijo del emperador en el ortodoxo Nohebi.
Y Atsumu Miya, que aunque era el gemelo mayor, su hermano Osamu era quien había heredado del trono.

Todos ellos alfas, de sangre real. Unos con más opciones de ascender a una corona si alguien frente a ellos fallaba. Todos eran una buena opción para desposar a Tsukishima Kei y ser el consorte (y posible rey) del rubio al poder de su propia nación.

Kei tuvo que escribir y firmar con su puño y letra cada una de las cinco invitaciones que envió, pero fue aquí donde la suerte finalmente jugó un poco a su favor.

Suguru Daisho, de la lejana tierra de Nohebi donde la monarquía era a través de un mandato imperial, rechazó la oferta sin miramientos, pues lidiaba con sus propias ardides y sabía que sin necesidad de desposar a ese omega, tarde o temprano el reino de su padre terminaría en sus manos. Solo necesitaba ser paciente, así que caer en las garras del rubio, definitivamente no era uno de los pasos que iba a dar.

Kageyama, por otro lado, lidiaba su propia guerra interna por querer desposar a alguien que no pertenecía a la realeza, y hasta donde los cotilleos de la corte sabían, ya había amenazado con abdicar a su posición de príncipe, con tal de contraer matrimonio con todas las de la ley, terco por tener a ese pequeño pelinaranja del que se había enamorado.

Así que solo tres candidatos quedaron. Y las apuestas comenzaron.

“5 Souz a que se casa con el duque. He escuchado que es un semental encantador que ha conquistado a todas las damas en Fukurodani. Es posible que sea el único que logre quedarse con el corazón del rey o… ya sabes, lo que hay entre sus…”

“¡No hables así de su majestad! Además, sabemos que no caería ante algo tan simple como un casanova. Lo físico se acaba, pero he escuchado que el príncipe de Nekoma es inteligente, apto en las artes, los idiomas, e incluso comprometido con las ciencias. Una persona inteligente se lleva mejor con otra, así que mi apuesta va para él.”

“Ustedes hablan como si supieran lo que dicen. El rey no elegirá por quien le gusta más o quien le abre las piernas. No busca amor, así que se quedará con quien más beneficios le traiga. Apuesto 10 Souz al príncipe Atsumu; él y su hermano tienen un país en el nuevo continente, uno donde hay mucho oro, y ese oro acabará en nuestro país si su majestad elige con la cabeza… de arriba.”

Nada se podía hacer para detener las habladurías, el próximo matrimonio del rey omega estaba en boca de todos, y así como había quienes lo defendían, también existían aquellos retrogradas antiomegas que de zorra no lo bajaban. Kei, a quien esas cosas no podían impórtale menos, tampoco tuvo el tiempo de intentar cambiar la opinión de las personas, porque tres días después de enviar las invitaciones, el primero de sus pretendientes llegó.

Cargado de oro y bastos regalos se presentó ante la corte de Tsukishima; el bien parecido príncipe Atsumu, quien agradeció la invitación, e hizo alarde de sus más finos modales durante los dos días que él y Kei compartieron la mesa, obligaciones reales y el entretenimiento de una noche en el teatro. Ambos admitían que no se llevaban mal, pero lo cierto era que ninguno estaba seguro de si aquello era lo correcto. La duda estaba presenta cada vez que cruzaban miradas, y el rubio se preguntaba si esto era lo mejor que iba a obtener para el resto de su vida.

Kei no buscaba amor. Joder, no era estúpido. Sabía que ese sentimiento era lo último que un rey se podía permitir. El deber era primero, y conforme sus charlas con Atsumu se volvían más personales, el rubio supo que no sentiría amor por él ni ahora ni nunca, sin importar la posición, el dinero o el encanto que el príncipe tuviera. Lo que si le sorprendió fue encontrarse a sí mismo melancólico por ello… pero dos días le bastaron para entender que simplemente no podría casarse con alguien a quien simplemente tolerara. Con alguien como Atsumu Miya y su mucho dinero.

Al siguiente día se mostró indispuesto, cansado de toda la farsa y sin ganas de continuar con eso. Realmente no tenía humor para ver a nadie, así que sus aposentos se mantuvieron tranquilos y solo la servidumbre indispensable pudo entrar. Akiteru intentó hablar con él y recordarle su deber, pero como el hermano amoroso que era, en el fondo también intentaba encontrar alguna solución para quitar el deber que reposaba sobre los hombros de Kei.

Tal vez, hace tiempo cuando las discusiones sobre el tema del matrimonio se tuvieron, no pelearon tanto como debían o no usaron los argumentos adecuados. Quizá, si volvían a intentar y encontraban otra solución, algo que no llevara matrimonio de por medio… pero todo era inútil. Las tradiciones eran eso. Tradiciones que ningún rey se había atrevido a cambiar porque a la larga traían beneficios para la mayoría.

Además, la familia real ya había exprimido toda su suerte ante el parlamento al permitir que, un omega mantuviera la corona sobre su cabeza. Presionar nuevamente sobre el matrimonio o la falta de éste, podría reabrir una guerra cuya tregua se tardó mucho en pactar…

Para cuando Kei se levantó, resignado, era bien entrada la madrugada. Pero simplemente no podía permanecer más en cama fingiendo estar enfermo. Él también tenía un límite, y si bien su personalidad era tranquila y desinteresada en muchos temas que no fueran los de su gobierno, no quería volver a sentir como perdía las riendas de su vida.

Aún no había conocido a Kuroo y Bokuto, así que sus esperanzas de sentir algo más que aburrimiento por el resto de su vida, todavía no estaban totalmente enterradas. Además, ambos tendrían que llegar al día siguiente —o mejor dicho, ese mismo día, pero a una hora decente—, y solo contarían con un día para socializar y conocerse, ya que el calor que sentía, las palpitaciones y la familiar sensación de querer a alguien cerca no eran más que patéticas señales de que su celo estaba cerca.

Odiaba pensar (y admitir) que todo el espectáculo de los pretendientes y los momentos en que se conocían, habían sido cuidadosamente planeados para tener lugar poco antes de su primer celo; como si quisieran hacerles ver que era un omega en pleno apogeo, asegurarles que él era capaz de…

El estómago se le revolvió ante el simple pensamiento, así que calló sus pensamientos y descalzo, salió en dirección a las cocinas del castillo. Iba a comer un pastel de fresa y, pobre de aquel que osara ponerse en su camino, pues realmente no estaba de humor para lidiar con nada ni nadie.

‘Manaña me haré responsable de mis acciones. Mañana’ se decía una y otra vez, intentando convencerse de aceptar de una vez por todas el destino que se le impuso desde que era un bebé. Sin embargo, sus pensamientos se vieron interrumpidos por las suaves notas de un piano que se escuchaban más altas conforme avanzaba sobre los fríos mosaicos del pasillo.

Cuando fue indudable que se trataba de una canción, no pudo más que detenerse un poco para escuchar. Curioso llevó la mirada a la enorme ventana a su izquierda, e ignorando la hermosa vista de los jardines reales a la luz de la luna y algunas lámparas de gas, intentó adivinar la hora. Posiblemente eran las dos de la mañana, a parte de unos cuantos guardias, nadie más debería estar despierto.

No supo el porqué, pero el corazón se le aceleró conforme continuaba acercándose. El sonido de sus pasos quedó oculto por la música que provenía de una de las salitas de estar, la que estaba más cercana al salón de banquetes, y ya que se trataba de su hogar, Tsukishima entró sin anunciarse o darle tiempo al otro de recibirlo como se debe.

La música no se detuvo, continuó sonando aun si el misterioso intérprete erró una nota por la sorpresa de ya no estar solo, pero no se levantó ni interrumpió la hermosa melodía para inclinarse ante el rubio como el protocolo lo mandaba. Siguió sentado, moviendo sus dedos con maestría sobre el piano que Kei aprendió a tocar desde que era niño, y fue gracias a eso que Tsukishima sintió como si el tiempo se detuviera por unos segundos. Aún en silencio y sintiendo que se trataba de un sueño, examinó a su inquilino. Su cabello negro y despeinado invitaba a enredar los dedos en él, su piel parecía suave y el rubio quiso estirar su mano para comprobar cuánto. Y no tenía en lo absoluto el cuerpo de un músico; los músculos que se adivinaban bajo la tela de su ropa negra sugerían que se trataba de un caballero.

Tal vez se le detuvo el corazón, o tal vez se le aceleró. Lo que haya sido, eso que sintió en el pecho no era normal. Posiblemente no era algo que hubiera experimentado con anterioridad. Estaba clavado en su lugar mientras sentía como cada célula de su cuerpo luchaba por acercarse a quien tocaba el piano…

‘Es porque eres un patético omega en celo’ se dijo a sí mismo, tragando en seco y dando un nuevo paso hacia el moreno que le miraba sin detener la música. Éste le sonrió al verle acercarse y aquello fue como la ráfaga de aire fresco que el rubio necesitó para despertar. Tragó en seco antes de retroceder lo que había avanzado, y fue entonces que Kuroo finalmente detuvo la música que las noches de insomnio le invitaban a tocar.

“Su majestad”. Le saludó finalmente, levantándose del banquillo frente al piano para hacer una reverencia que dejaba mucho que desear. “Perdone mis modales, pero una pieza así no puede ser interrumpida”. Le explicó a pesar de que al final, la dulce melodía sufrió aquel destino.

Kei recordó que más allá de ser un omega cuyas hormonas ahora mismo estaban en una lucha, era un rey, así que juntó toda la dignidad que pudo e inclinó la cabeza ligeramente como respuesta ante la acción de Kuroo. Omitió la parte en la que el otro le besaba la mano, una ventaja que podía darse como rey, aun si su invitado ya estaba esperándolo para hacerlo.

“Es tarde” murmuró con la poca voz firme que logró reunir, y aunque moría por tomar una profunda bocanada de aire, respiró lo menos que pudo, porque el suave olor que Kuroo desprendía y con el que poco a poco había llenado la habitación amenazaba con derrumbar la poca cordura que sentía tener.

Una sonrisa traviesa se formó en los labios del alfa después de que los relamió lentamente, y es que él también podía sentir como el dulce aroma del rubio se colaba cada vez más cerca del piano. Las pupilas se le dilataron involuntariamente ante el delicioso aroma a fresa, nada demasiado dulce, pero imposible de ignorar.

“Es mi culpa, no me di cuenta de la hora desde que comencé a tocar. Mi amigo y yo llegamos ayer en la noche y…” Kei lo silenció con la mano.

“Es tarde” repitió, aun si ahora sabía que se dirigía a uno de sus pretendientes. Realmente no podía pensar eso ahora mismo. “Mañana se aclarará el asunto con el protocolo correspondiente.”
“Los rumores sobre la sabiduría de su majestad son ciertos. No le quito más tiempo entonces” esta vez el pelinegro se dirigió a la salida también, y al llegar junto al rubio que se quedó plantado en su lugar, se inclinó una vez más y tomó su mano para plantar un cálido beso sobre la pálida y fría piel. “Buenas noches” y con la elegancia de un gato, se marchó.

A Kei le costó reaccionar. La piel le hormigueaba ahí donde el mayor había tocado, y casi sentía como si quemara en donde sus labios habían rozado cual tierna caricia. Finalmente tomó aire y sintió ganas de perseguir su aroma, hacerlo volver, darle cualquier excusa con tal de… No. Maldición, no.

Sacudió la cabeza con suavidad y soltó una risa sarcástica, se estaba burlando de sí mismo porque justo cuando había estado por llamarle se dio cuenta de algo importante…

No había preguntado su nombre, o mejor dicho, no le había dejado presentarse. Así que realmente no sabía si ese gato seductor era Bokuto Kotaro o Kuroo Tetsuro. Tendría que esperar para averiguarlo.

...•••...

Fin del capitulo 1. Tengo planeado un fic de 3 capítulos, aunque Mur-Mur merece mil al menos ;;

Mi bella LorMurkami ¿qué te puedo decir? Tu amistad me.llego cuando más necesitaba a alguien que escuchara lo que estaba pasando y me dijera lo que tenía que escuchar, no lo que quería. Lo más lindo de todo es que siempre me has dicho las cosas de una forma tan dulce, que ni siquiera puedo molestarme o hacer berrinche si no es lo que yo quiero. Eres una persona muy sabia, inteligente y empática. Quisiera seguir aprendiendo más de esas virtudes que tienes, con el paso del tiempo. Conocerte de verdad que ha sido un regalo, ojalá sea por muchísimo tiempo más ♡

Un feliz cumpleaños no alcanza para todas las cosas bonitas que quiero desearte, pero ¡Feliz cumpleaños! Espero que la hayas pasado increíble. Este fic te pertenece como mi regalo para ti, y pronto estará completo lo prometo ♡

Escribirlo fue toda una experiencia. Comenzando porque al abrir la computadora y escribir la segunda palabra ¡me di cuenta que el teclado estaba en Inglés! Dije "Oh my... esto no va a detenerme." Pero resulta que no sabes cuanto usas la 'ñ' hasta que la pierdes y eso me paso aquí. Fue tanto frustrante como divertido, ahora me da risa pero en el momento escribir todo un capítulo así acababa con mis nervios por el auto corrector en Inglés marcandome todas las palabras. Pero igual, no es una queja, me acostunbrare porque ahora que volví a empezar a escribir no quiero parar ♡

Espero te guste. Te mando mucho amor.

Y finalmente para acabar estas notar enormes. Mil gracias a AlyZakki por betear esto en un tiempo récord. Cariño, no se como en estos 4 años no me has mandado por un tubo gracias a mi mala costumbre de mandarte los borradores unas horas antes de la entrega ♡ te debo un froyo.

A quienes se hayan detenido a leer este fic, espero les haya gustado este primer capítulo ♡ no duden en hacérmelo saber. Nos leemos ♡

By: A. Lala S. Stark.

ғorelѕĸeтDonde viven las historias. Descúbrelo ahora