Insania Nocturna III

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Insania nocturna III

Esta temporada fue algo fría, aún no he decidido obedecer a esa alarma, ya que no logro discernir entre mis sueños y la realidad, no sé si despierto a mis sueños o duermo en la realidad; hay matices que me muestran lo que es importante, pero ya va amanecer y la luna se perdió en el horizonte, llega tarde el texto, se que Musa recibía textos en luna llena, y ahora, estoy tan cansado, y no se si podría signar esta noche. El invierno está por concluir y aún falta por decidir que haré con la vestimenta que aguarda en el ropero. Tu cuerpo me calentó todo el invierno, aunque el amor no estuvo aquí en mis brazos, anqué no vivas conmigo, linda filósofa.

Deberías pasar una temporada en casa, sabes que aquí es tu morada, y las penas quedan fuera, con té después de la comida, humo y abrazos, viajes astrales y verdad infinita. Sé que  has tenido problemas, ayer llamaste al Dios, volteando al cielo buscando consuelo. No estuve en casa estos días, dejaste un mensaje de voz, no logre escuchar lo que decías, solo mal entendí algunos alaridos homicidas, confió en que estas bien, y que nada malo te haya pasado, como aquel día fatídico en que te golpearon de cuerpo y alma.

Muchas cosas pasan detrás de esa colina, pero no se puede saber todo, he aprendido algunos trucos nuevos, y he visto más allá de lo que mis mortales ojos pudiesen alcanzar. He subido por esa vereda hasta la cima, y después volví a bajar a la llanura, a beber algo de agua, pues el camino aun es largo, y quedan muchas cosas por terminar.
Más de diez mil días he pasado en estas tierras, y aun no he aprendido todo lo necesario; aun me quedan muchas palabras por escribir, y miles de días más por vivir. Nunca acabo de empezar el prólogo de mi libro. Por el momento te escribo sin métrica, sin reglas, sin nada mas de por medio que mi jodida euforia por dejar huella en esta tierra.

Hoy no te llame, pues no querría incomodar con mi enajenación, ésta noche solo he convocado a esos entes que me acompañan siempre en mi insania. Y hemos vagado tras la causal de unas cervezas, viajando en charlas interminables que nos transportan a ningún lado, y recuerdos de amores lejanos que nos elevan al cielo son boleto pagado. Y que tras un par de horas nos regresan al infierno que nos rodea todos los días.
Recibí una carta de mi terapeuta, no encontró una tratamiento adecuado para mí, incluso me ha desclasificado de su expediente. Pues mi locura es innata, y es peligrosamente contagiosa, será por eso que solo espíritus me siguen a diario, la mortandad de la concurrencia no entendería lo que soy. Y han huido alejándose de mí, como tú, mi querida compañera, como tú.

Mi cuerpo no me obedece, mis manos tienen juicio propio y es por ellas que logro formar una que otra frase, mis pies siguen el camino que creen correcto, y mi boca ha preferido quedarse en silencio para no tener que pedir disculpas por decir las cosas como son en realidad, ya que no importa lo que se diga, si no lo que realmente sucede. Pero nada es tan importante…
El despertador diariamente interrumpe algo maravilloso, detesto tener que trabajar por comprar algo que no tiene precio. Y algo que es invaluable se le cuelga un letrero para el mejor postor, que mierda es lo que pasa con todo esto. Si el traje fino que está en la habitación es una llave para el frio éxito que despoja felicidad a todos lados. Y las flores de la pradera son pisoteadas por cerdos sin sentimientos, que solo esperan donde poder arrancar un trozo de carne.
Ve toda la retahíla mi Musa, entiendes que afuera no puedo con todos, pero en mi fortaleza derroto a demonios de otras vidas, dime con sinceridad si no deseas estar a mi lado esta noche. Mis letras le harán el amor hasta el amanecer, y usted, grande mujer, hará todas mis letras, hasta terminar esta vida, disculpa si cuando te veo te hago el amor con la mirada, sé que es una locura, pero mi amor, es que tú eres mi locura.

Syd Masteroz

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