Capítulo 1.

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Isabella

Un mes después.

Me desperté y directamente fui hacia el living. Me senté en el sillón y miré un punto fijo por varios segundos. Miré la hora, las nueve de la mañana.

No podía seguir atrasando esto.

Finalmente agarré la cartera que había dejado ahí la noche anterior y me dirigí al baño.

Sin ganas, agarré lo que tanto me costó comprar. Un test de embarazo.

Nunca fui muy regular con mi período, de hecho ya tuve atrasos pero el ginecólogo me dijo que era algo hormonal y normal, pero esta vez se me atrasó más que las otras veces, y me preocupaba.

Nadie sabía de esto, solo yo.

Leí las instrucciones y una vez que entendí todo, hice lo que tenía que hacer.

Terminé y salí del baño casi corriendo. Era una mezcla de nerviosismo, ansiedad y curiosidad. 

Sabía que en tres minutos el resultado ya estaba pero cómo no me animaba a ver tan rápido y quería estirar esto lo más posible, puse una alarma para dentro de diez minutos.

Durante ese corto tiempo me dediqué a hacer la cama y a ordenar algunas cosas que tenía amontonadas en una silla.

Escuché que sonó mi celular y sabía que era la alarma así que fui a apagarla.

Volví al baño, cerré la puerta y me acerqué hacia dónde estaba el test, el cual se encontraba boca abajo porque así lo había dejado, por si este momento necesitaba más misterio.

Lo di vuelta y me quedé dura porque había dos rayitas bien marcadas, y hasta lo que yo sé, significa positivo.

No conforme con eso, agarré mi cartera y me hice otro, sí, había comprado dos.

Esta vez no la hice tan larga. Pasaron los tres minutos y me fijé enseguida. Positivo.

-No me puede pasar esto a mi-hice la cabeza para atrás, buscando una respuesta.

Hace una semana acepté la oferta que me habían hecho en la agencia, que era irme a trabajar a Milán, lo que conllevaba a que me vaya a vivir ahí. Dije que si porque me venía bárbaro cambiar un poco de aire, pero no me esperaba para nada esta sorpresa.

Es cómo si la vida o el destino, no sé, no quisiera que haga mi vida sin Paulo, porque perdón si aclaro lo obvio, pero el bebé es de Paulo.

[...]

Confiaba en los test pero quería estar más segura porque no caía así que le mandé un mensaje a mi ginecólogo, que es de Argentina pero vive en Turín, y le pregunté si podía ir, me contestó que si.

Manejé hasta el consultorio que me quedaba a diez minutos. 

Llegué y la recepcionista me dejó pasar enseguida.

-Isabella-me saludó y me dejó pasar. -Cómo andas?-cerró la puerta.

-Mal, no sé-contesté.

Me miró curioso. -Qué te trae por acá?

-Esto-abrí mi cartera y dejé el test sobre el escritorio.

-Positivo-lo agarró para mirarlo y lo dejó dónde estaba. -Desabrochate el pantalón y anda a la camilla que te voy a hacer una ecografía

Hice lo que me pidió y una vez que me acosté, me levanté un poco la remera y aplicó un gel bastante frío en mi abdomen.

-Vamos a ver cómo está todo-empezó a mover el ecógrafo. -Está todo perfecto-me miró y volvió la vista a la pantalla.

Murmuré para que sepa que lo estoy escuchando, aunque estoy más pendiente de las imágenes y no entiendo nada.

-Ves eso?-señaló una manchita.

Asentí. 

-Bueno, es tu hijo-me dio un pañuelito para que me limpie. -Felicitaciones, estas de dos semanas

¿Felicitaciones? ¿Qué dice, señor?

-Te voy a dar hierro y algunas vitaminas para que tomes-dijo mientras anotaba.

-Es necesario?-pregunté con cara de asco.

-Sí-sonrió. -Eso es todo-me dio la receta y las ecografías. -Cuidate mucho y cualquier cosa venís

-Gracias por todo, en serio-lo saludé. -Ah, y nadie sabe de esto todavía.. por favor, no digas nada-supliqué.

-Quedate tranquila-me abrió la puerta.

Salí y fui a la cafetería que estaba al lado a comprarme algo, luego subí al auto y me fui directo a mi casa.

Voy a pasar el día pensando y procesando todos los cambios que voy a tener en mi vida los próximos meses, aunque a mi entender todavía falta la parte más difícil: contárselo a mi familia, contárselo a la familia de Paulo y por supuesto, a Paulo, uno de los primeros que lo tiene que saber.

-Se te dio por aparecer cuando lo último que quiero es verle la cara al que es tu papá-dije mirando mi todavía panza inexistente.

Obvio que sé que este bebé no apareció por arte de magia, apareció porque Paulo y yo la última vez que nos vimos estábamos más calientes que una pava. Estuvimos en la ducha y ahí obvio no nos cuidamos, ninguno se dio cuenta en ese momento ni tampoco después. Terribles idiotas.

A todo esto, estaba sola. Olivia estaba en Venecia con Mariano y volvía mañana, y Delfina estaba en Buenos Aires porque de un día para otro, se las tomó.

Supongo que le dio vergüenza saber que me enteré de todo lo que pasó entre el cordobés y ella, él se lo contó.

[...]

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isabelladlf

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paulodybala

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