Ve mi sufrimiento.

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Seo Soo Jin tenía apenas 7 años, ya había terminado de ayudar a sus padres con la mudanza, comenzando a caer la noche, cuando salió de su casa, quería ver mejor el gran jardín que tenía, solo se limitaba a contemplar el bello trabajo de jardinería , cuando sus oídos lo captaron, su piel comenzó a erizarse por el escalofrío que subía lentamente por su columna, la pequeña levantó la vista, a la casa de enfrente ... ¿eran gritos? Se preguntó a la niña, eran gritos de dolor, Soojin puedo ver siluetas por una ventana, un hombre golpeaba con rabia a una mujer, la pequeña solo pudo apartar la vista, le resultaba perturbador ver eso y oír no lo hacía mejor.

No quiso contarle ese suceso a sus padres, dado que ellos le habían enseñado a no entrometerse en vidas ajenas, trato de sacar esos gritos de su mente, debía de estar emocionada, mañana comenzaría la escuela elemental. Su primer año estuvo lleno de alegrías y diversión, claro que también de aprendizaje, Soojin entró en su segundo año y la conoció, Yeh Shuhua era un año menor que ella, era su vecina de enfrente, lo cual le provocaba curiosidad a la mayor, ella ya se había acostumbrado a los gritos provenientes de la casa misteriosa, Soojin sabía que algo malo pasaba al interior de esa casa, pero la pequeña Shuhua no lo demostraba, o ella no era capaz de verlo en ese momento. Shuhua era una niña alegre, extrovertida y algo hiperactiva para la apreciación de la mayor. Con el pasar del tiempo las pequeñas vecinas se hicieron amigas, muy unidas, sin embargo Shuhua siempre se mantuvo reservada con lo que respectaba a su hogar. 

Ambas ya se encontraban en la escuela primaria (Soojin 14 años y Shuhua 13 años) cuando las cosas cambiaron, lo afectiva y apegada que era Shuhua con Soojin llenaba de vergüenza a la mayor, dado que ella con el tiempo se dio cuenta que las muestras de afecto llaman demasiado la atención, ella en comparación con su menor, era introvertida y tímida, no sabía bien cómo expresar sus emociones, y que sus compañeros de clase la molestaran constantemente por culpa de su sonriente Shuhua, no ayudaba en lo más mínimo, solo ensanchada más la brecha que se estaba creando entre ambas amigas.

Los niños son crueles, ese pensamiento siempre cruzaba la mente de Soojin, ver cómo los niños molestaban, humillaban y golpeaban a Shuhua, ella solo observaba era demasiado cobarde para ayudarla, no quería que sus amigos pensaran que ella también era rara como Shuhua, no quería que hablaran mal de ella, solo apretaba sus puños y se alejaba con una sonrisa forzada en su rostro.

No importa Jin, puedo soportarlo, me hace feliz poder seguir siendo tu amiga, aunque sea en secreto. Shuhua la calmaba como todos los días cuando la mayor tenía sus crisis de culpabilidad, el solo hecho de ver hematomas en la lechosa piel de la menor le rompia el corazon a soojin.

¿Por qué Shushu? Yo no lo valgo . Soojin le grito llorando.

Eres mi persona, contigo mis lágrimas se transforman en risas sin fin . Shuhua le respondió con suavidad, Soojin la miraba perpleja, aún con las lágrimas frescas en sus mejillas, su corazón latía con rapidez, la sonrisa que le estaba regalando su menor era simplemente cautivadora.

Aunque Soojin ese día fue consciente de los inocentes sentimientos de Shuhua por ella, el miedo y la opinión de los demás volvieron a provocar que la mayor volviera la vista a un lado, dejando de nuevo a Shuhua sola.

Mientras Soojin se forzaba en ignorar las cosas que estaba pasando  Shuhua, la vida de la menor cada día se sumía en un delirante infierno, las conductas agresivas de su padre aumentaban, cada día temía por la vida de su madre y la de ella , lo único que ilumina la vida de ella, era su madre y Soojin.

Era el último día de clases, Soojin no asistió dado que se encontraba enferma, Shuhua ese día despertó con un mal presentimiento, una presión en su pecho, ella nunca le pedía nada a su amiga, dado que sabía que esa amistad para  Soojin era una carga, pero ese día hizo una excepción, le pidió a su amiga, que si oía gritos provenientes de su casa que no dudara en llamar a la policía, la petición sorprendió de sobremanera a la chica, dudando un poco le prometió hacerlo.

Un angel consumidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora