Psicópata (Bnha)

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[en un tiempo y lugar indefinido]

En aquel inmersivo silencio, únicamente sonaba una respiración.

Ese pequeño lugar, apenas iluminado por una gastada bombilla fluocompacta, destacaba una blanca y constante sonrisa.

Y así, sentando junto a aquel cuerpo...

—¿Sabes cual es el secreto de todo honorable artista?

Y esa pregunta, hizo eco en la pequeña habitación sellada en la que estaba.

—Es ver al humano como un lienzo.

Seguido de eso, limpió el cuchillo lleno de sangre en su mano, con la lengua.

—Sí. Sí. Esa es la esensia del arte: ver hermosura dentro del caos y la imperfección.

Entonces, se levantó de aquella vieja silla de madera.

—Es tan eufórico enloquecer a la debil mente humana —y dio una risa modesta—. Es tan bello dibujar sobre el complejo cuerpo humano. Pero sabes, todos ven eso como algo malo...

Entonces hizo una mueca de disgusto

—Pero no importa, porque después de todo, el arte es arte porque no todos pueden comprenderlo.

Y guardó aquel cuchillo en el  bolsillo de su pantalón.

Aquel tipo de característicos cabellos verdes, que expresaba satisfacción, emoción pero calma al mismo tiempo, se hallaba parado en medio de un charco de sangre. Una excesiva  sangre negriza que se esparcia tanto en las paredes como en el techo.

Pero aquel muchacho, al igual que el ambiente a su alrededor, estaba bañando de rojo. Él tenía todas sus. Él había...

—¿Tú que piensas, amigo mío? —preguntó él, con total normalidad.

Aquella pregunta, iba dirigida a nadie más que aquel sujeto frente él.

Frente aquel muchacho, se encontraba un pobre hombre amarrado a una silla de metal clavada al suelo.

Ese tipo, que no movía su cuerpo siquiera para indicar que respiraba, tenía la boca y los ojos tapados por cinta aislante.

Aquella cinta aislante en su boca, que tenía indicios de haber sido forzada desde dentro, estaba realmente deteriorada, como si aquel sujeto hubiese luchado por quitársela.

Por otro lado, lejos de eso, su cuerpo...

Su cuerpo, de manera simple, era bazofia...

Sus dos brazos, que se encontraban completamente apuñalados hasta el punto de hacer estallar los musculos, eran simplemente carne al rojo vivo.

Sus dedos de las manos, eran una masa de carne colgando; algunos se encontraban rostizados por un soplete, y otros simplemente fueron aplastados por un martillo.

Sus pantorrillas y piernas, que aparentaban ser un conjunto de carne y piel molida, daban el indicio de haber sido raspadas por un rayador de queso.

Sus dedos de los pies por otro lado, solo estaban toscamente amputados.

—Hahahaha. Sí, tienes razón. Sueno cómo uno de esos fanáticos del arte —rió el muchacho—. Pero eso tiene una razón, ¿Sabes cual es?

Entonces, una sonrisa blanca y enfermiza, se pinto en su cara...

—¡Es que yo soy hago verdaderas obras de arte!

Y así, rió liberalmente, con una blasfemica euforia que le hacía arder las entrañas.