Tres

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Identidad

Regalo de cumpleaños para mi amiga KiKaLoBe.

Tres

Westchester era un refugio adecuado para los mutantes. Allí no se sentían discriminados y podían vivir en paz. Los adultos se encargaban del cuidado y formación de los pequeños y todos convivían bajo la mirada atenta de Xavier. Logan se adaptó. Este sitio era mil veces mejor que la pocilga donde había estado y prefería ayudar en la casa a trenzarse en peleas clandestinas que en cualquier momento le traerían problemas. Aquí no tenía motivos para esconder su condición y aunque se cuidaba de enseñar las garras por posibles accidentes, Logan se sentía por primera vez orgulloso de lo que realmente era: un mutante. Sin embargo, lo desesperaba el no tener recuerdos. Lo poco que sabía se lo debía a Jean y a Charles. Se sentía vulnerable y le parecía injusto que el telépata tuviera que explicarle quién era y qué había hecho en el pasado.

Howlett se esforzaba por recordar. Cerraba los ojos por las noches y trataba de traer fragmentos, al menos algún sabor, olor, o imagen a su mente. Pero era inútil. Lo único que le resultaba familiar seguía siendo la mirada cerúlea de Charles.

Una madrugada, dos semanas después de su llegada y cansado de no obtener respuestas, se levantó y bajó a la cocina. Masculló maldiciones cuando no encontró más que sodas y agua embotellada pero, claro, estaba en una escuela. De repente, su sentido auditivo le indicó un sollozo. Escuchó con atención y efectivamente alguien estaba llorando no lejos de allí. Dejó la botella sobre la mesa y siguió el sonido. Eran quejidos agudos que la persona que las emitía trataba de ahogar torpemente. Llegó hasta los aposentos privados de Charles. Nadie podía entrar allí sin invitación, a excepción de su hijo o de Hank. Eran las únicas habitaciones que el telépata se había reservado para él después de donar su mansión a los demás. Logan pensó que podía tratarse de David y que su padre lo estaría consolando pero no eran sollozos de un niño. Intrigado entró, si Xavier lo echaba con maldiciones, se lo tendría bien merecido.

No había estado nunca antes allí y lo sorprendió el mobiliario barroco, se podría decir que ese saloncito parecía un pequeño Versailles. El único mueble que desentonaba era una biblioteca con pocos volúmenes de estilo tudor. El sonido provenía de la siguiente sala. Logan abrió la puerta con cautela.

Hecho un ovillo en un sofá exquisitamente bordado de color azul pastel como el estilo de los demás muebles, se hallaba Charles llorando, cubriéndose el rostro con las manos. Estaba vestido con un pijama celeste y tenía la silla de ruedas cerca.

Howlett se conmovió y olvidó haber entrado sin invitación. Además pensó que el psíquico ya debía haber sentido la interrupción de su mente. Se le acercó. Charles no se movía aunque ya hubiera notado su presencia, y el lobo se sentó en un extremo, junto a los pies desnudos del telépata. Miró alrededor, tenía que tratarse de su biblioteca privada porque había aún más libros que los que atesoraba en su despacho.

-¿Qué hora es? – preguntó Charles, ente sollozos. Alzó apenas la cabeza y se frotó los ojos con el antebrazo.

Logan se dio cuenta de que el telépata tenía un reloj pulsera y había uno de pie antiguo en un rincón de la sala.

-¿Qué hora es, Logan? – insistió Charles. Apoyó el codo para incorporarse.

Wolverine leyó su propio reloj en la muñeca.

-Son casi las cuatro de la mañana, cuatro menos cuarto para ser exactos.

Xavier suspiró. Con las manos giró las piernas para depositar los pies en el piso y quedar sentado en una posición más cómoda.

Identidad. Post Cherik. XavierineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora