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Nicole

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Nicole

Era una mañana tranquila. Estaba finalizando mi segundo libro, estaba tan emocionada que toda la noche me había quedado escribiendo, las ideas no dejaban de llegar a mi mente y solo podría pensar en las miles de historias que podría crear con ellas.

El amanecer en el campo era una de las cosas que más me había gustado desde el momento en que había decidido quedarme aquí. La luz temprana de la mañana chocó en mi cara y una sensación de alegría se propagó por mi cuerpo.

Dejé a un lado la computadora y me  dirigí a la cocina, el correo estaba en mi puerta, lo alcé del suelo y empecé a verlo, y una de las tantas cartas que estaban allí una me llamó la atención. Una "W" en grande estaba allí, naranja y dorado, pegado en la carta. Mi sonrisa se amplió en demasía. La felicidad recorría todo mi cuerpo y solo solté un sonido agudo que logró que Herly, mi perrita, se asustara.

Lo había logrado.

(...)

Había aceptado la invitación a la premier, en donde mi primer libro había sido nominado. La alegría no había desaparecido en todos estos días y tan solo pensar que era muy posible que ganará, podría sentir como una inmensa felicidad se desbordaba por mis manos.

La ansiedad que tenía por que llegara el día que estar allí, en la alfombra naranja, con ropa informal. Ya que no era necesario ir elegantes. Cómoda, viendo a todas esas personas que habían leído mi libro.

Días después de lo que ocurrió, y ganará el premio a la mejor historia de fantasía. Un hombre alto se había visto en mi casa, sus ojos cielo y sus facciones serias, había llamado mucho mi atención. Llegó diciendo que una de sus vacas y un par de sus ovejas cruzó la barricada y que no podría pasar a la zona en donde ellas estarían, pidió amablemente si podría cruzar ahora, estaba algo preocupado por los lobos que estaban por la zona. Asentí, no podría negarme a que buscará lo que era suyo.

Una vez que sus ovejas estaba arriba de su camioneta, me dijo que habían pasado más de las que él creía, por lo que había dejado su vaca y una de las ovejas en el granero de mi casa. Que no tenía ningún uso, más que guardar viejas revistas y libros que ya había leído y no podría tener en mi biblioteca. Le dije que no había problema.

Durante la noche no dejaba de pensar que esos lobos estarían en mi casa merodeando la zona del granero en donde se encontraban aquellos pobres animales. Por lo que me levanté con mucha pereza y abrigandome para así poder cuidar a los animales. Era una solución algo precipitada, pero yo me había echo cargo de ellos, así fuera por una sola noche, no sabría qué hacer si alguno de ellos se escapaba o peor se lo habrían comido.

Salí de la casa con el celular en una mano, ya que tenía el número de Brock, que era el hombre en cuestión y un bate de béisbol en la otra. Era buena con la puntería, así que con el me defendía bien.

Me senté en una silla al lado de los animales, que estaban dormidos. Y así pude sentir como mis ojos pesaban y se cerraban por sí solos.

A la mañana siguiente alguien toca mi hombro, era él, le sonreí y me pare.

- no preguntaré nada, pero muchas gracias por cuidar de mis animales - asentí y me estiré. Mire a mi alrededor y no estaban. Lo miré esperando lo peor. Espero que no haya sido tan poca mi suerte que los lobos se lo han llevado por la noche y yo no estaba enterada - están en la camioneta, no te preocupes. Es temprano, así que puedes volver a dormir. - reí ante aquello, era mi hora de levantarme.

- ya dormí suficiente, iré a desayunar. - contesté con una sonrisa.

- mira, te invito a desayunar.

- ¿como que? - Espero esté insinuando lo mismo que yo.

- tómalo como un agradecimiento por cuidar de mis animales - dijo y sentí desvanecer mi sonrisa. No sabía porque  pero sentía la necesidad de conocerlo un poco más, lo conocía de la Nada y podía ser un potencial prófugo o algo parecido, pero podía sentir algo... algo que no había sentido con nadie más - pero si quieres tomar como algo más ...

De un segundo a otro, pude sentir mis mejillas arder, mi sonrisa se enzancho y un revoltijo en mi estómago me hizo dar un escalofrío.

Y pensar que dije que ya nunca más eso ocurriría. Alejarme de todos, escondiendome en un campo en busca de tranquilidad y silencio. Ahora solo podía pensar en todo el ruido que estaban haciendo esas "mariposas" en mi estómago.

𝐔𝐧 𝐚𝐟𝐨𝐫𝐭𝐮𝐧𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora