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— Madre, descanse.— le di una sonrisa.

Después de esa noticia. Y que la vida de mi madre pueda durar 2 meses. Haría lo posible porque ella sea feliz hasta sus últimos días.

Había entrado a su habitación, pero estaba atorada con algo y como se supone, la forsejee. Y en ese intento la conseguí abrir al costo de qué mi brazo chocará con la manija de la puerta. Y vaya, si que dolió. 

Encontré a mí señora madre recostada en la camilla. Su habitación era completamente blanca, desde las sábanas, el florero.. hasta el marco de las ventanas. Me miró sonriente, pero creo que era lo único que estaba bien. Tenía ojeras que ya tenían un color violeta, en términos resumidos, ella está en un estado demacrado.

—Hijo, ven siéntate. — señaló que costado un pequeño sillón.—

—¡Hoy haremos muchas cosas!— como estaba decidido a hacer estos últimos meses los mejores, tenía que ser digno de mis mejores expresiones de felicidad.

—No es necesario que trates de fingir, Tae. Ya lo sé. — Esas palabras me desconcertaron. ¿Cómo lo sabía?, Mierda. Todo mi plan con un objetivo genial, se había ido a la borda. Mi expresión cambio, quería una sonrisa y me salió más una mueca.

—¿De qué hablas?, Claro que no estoy fingiendo. ¡Hoy es uno de los mejores días, me levanté con el pie derecho!—

— Esta bien, haré como que te creo.— Me observaba con su típica mirada de mamá, duditativa.



[•••]



—Listo, ¿Necesitas algo más?— Este día terminaria radiante.

Se olvidó por completo el tema de su enfermedad y la plática. Era mejor, ventajas de eso. Pues, charlamos de mi vida, de su nueva amiga que dicho sea, era la enfermera que la cuidaba por los turnos de la tarde y noche. Y entre otras cosillas más que no tienen importancia.

Cuando iba hablar de nuevo. Nos interrumpieron.

—¡Oh!, ¡UPS! — Bajo la cabeza muy apenada. Estaba apunto de reclamarle era muy irrespetuosa, como se atrevía. A pesar de ser enfermera de esta clínica, debía tener educación.

—¿Cómo es posi—

Antes de hablar la enfermera salió corriendo, cerrando de paso la puerta. Que más bien, parecía que la había tirado.

— ¡Ara!, Linda. Pasa, mírala Tae. Ella es mi enfermera. Es ella de quién te hablé.—

¿Qué? ¿Está chica irrespetuosa? No podía ser. Con toda la descripción que me hizo mi mamá de famosa "Choi Ara". La recatada, educada, con valores. De ella no había rastro. Bueno talvez estaba exagerando.

"Ara" ingreso de nuevo. Un tono carmesí se había adueñado de sus mejillas.

—Señora. No era mi intención...—

—Claro que lo era, y ni siquiera puedes pedir una disculpa. — Mi enojo era notable, mi día estaba perfecto. No podía venir quien sea a malograrlo.

Perdoneme joven. El doctor quiere hablar con usted.— dijo con voz aguda.

—Ah.. Esta bien— mire a mí madre— vuelvo enseguida.

Le di un pequeño beso y un abrazo. Duele, mi madre no me podía dejar era lo único que tenía. Salí de la habitación y me dirigí al consultorio del médico de mi madre. Toque la puerta. Y me indico que podía ingresar, tomé asiento sin que me lo pidiese.

—Me dice el porque de mi llamado— había algo, el ambiente era tenso, y no me agradaba en lo absoluto.

—Bueno, como sabrá el servicio que se da a las personas tiene un costo. El precio de todo lo que debe pagar usted es 3 726 700 wones, que equivalen 3000 mil dólares. Es el monto total.—

Me quedé mudo, de donde sacaría todo esa cantidad de dinero. Apenas con mi trabajo de guitarrista y mesero apenas me alcanza para pagar el 15% del total.
Además estaba estudiando no completamente, faltaba porque debía trabajar.

—Joven, usted tiene un plazo solo de 15 días, contando desde hoy.— yo no podía decir nada. ¿Qué haría?— Lo lamento, yo le daría más tiempo, pero la clínica me obliga a cobrarle por el tratamiento.

—Y-yo e-entiendo.— hice una pequeña reverencia.— Muchas gracias. Cancelaré la cuenta luego.

Solo asintió. Me retiré de ahí. Caminé lentamente por los pasillos, no sabía de donde conseguir todo ese monto. Mi madre estaría bien hasta sus últimos días si pagaba todo. Estaba apunto de llegar donde mi madre, se escuchaban gritos, no tocaría la puerta era claro que algo malo sucedía y tuve miedo porque le pasará algo a mi mamá.

Justo cuando iba a entrar, la puerta de la habitación fue abierta con brusquedad.
Un hombre salío con Ara, la jalaba del cabello y ella sollozaba. Mi madre gritaba ayuda para Ara desde su camilla.

—Por favor, déjeme.— suplicaba.

Debía hacer algo. Agarre al hombre del brazo y lo tumbé de un puñetazo al piso, Ara se apresuró y se puso detrás de mí.
El hombre me miraba con recelo y odio.

—¡¿Quién te crees?! ¡Mocoso! Me las pagarás.— rápidamente se levantó y se abalanzó contra mí.

Ara soltó un chillido por el ataque.
Mientras yo estaba peleando contra ese tipo, escuchaba que ella pedía ayuda.
Me distraje y me dio un golpe. Caí al suelo y el hombre seguía insultando me.
—¡Papá, por favor. No sigas! ¡El no te hizo nada!

¿Éste sujeto era su padre?
Aún en el frío suelo, continuaba con los golpes. Yo no podía más.

Y de la nada el padre de Ara estaba tumbado de nuevo. Pero esta vez por lo que parecía inconsciente.

Ara acudió hacia mi.— ¡Taehyung! Puedes levantarte— preguntó preocupada. No dije nada, me dolía todo.— Gracias oppa. No sabría que hubiera pasado sino llegabas.— dirigió su mirada al costado. Pensé que me lo decía a mi, pero era a un chico casi de mí tamaño, castaño.

Caí en cuenta, el chico me salvó.

—No me digas oppa. Solo jungkook y ya.

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⏰ Última actualización: Mar 17, 2020 ⏰

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