Torbellino

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Me encanta, adoro el momento en el que termina nuestro torbellino de besos, caricias, miradas y amor. No por el hecho de que llegue a su fin, si no por lo que viene a después. El caótico vórtice llevaba nuestros nombres, pero la calma que deja a su paso se siente como lo subsiguiente a un desastre natural, la sensación de sentirte querido y de que no estás solo, que no eres una persona sola, independiente, que eres alguien con quien otro alguien ha conectado, con quien se ha mostrado tal y como es, tal y como a pocas personas nos hemos mostrado y tal y como hemos querido mostrarnos el uno al otro, se siente como una caída libre con un final difícil de explicar y entender. Todo lo que importa es que somos nosotros, dos cualquieras, dos locos... Si, dos locos, pero dos locos afortunados, por caer y caer y caer por un precipicio que es nuestro y del que decidimos caer juntos, de la mano y con un pequeño y constante lazo de adrenalina que nos mantiene con vida, que mantiene con vida lo nuestro. Esa llama que se encendió a partir de la chispa de tu mirada y el metano gris de mis ojos. Algo constante que se puede apagar si se alteran los factores, algo que se puede encender con otra chispa diferente pero no del mismo color. Nuestra pequeña mecha es roja anaranjada y amarilla luminiscente, pasión y calor. Sencilla de apagar y difícil de prender, así es, así somos. Si no te queda claro, somos un algo que se puede consumir. ¿Vas a dejar que se consuma? 

;)

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