"Mucha gente cree que puede controlar el destino de las demás personas. No saben que el destino ya está escrito y que sus actos ya están decididos en nuestra vida. Solo podemos decidir que camino debemos elegir y que opciones tomar. Porque aunque no creamos en el... el destino ya predijo que clase de persona vas a ser."
"Dicen que la vida es corta, que es tan corta como un suspiro. Tan rápida como un susurro... tan complicada como leer los pensamiento ajenos. Pero también puede ser perfecta, como un buen beso."
Estas frases y estos pensamientos rondaban la mente de una persona. Una persona cuya existencia fue poco menos que un llanto y poco más que que un simple roce con la vida real. Nació y murió. Respiró y se ahogó. Miró y se cegó. Lloró... y calló. Solo pudo vivir dos minutos. Dos angustiosos minutos en los que toda su vida se comprimió. Pero esta persona que nada más nacer, murió... su existencia no le fue del todo negada. Porque su destino no era desaparecer aquel día.
Se hizo a llamar a si misma Lilliat. Nunca supo porque se autollamó de esa forma. Creció en una aldea rodeada de personas. Menos ella. Ella nunca pudo ser material. Creció... pero en forma de espíritu. Fue a la escuela, pero nadie la veía. Aprendió a hablar, pero nadie la escchaba. Empezó a caminar pero nadie la sentía.
Su nombre es Lilliat y esta es su historia... su leyenda.