Odiaba el día de San Valentín.
No era que no soportara ver las parejas que se regalaban dulces y tenían citas; ver decoraciones de corazones por todos lados era soportable, las tarjetas, los comerciales en televisión, la mercadotecnia buena y mala. Tenía que admitirlo, gracias a un muy mal comercial de televisión, ahora tenía el teléfono que quería porque su madre había aprovechado una promoción de dos por uno "para ese alguien especial", pero lo que lo tenía hasta la coronilla era el hecho de que, cada catorce de febrero recibía al menos quince confesiones con sus respectivos chocolates.
Sennen Atem era el estudiante sobresaliente por excelencia de la escuela preparatoria. Y ahora se reprendía mentalmente por haberse inscrito en la carrera técnica, de haber sabido que así serían las cosas, habría preferido estudiar un año menos.
Ahora caminaba distraídamente hacia las aulas, esperando (implorando internamente) que nadie se fuera a confesar con él aquel día.
Y habría seguido de lleno si no hubiese escuchado la exclamación de sorpresa de cierto chico de ojos amatistas y sonrisa diáfana.
—¡Yuge! ¿Para quién son los chocolates? —Exclamó Honda arrebatando la caja de manos del pequeño y haciéndolo saltar en su sitio, tratando desesperadamente de recuperar aquel obsequio antes de que lo dañaran.
—No me digas que te dieron chocolates. —Exclamó Jono divertido, analizando la fina envoltura de aquel regalo y quedándose helado al reconocer la forma de la caja. Aquellos no eran chocolates comerciales. —No... —Murmuró pasmado el rubio arrebatándole la caja a su amigo. —Son chocolates caseros, tú hiciste estos. ¡Es la caja en la que estabas trabajando el otro día!
—¡Jono, devuélvemela!
—¡Hey! —Llamó Atem con voz poderosa, consiguiendo que Yugi se encogiera en su sitio y bajara la mirada. —¿Todo bien?
—Sólo estamos jugando con... —Inició Honda con una sonrisa forzada y una creciente gota en la cabeza, pero de nuevo la voz de Atem se alzó como un trueno.
—Estoy hablándole a Mutō.
Yugi dio un respingo casi imperceptible, claro que su sempai estaba al pendiente de cada cambio del menor, tratando de entender si de verdad estaría en problemas.
—Sí. —Espetó con voz ahogada al mismo tiempo que arrebatada la caja de manos de su amigo y la ocultaba tras de sí con una sonrisa medianamente creíble. —Les gusta molestarme, pero ya verán mi venganza.
Y tras añadir aquello, se dio la vuelta y salió corriendo del lugar dejando a sus amigos con expresión de pasmo.
Atem les dedicó una mirada gélida a Jono y Honda, asegurándose de que siguieran con su camino en lugar de perseguir al joven que acababa de dejar el lugar corriendo a toda prisa. Entendieron la indirecta al verlo plantado ahí, con los brazos cruzados y una expresión inescrutable.
.
Yugi suspiró por enésima vez en la tarde y miró la caja de chocolates, ya había comprobado el contenido para asegurarse de que estuviera todo en orden y ahora debatía entre entregarlos o no. No estaba preparado para hacerlo en público, junto con todos los demás, y ese pensamiento lo había hecho ocultarse hasta el horario de la salida, recargado en su casillero en espera de la soledad.
—Hola... —Llamó sorprendido Atem desde el final del pasillo al percatarse de que no estaba solo.
—¡Sempai! —Exclamó Yugi enderezándose y ocultando la caja a sus espaldas. Su sonrojo era evidente, y la mirada de pasmo pronto se llenó de nerviosismo y esperanza.
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Chocolates de regreso
FanfictionEl catorce de Febrero las chicas regalan chocolates, el catorce de Marzo descubren si son correspondidas, y Atem está harto de esa costumbre