Hospital

46 6 3
                                    

Que curioso puede ser el tiempo, en ocasiones, un avaro, arrebatando jóvenes vidas, las cuales poca marca han podido dejar en el mundo, convirtiendo en cenizas su ardiente deseo por madurar y procrear felizmente. Otras veces, generoso, prolongando vidas, las cuales han visto crecer su semilla y han conocido más descendencia de la que podrían haber imaginado. Sin embargo, existe un término medio, en el cual, la vida arrebatada no fue bendecida con esta longevidad e, incapaz de contemplar el desarrollo de su progenie, es entregado al tiempo contra su voluntad.

La noche se acercaba, el frío comenzaba apoderarse de la habitación de hospital en que Isabel Valencia se encontraba. Siempre pendiente de el orden y la limpieza de su alrededor, la chica de dieciséis años se encargaba de que el entorno estuviese reluciente para cuando su padre despertase. Roberto Valencia, de treinta y siete años de edad, sufrió un accidente un par de meses atrás mientras volvía a casa tras una pesada jornada laboral. Conduciendo su auto, aturdido por el cansancio, cerró sus ojos un momento, el cual bastó para dejar detrás suyo un semáforo en rojo, hecho que lo llevó a recibir el impacto de un autobús en la puerta del conductor, esto ocasionó que el pobre hombre quedase en coma. Desde entonces, su hija llegaba al hospital todos los días, con la esperanza de que su padre despertase. Isabel no tenía hermanos, su madre había perecido ante el cáncer dos años atrás, su familia no era numerosa, nadie se había enterado del fallecimiento de su madre y mucho menos del coma de su padre.

Tras casi dos meses de visitas continuas, le ofrecieron apoyar en el hospital a cambio de asilo, pues no pudo cubrir los gastos de la casa y era muy probable que tuviese que dormir en la calle tras un tiempo. Cada tarde, tras terminar con su servicio, Isabel se hospedaba en la habitación de su padre, durmiendo cada noche en la silla que se encontraba a lado de la cama. La habitación tenía buena presentación, las instalaciones lucían como nuevas, lo que indicaba que era un buen hospital, el color blanco resplandeciente del suelo, las paredes y el techo hacían que Isabel se sintiera más tranquila que en su antigua casa. Hasta la comida del mismo hospital le parecía agradable gracias a la paz que sentía, sería perfecto si no estuviese en estado crítico el hombre que la había criado y que la consentía incluso a espaldas de su madre, quien trabajaba duro por mantener un sistema de ahorro en casa para cuando su hora de partida llegase. El cariño que tenía Isabel por su padre era inigualable, casi se podría decir que desearía algún día conocer a un hombre como su padre para pasar su vida con él, era un ejemplo a seguir ante sus ojos.

La noche se hace presente y el cansancio se apodera de Isabel.

- Despierta pronto, papá.

Un beso en la frente de su padre y un abrazo es su última acción de apoyar sus brazos en la cama y la cabeza en sus brazos para después dormir tranquilamente.

Tras un par de horas, un estruendo despierta a Isabel, quien voltea de inmediato hacia la dirección de origen del ruido, la puerta de la habitación se abría nuevamente, acompañada de un desagradable rechinar que evidenciaba decadencia. Las luces se habían atenuado y parpadeaban ocasionalmente, creando una atmósfera oscura e incómoda, las paredes portaban manchas oscuras, rojas y verdes, en el suelo, paseaban insectos como si fuese un centro turístico. No obstante, su mayor preocupación se hizo presente al percatarse de que su padre no se encontraba en su cama. Su principal pensamiento fue que su padre había despertado, demasiado bueno para ser verdad, aun así, no podía despejar la idea de alguien más se lo habría llevado de allí, pero, ¿por qué alguien haría algo así?

Sin perder tiempo, se levantó de su silla y comenzó a buscar en las habitaciones contiguas, a las cuales no podía acceder, ya que las puertas estaban firmemente cerradas. Sin embargo, Isabel lograba observar lo que había dentro a través de una pequeña rejilla, dentro de la primera habitación, únicamente logró observar una cama, el resto de la habitación estaba vacía, o eso parecía. Mientras agudizaba su vista para buscar alguna pista sobre el paradero de su padre, logró observar un extraño movimiento, una silueta delgada, tan oscura como la habitación, se levantaba del suelo y se retorcía mientras se incorporaba. Esta sombra se detuvo un momento, volteó su cabeza hacia la rejilla y sus brillantes ojos rojos destacaron en la oscuridad, su boca mostraba una gran expresión de lamento, parecía tener la figura de una mujer, aunque careciera de cabello o de alguna señal concreta de que lo sea. Tras esta breve pausa, la cual pareció una eternidad a la chica, la sombra se acercó a la rejilla y observó a Isabel de cerca, ella quedó paralizada ante la presencia que tenía frente a ella. El ente parecía balbucear una amalgama de palabras cada vez que hablaba, era incomprensible, sonaba como si el mismo sonido que producía se estuviese distorsionando mientras escapaba de la boca de este espectro.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 02, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

AtrapadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora