Los estudiantes estaban saliendo después de que se diese por acabado el día escolar. Como era habitual, los pronósticos del temporal no acertaron y ahora había una aguacera que caía en los hombros y dejaba empapado a todo el mundo.
Nico y Maki, quiénes sufrieron el infortunio de pelear en los vestidores y ser dejadas atrás por sus compañeras de grupo como castigo por su conducta, (Nico se enteraría de este dato por un audio en dónde se escuchaba a la cobarde de Nozomi regañandola y las demás riendo en el fondo) acababan de decidir su plan; correrían lo más rápido posible con las bolsas sobre sus cabezas a modo de protección.
El primer intento fue fallido, pues Maki empezó a correr ingenuamente y segundos más tarde escuchó las carcajadas de Nico a sus espaldas. Eso les costó otra pelea y tiempo perdido; sin embargo, la lluvia nunca cesaba.
Entonces tuvieron que tomar medidas. Esta vez, sin bromas ni engaños, corrieron lo más rápido que sus piernas les permitían y fueron observadas con curiosidad y algo de sorpresa por la gente en las calles. Aquellos que las reconocían se preguntaban por qué Idols estaban corriendo bajo la lluvia tan descuidadamente.
No había locales abiertos a la vista y Nico maldijo en voz baja, a este paso terminarían hasta acelerando el resfriado.
Pero entonces, el señor les iluminó el camino. Una tienda de Arcade estaba por cerrar cuando Nico la notó y gritó con todas sus fuerzas. Él hombre solo las miró desconcertado.
Cuando Nico pidió entrar con la menor a su lado tomando respiros, él hombre les informó que estaban por cerrar. Afortunadamente, no hay nada que un fajo de billetes exageradamente grande y sacado de la billetera de Maki no pueda arreglar.
Entonces, Nico tomó un respiro.
—Las gotas de lluvia son más pesadas de lo que uno pensaría.
—¿Puedes callarte y entrar? —Maki, ya harta de estar parada bajo la lluvia, empuja sin delicadeza a Nico para poder refugiarse de una vez por todas.
—Eres una gruñona —Masculló la más pequeña.
A la vista se podían apreciar las decenas de máquinas listas para usarse. Había una variedad bastante impresionante y la estudiante de tercer año decidió que se quedarían hasta que la cosa cesará un poco.
—¿Y? —Nico volteó a verla atenta— ¿cuál probamos primero?
La pelirroja se sentía tentada a ir corriendo a la maquina de fuerza, pero estaba dispuesta a esperar a la otra.
Pero entonces Nico sonrió de esa manera maligna en la que solo ella podía.
—Comparemos nuestra fuerza.
Maki sonrió casi inmediatamente, a pesar de las peleas se conocían bien y habían muchas cosas en común.
Como su exagerada y poco sana competitividad.
Sobretodo la una con la otra.
Se apresuraron a la maquina -a trompicones, por supuesto- y Nico la empujó a traición para llegar primero.
—¡Já! Yo gané.
—No todavía —Mirándose fijamente, aceptaron el desafío.
Nico le dió un puñetazo apresurado, pero certero. La puntuación subió ante la mirada emocionada de la golpeadora y la expectante de Maki.
Pero para su mala suerte, se detuvo en 589.
Maki no pudo evitar ahogar una carcajada.
—¡¿Qué?! ¡Esta cosa debe estar rota! —la expresión de Nico era digna de estar en un museo— ¡definitivamente soy más fuerte que eso!