ROJO • NAMJIN

U n o

Desde que tiene memoria logra ver aquellos lazos entre las personas, a veces llega observar cómo alguien carece del hilo adornando su meñique, no le importa en lo absoluto, pero el hecho de que él aún no encontraba a su alma gemela le ponía algo nervioso.

Sabía que llegaría el día, después de todo el moño de color rojo que colgaba de su dedo confirmaba que alguien estaba hecho para él.
Nadie estaba al tanto de su Don, ni siquiera su madre, que vivía de abusos gracias al hombre que tenía por esposo.

Aunque la escuela era el único lugar que lo salvaguardaba del infierno de su hogar, no le gustaba estar ahí.
De alguna forma ver los hilos enredarse pareciendo que podrían romperse en cualquier momento le daba algo de estrés, trataba de ignorarlos, pero era imposible a sus métodos.

SeokJin no era el tipo amado por todos, pero tenía amigos y eso le agradaba en cierta forma.
No era el típico estudiante estrella, él luchaba por pasar materias tanto como los demás alumnos.

Mientras caminaba se preocupó por enredarse con todos aquellos hilos, menos mal que eran espirituales y no físicos, sino iba a caerse todo el tiempo. Una forma no muy agradable de morir.

Llegó hasta la escuela media de la ciudad, siempre daba una visita al lugar por recuerdos y también por una persona demasiado especial.

—Hyung... ¿Usted cree que encuentre mi alma gemela? —dijo su menor algo tímido.

Le encantaba la forma de ser de aquel chico, su cabello azulado hacía más radiante su rostro y como jugaba con sus dedos le daba un toque precioso a la vista del pelinegro.

—No lo sé, Kookie. Pero algún día, si llega te lo diré —tocó su nariz suavemente maravillado por la reacción del más bajo.

—Oí que hoy llega un chico nuevo a tu escuela, me lo dijo HoSeok hyung —sonrió con sus ojos mirando su rostro confundido.

—¿Ah, sí? Debe ser de primer grado, yo estoy a un pie de salir de ahí.

Aunque el año estaba comenzando él se sentía todo un universitario. Se había inscrito en el instituto nacional de literatura ya que era muy bueno en ese ámbito.
Despidió al menor en la entrada de su escuela y se dirigió a la suya. Las personas iban y venían tal cual trafico andante, fanfarroneaban cosas de adultos, aburridas y arrogantes.

Cruzó la calle viendo miles de hilos en el aire, los siguió con la mirada perdiéndolos entre tantos que se cruzaban, siendo difícil diferenciarlos.
Ignoró como pudo lo que solo él era capás de ver y llegó al edificio que albergaba a cientos de estudiantes, no eran tantos pero lograba estresarse con la presencia de las personas.

Su semblante serio se mezclaba entre la multitud siendo blanco de algunas personas que consideraban al mayor como atractivo. Kim SeokJin no tenía nada de atractivo.

Cruzó el marco de madera negra y HoSeok fue el primero en voltear hacia la puerta al escuchar su llegada.

—¿Qué haces aquí? Se supone que tienes que estar en tu piso —se acercó a el castaño notando que su hilo estaba flojo.

Siguió el lino hasta el otro lado del gran salón , donde un chico de cabellos negros hablaba tranquilamente a unas mesas de él. Su cuerpo se tensó siendo casi indescriptible.

—No lo sé... Solo, quise venir —resopló.

El menor era característico por hacer amistades hasta en la fila del supermercado, una extraña mezcla de confianza y actitud sube-autoestimas, algo de que siempre buscas en una persona.

Sonrió en grande mostrando su dentadura, su presencia deslumbrando el sitio. Rodó los ojos sabiendo que el destino había inspirado sus pasos hacia allí, no era casualidad ver a un hilo tan corto.

—Ya casi es hora de las clases ¿quieres perderte la primera hora?

El menor se levantó de inmediato, no le iba muy bien en algunas materias y debía esforzarse demasiado. Caminó apresurado hacia el portal del aula y sonriendo por ultima vez a SeokJin corrió lejos al escuchar la campana.

Maldito el destino, insultaba al omnipotente en todos los idiomas que conocía solo por el hecho de que aquella despedida alegre había captado la atención del pelinegro, miró cómo el hilo rojo que pendía de su meñique se tensaba por la lejanía de su otra mitad.

Seguramente pronto los vería juntos, o tal vez no.

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—Entonces... ¿Nunca habías venido a una escuela?

La pregunta era tan tonta como el creador de ésta, pero se abstuvo de responder con algo maleducado. Los modales que había recibido en su hogar eran base de todo su comportamiento, pero esos pilares caían después de construirlos.

—No —susurró—. Es mi primera vez en un salón de clases.

El tipo fingió sorpresa ante sus palabras y como si se tratase de un espécimen raro lo miró de pies a cabeza incomodándolo. Se removió en su asiento pareciendo obvia la sensación que experimentaba.

—¡Pero si eres muy lindo! —dijo la chica de larga cabellera negra, sus manos yendo directo hacia sus mejillas abultadas—. ¿Enserio tienes nuestra edad?

Estaba demasiado exaltado por la conducta que tomaban con él. Siempre pensó que nunca valía la pena, no era el tipo de nadie y esa era una de las tantas razones de el porqué de las clases en su hogar.

—L-Lo siento... —murmuró al escuchar el bufido del chico.

—Mientras te mantengas al corriente está todo bien, no tengas miedo, no mordemos.

La chica acarició su cabello con familiaridad, se sintió extrañamente querido por todo ahí. El profesor llegó al escritorio azotando sus libros contra la madera para captar la atención de todos.

—Kim... Kim NamJoon.

—¡Presente!

Se levantó en un movimiento brusco al escuchar su nombre, haciendo que su silla se tropezara para caer en el escritorio trasero al suyo. Todos rieron por la torpeza del recién llegado, algunos viéndolo con ternura incluso. 

—Me ahorraré formalidades, sabes que esta es una escuela no más.

Asintió algo decepcionado de su primer día de clases, él quería presentarse a todos, decir cuál era su color favorito y qué le gustaba hacer en su día libre.

Él quería ser cómo los demás y ahora que tenía la oportunidad no debía estropearla.

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-Ciel_bleuatre

Hola, soy yo... Volví, esto está en borrador desde hace años.
Me dicen la BlackPink, porque actualizo cada año. Mis respetos.