[about love and war]

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[holq hola, mag al aparato! esto es una commission q me pagó mi mejor amigo y dije bueno, ya q no subo nada aquí pues pongo algo jajajaja os recuerdo q estoy más activa en ao3 (nozoelis) y sobretodo en twitter (iadymaria)!! os dejo este sylvix por aquí, a lo mejor me animo a subir más cosillas del fe3h aquí? mmm

Por cierto, la conversación de la sinopsis es canon en el juego :') en su support A+ hablan de la promesa, lo otro es si rclutas a alguno de los dos y les haces enfrentarse]




La primera vez que Felix sostuvo una espada con sus propias manos fue cuando tenía diez años.

Glenn estaba practicando en el patio trasero del castillo y el sonido del hierro chocando atrajo al hermano menor. Su padre le prohibía acercarse, advirtiéndole de lo peligroso que era aquella zona, que las espadas no eran ningún juguete. Felix lo sabía bien - más de una vez había visto llegar a los soldados de su padre heridos, gimiendo de dolor y con la sangre seca todavía pegada a la armadura. Más de una vez había sido su hermano uno de aquellos que habían corrido esa penosa suerte, y haciendo su mejor esfuerzo para disimular las muecas de dolor, le aseguraba a Felix que iba a ponerse bien mientras este se deshacía en lágrimas.

Felix le observaba desde la ventana de su habitación con brillos en los ojos, deseando algún día convertirse en un guerrero tan fuerte como lo era Glenn. Observaba sin perder detalle del baile de espadas que estaba teniendo lugar abajo y de los ágiles movimientos de su hermano para evitar el filo del arma de su compañero de entrenamiento. Habiendo derrotado a su adversario, Glenn se quitó el sudor de la cara y miró hacia arriba, encontrándose a Felix asomado en la ventana. Sonrió.

"¿Quieres intentarlo, Felix?", le preguntó gritando, acompañándolo con un gesto de la mano para que bajara. Felix hubiese saltado desde la ventana para llegar antes, pero cuando se disponía a girarse para salir por la puerta, regresó apenado a la ventana.

"Ya sabes lo que dice papá...", dice con la voz triste. "Que es peligroso..."

Glenn niega con la cabeza.

"Estoy yo, ¿no?", dice mientras se encoge de hombros. "Yo te ayudo, ¿vale? No voy a dejar que te hagas daño."

Tras oír esto, Felix bajó los escalones de tres en tres para llegar cuanto antes al patio. Una vez allí, corrió hasta donde Glenn estaba y lo abrazó con todas sus fuerzas.

"¡Gracias, gracias, gracias!", gritó eufórico. Glenn se rio, dándole unas pequeñas palmaditas en la espalda y revolviéndole el pelo después. "Es nuestro secreto, ¿vale?", dijo su hermano mayor, "no puedes decírselo a papá."

Felix asintió y Glenn desenvainó la espada de práctica que hasta hacía unos minutos había estado empuñando. Dejó que las manos de Felix recorriesen la empuñadora, familiarizándose con el peso de la espada y descubriendo cual era la mejor forma de sujetarla. Cuando vio que estaba listo, puso sus manos por encima de las de su hermano menor y movió la espada junto a él, explicándole cada uno de los movimientos, su eficacia y su nombre.

Con la calidez de las manos de Glenn sobre las suyas, guiando los movimientos de la espada, se sintió el mejor espadachín que jamás hubiese existido. Cuando le contase a Sylvain y a los demás que por fin había blandido una espada de verdad...

Hasta que, después de una batalla, Glenn no volvió a casa.

Felix se encerró en su habitación por días enteros, negándose a comer o abandonarla bajo ningún concepto. Nadie tenía derecho a privarle de su luto, de arrebatarle la oportunidad de despedirse del mejor guerrero que había conocido en su vida. Glenn no iba a volver porque él debería haber estado allí para protegerle, pero no era lo suficientemente fuerte. Si acaso hubiese entrenado más horas, con espadas más fuertes, si sus movimientos fuesen más ágiles y sus ataques más precisos... Quizás su padre le hubiese dejado participar en la batalla entonces, quizás podría haber salvado a Glenn.

About love and warWhere stories live. Discover now