Capítulo 3: Enferma.

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— Te estás comportando extraña últimamente...¿pasa algo? —Gilda se rascó la nuca viendo a la pelinaranja con miedo.

Y eso era lo que más odiaba, tener temor a todas las cosas, siempre debía temblar, o estar asustada.

— Sí, estoy bien, no te preocupes, lentecitos. —le lanzó un apodo a la menor acariciando su cabeza acompañada de una sonrisa.

Eso también, era demasiado extraño que su sonrisa fuera más grande que antes, ella tenía razón, nada estaba bien.

Pasaron unos minutos desde que Emma se fue a jugar con Norman y Ray, pero la pequeña seguía pensativa con la situación.

" a lo mejor no es nada malo. "

Puede que esas palabras estén en lo correcto, solo un pequeño cambio, después de todo.

Pero no se iba a quedar ahí, decidió ir hacia los tres niños, tomó un suspiro y se dirigió hasta su destino.

Se topó con una pequeña reja, anteriormente dijeron que no era peligrosa así que la pasó saltando.

A unos cuantos pasos más se chocó con el muro, así es, con el mismísimo muro que les impedía salir del infierno.

Los lentes se le cayeron haciendo que no reconociera el lugar, simplemente las plantas.

Menos mal una niña llamada Emma estaba dirigiéndose para aquel lugar, encontrándose con la menor buscando sus lentes por el suelo.

Y victoriosamente pudo verlos, los tomó y miró el lugar en donde estaba la peliverde, ¿acaso ya sabía todo?

Comenzó a sudar, pero no tuvo nada más que hacer que cargar a la peliverde dejando que la cabeza ajena estuviera en su hombro, y las manos también.

— Deberías llamarme si ibas a hacer eso.— Al final salió una risita de sus labios, Gilda al notar  la situación se sonrojó un poco.

La llevó hasta la "montaña" dejándola en el suelo, mientras los presentes eran el albino junto con el pelinegro.

— ¡Encontré un tesoro! —el sonrojo de Gilda aumentó por el halago.— ¿linda, no? —jugó con los demás.

— ¿Nos repartirás el tesoro? —preguntó Norman siguiéndole el ritmo.

— ¡Nop! Es mía. —Corrió hacia un lugar aleatorio llevándose de nuevo a la peliverde con la cara roja.— ¡Mía! —creo que la menor iba a explotar.

Luego de un largo recorrido era hora de regresar a casa, en uno de esos momentos Emma dejó de reírse y parecía verse asustada: Eso le preocupó a Gilda.

Pero todo volvió a la normalidad, y eso la calmó un poco.

Hora del almuerzo, cena, de nuevo le tocaba limpiar los platos, la librería y al final barrer una habitación.

Pero ella tenía flojera.

Tuvo que arreglárselas tomando descansos, o yéndose a la cocina para tomar agua.

El día fue un completo desastre, aunque no del todo, desde lo que pasó en la mañana no dejaba de sentirse nerviosa.

Al escuchar a Emma decir que era suya tenía doble sentido.

Y cada vez que recordaba eso su cara se enrojecía, justo como ahora.

Tuvo un sentimiento extraño, según los libros leídos decían que podría ser amor, que lindo.

Pero eso jamás pasaría, o es lo que pensaba ella.

Tenía en mente lo que podría pasar si ambas tuvieran una relación, besos abrazos...incluido...otras cosas más.

Y adivinen quién apareció para arruinar las fantasías de Gilda, exacto, Don.

— ¡Hola! —Mostró una sonrisa "despertando" a la contraria, provocando que de un saltito.— Te ves bien.

— ¿Ah? ¡Oh, hola, D-don! Perdón por mi actitud, me asustaste. —Cambiando el tema, le tenía un poco de miedo al mayor, estos días parece como si la estuviera acosando.

— Meh, no te preocupes, hey, ¿te gustaría dar una vuelta mañana por el hogar? —Puso una mano en su propia mejilla.—

— ¡C-claro! —Exclamó.

— Bien, entonces al terminar el almuerzo, no tardes.—Quiso intentar sonar como una invitación (y lo era).

Por fin se fue, ese chico si que era un loquito, la situación anterior no tardó en volver, y el sonrojo igual.

Pero todo fue interrumpido gracias a un niño conocido por los otros, Norman.

No había visto a Emma toda la tarde, así que decidió preguntar.

— He-hey, ¿y Emma?

— Se enfermó, pero va a recuperarse pronto.—por último puso su dedo en la puerta que se encontraba cerca mostrándose feliz.

Agradeció y se metió a esta, teniendo en frente de sus ojos a la hermosa Emma.

Sus ojos estaban cerrados, y parecía luchar contra su enfermedad, tocó a la orilla de su pelo, tenía fiebre.

— Me mintieron acerca de que los tontos no se enferman. —rió, Gilda no creía que se levantaría, volvió a dar un saltito. — perdón por asustarte.

— N-no, tranquila, estoy bien. Pero tú no, m-me siento algo preocupada. —su mirada se detuvo en el suelo.—

— Jaja, relájate, ya pasará...oye...¿sabes algo de ese muro? El de antes.—preguntó desconfiada.

— ¿Eh? ¿Cuál muro? —Abrió y cerró los ojos unas cuantas veces.

— Oh nada, solo es mi imaginación.—Tuvo que plantar una mentira, no quería ponerle en peligro a la menor.

Un niño se acercó a la puerta diciendo que  le tocaba a Gilda limpiar la habitación pedida, se le había olvidado.

Lentamente se paró pero la detuvieron.

"Quédate"

Al escuchar eso aceptó, volvió a responderle al niño con una excusa de que se había doblado un poco la mano.

Y también porque la contraria necesitaba compañía se veía sola, pero no solo por eso.

— Podrías...¿echarte aquí conmigo? Parada o sentada vas a cansarte, tú igual mereces algo de paz.—Gilda rápidamente lo malinterpreto en sus pensamientos.

— S-sí. —Obedeció poniéndose al costado de la chica antena, entrando en un gran calor muy agradable.— u-uhm...

— ¿Se siente genial, no? ¡Estar en compañía de alguien es increíble! Siempre te hace sentir mejor, gracias por ser mi remedio.— Emma lo dijo con tanta felicidad que un gran sonrojo apareció en la cara de la peliverde.

—  S-sí, de nada.—Tuvo la idea de mirar hacia otra dirección, para no dejar notar su rostro enrojecido.

— Bien, descansa y duerme como un osito.—le regaló un abrazo que duraría toda la noche.—

— Eh...¡igualmente! —Le siguió el juego rodeando su brazos en la espalda de la contraria para luego ocultar su rostro en el pecho de la pelinaranja.

. . .

Pd: ¿Cuál de las dos es la pasiva?...
¡Espero tengan una hermosa tarde!

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⏰ Última actualización: Feb 22, 2020 ⏰

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