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Sus ojos estaban más que pesados. Los cerró, exhausto, pero, al sentir que se iba a caer, los abrió de nuevo. Volvió a escribir algo en la hoja. Cuando acabó, la puso en la pared y la enlazó con el hilo rojo que unía toda su investigación. Llevaba días sin dormir, pensando en una posible cura para el maleficio de Tae. Habían pasado al menos dos meses desde que sus vacaciones acabaron, pero hasta hacía unos días había empezado a hacer teorías e investigaciones. Había buscado sobre hechizos y sus remedios, devoró libros de fantasía, su Internet colapsó de tanta búsqueda. Sólo tenía una oportunidad. Debía saber con exactitud qué hacer para liberar a V. Por desgracia, había demasiadas opciones. Existía desde un beso hasta un complicado hechizo. Suena bastante estúpido, es verdad, pero en serio existían pasos para hacer un hechizo como el que necesitaba. Algunas cosas eran difíciles de conseguir o de descifrar, pero eso no lo detenía. Ya había logrado conseguir la mayoría de las cosas que necesitaba, excepto una. Una lágrima gozosa del corazón. ¿Qué rayos significaba eso? Sea lo que fuere, por suerte aún tenía bastante tiempo para descifrarlo.

¿Tiempo? ¿Dije tiempo? Lo que le faltaba era eso. Tenía menos de dos meses para descubrir todo. Ese maldito ingrediente era fundamental para todos las pociones. Tan sólo le faltaba agregar eso, lo demás ya estaba. Su casa parecía herbolario de tanto ungüento que tenía. Sin embargo, todo era inútil sin esa maldita "lágrima gozosa del corazón". Irritado, triste, molesto y a punto de volverse loco. Así se sentía Jungkook. Quería dormir, no lo había hecho mucho estos últimos años. Sus ojos tenían notables ojeras. Se odiaba ver así. Al menos tenía como un alivio su cuerpo. De verdad, no miento, parecía haber sido tallado por ángeles.

Se dispuso a seguir intentando descubrir el secreto del último ingrediente, pero un toque a su puerta lo hizo pararse. Gruñó en molestia y fue a abrirle con poción en mano a quien se había atrevido a interrumpir. Ya estaba a punto de gritarle, pero las palabras no salieron cuando lo vio. Su corazón empezó a doler y desagradables recuerdos invadieron su mente. Por desgracia no sólo fueron los desagradables, también los preciosos momentos juntos. Como cuando fueron al cine, o cuando se empezaron a lanzar tierra porque YoonGi no le quería dar su candado, cuando lo sacó de ese bote de basura, cosas así.

-Jungkook...

Su voz era diferente, pero de cierta manera igual. Su físico no había cambiado mucho tampoco, sin embargo, a Jungkook le parecía un completo desconocido. Habían pasado poco más de dos años desde que lo golpeó afuera de su casa y no lo volvió a ver. Y extrañó su presencia. No había nadie más que quisiera a su lado en el instituto. Pero YoonGi lo arruinó. Lo arruinó cuando lanzó lo que más amaba en el mundo (materialmente, claro) por una ventana y contó a todos los sucedido segundos antes del primer acto. Ya no había lágrimas que derramar. Tampoco odio (no mucho). Suspiró cansado y se apoyó contra la puerta.

-¿qué haces aquí?

YoonGi estaba nervioso.

-te tengo que entregar algo...

-no quiero nada tuyo, lárgate.

Jungkook le quiso cerrar la puerta en la cara, pero una mano se lo impidió. El pelirrubio, antes pelimenta, dejó escapar un jadeo de dolor.

-demonios, Min, deja esa maldita...

Sus ojos se abrieron en grande cuando vio un familiar y añorado destello emanando de la mano herida del contrario. Abrió la puerta con cuidado y casi con lágrimas en los ojos. YoonGi sonrió tristemente.

-lo siento mucho, Jungkook. Ese día... perdí el control... pero más me dolió perderte. Estuve buscando día y noche tu colgante... pero cuando te lo quise entregar, me golpeaste - dijo riendo de forma quedita -. Bien, me lo merecía. Pero bueno, sólo... esto es tuyo...

Y sí, definitivamente era su adorado colgante, el regalo de la persona que más amaba en la vida. Lo tomó con adoración y cuidado. Y sintió lo que más había deseado por mucho tiempo: tranquilidad y cierta protección.

-tardé varios meses en hallarlo, alguien lo recogió y lo vendió a un precio muy alto. Esa piedra que tiene es bastante costosa. Por suerte nadie lo quiso comprar. Y... bueno... pues eso...

Y de un momento a otro ya tenía a un adorable castaño encima suyo, abrazándolo con fuerza y repitiendo entre sollozos "gracias". En una jugarreta del destino, una lágrima de Jungkook cayó dentro de la poción que no había soltado. Una humareda los hizo separarse. Jungkook abrió los ojos en grande. Lo había logrado. Se dijo cretino en voz alta mientras sonreía y lloraba. Solamente debió haber visto las cosas desde un punto más sencillo. Una lágrima de felicidad venida del corazón. YoonGi lo miró, extrañado.

-¿qué es eso?

-la cura. Por fin... ¡gracias, YoonGi!, ¡¡muchas gracias de verdad!!

Le dio un fugaz beso en la mejilla y se metió a su casa con rapidez, tomando con el mayor de los cuidados las preciadas lágrimas que escurrían por su rostro con alegría. Todas las pociones funcionaron. Una le explotó algo parecido a la brillantina al rostro y lo dejó como científico loco, pero la sonrisa seguía ahí. Estaba tan ensimismado y feliz que no se dio cuenta del intruso en su pequeña casa, quien revisaba con extrañeza la pared llena de fotografías, información e hilos que enlazaban todo. YoonGi sonrió tristemente al leer una nota debajo de toda la investigación.

"Lo encontraré, te lo juro. Te voy a liberar y te abrazaré lo más fuerte que pueda. Después te besaré. He esperado tanto por besarte..."

Le dio una última mirada a Jungkook y volvió a sonreír. Su silueta no dejaba de moverse por todos lados, excitado por sus resultados.

-hasta nunca, Kook... - susurró con cariño y salió de la casa, dejando a un emocionado castaño solo.

Te juro que fuiste lo mejor que me ha pasado en la vida... adiós, Jungkook. Por favor sé feliz.

¡No me toques!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora