Lirios Blancos

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Ya se hacia tarde cuando llega Albert todo apurado a abrirle la puerta del auto a Alice.

Era una maravilla de noche. Alice creyó que irían a comer a un restaurante pero la verdad era que fue en un balcón donde todo era verde a sus alrededores. Estaba lleno de lirios blancos como si se tratase de algo sacado de cuentos. Habían pocas luces y una mesa puesta para dos. Fuera se eso la iluminación era de las estrellas que estaban resplandecientes.

- deseas algo en especial.- le pregunta Albert un poco titubeante.

- para nada. Me gustan tus sorpresas--se sonrojo de inmediato a ver que el sonreía como si fuera la primera ves que se vieron.

Fue cuando llegó un par de señores donde Albert les habló al oído. Tras esto llegan con una botella de vino. Y la dejan allí. Caballeroso Albert le sirve a Alice que no dejaba de mirarle a los ojos. Esa era una atmósfera realmente agradable para ambos.

Luego al terminar la deliciosa cena y hablar por un par de minutos, Albert he pone de pie y va a tomar la mano de la que pronto sería su mujer.

-acompáñame.

Ella solo asiente con la cabeza y le continúa el paso.

Debe de estar con frío. Pensó Albert que inmediatamente se quedó sin su saco. Y se lo a puesto alrededor de los hombros de Alice. Ella le responde el gesto con un beso en la mejilla y continúan caminando. Había una gran vista.

El la detiene en medio de lo que se podría decir nada. Y la abraza por detrás viendo solo las estrellas. En un momento le llama a que se voltee. Pará complacerlo se voltea y lo encuentra de rodilla con una pierna un tanto elevada.

-Alice sería del todo un agrado que compartas la vida a mi lado. ¿ Quieres casarte conmigo? - al hacer la pregunta le tembraba la voz.

Alice no lograba sacar la voz y finalmente al verlo unos minutos respiro ondo y con una sonrisa - si. Quiero pasar el resto de mi vida a tu lado Albert. Si.. Si... Si..

Tras la respuesta se pone de pie y le besa los labios que con tantas ganas tenía de besar desde que la había ido a buscar. Fue un beso que a ambos los dejó sin respiración, de esos que jamás te hacen olvidar el cuanto amas al otro.

3 de eneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora