El agua vuelve a ser tibia, poco a poco el humo se desvanece de mi habitación, mi espiritu acepta tu partida, la mía o la nuestra. No alcanzo el ritmo o la melodía que me invade, porque las canciones no tienen sentido nuevamente, el café, las calles y mi ciudad no son mas que un recuerdo amargo atravesado en mi corazón, en un estado neutro, continuo, donde la vida se vive por vivir y amar se vuelve repugnante, poco llamativo, sin importancia. En el estado neutro se confunde el sueño con lo monotono, en el que no se si quiero caminar, correr, llorar, reír. En este estado neutro en el que tu anillo ya no pesa, ya no compromete mi alma a la tuya, en el que ya no hay culpa, pero no hay ganas de sentir más que no sentir, en el que mi voz desea cantar por la lucha, la vida, mi vida, pero no una vida junto a ti.
Estado neutro, sin ser feliz pero tampoco con necesidad de estarlo, ya no conozco calles, mantengo mis pies sobre la cama, parece ser que ya no te es fiel, ahora puedo revolcarme en ella con las inmensas ganas de solo vivir en un sueño, sin necesidad de vivir siquiera porque todo a mi alrededor carece de realidad, de sentido y de razón. Ya nadie me habla, nadie sabe de mi y yo no sé de alguien, mi mundo se limita de cuatro paredes las cuales decoro de forma lenta, cuatro paredes que organizo entre mis ganas de correr y buscarte, dejando de lado mi dignidad, mis ganas de vivir, la forma en la que puedo ser sin tu existencia en mis manos, sin tus sentidos sonriendo.
Así que te agradezco, aunque amarte fue un círculo, regresando al estado neutro, a mi estado muerto, ahora entiendo por qué no deseaba salir de él.