Inocencia Robada

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Camino por las calles y les veo a la distancia.
Sentados en las aceras inhalando el olor del pegamento para mitigar el hambre.
Con los pies descalzos, manos adoloridas  y suplicantes.
Nuestros niños van por la vida sin saber lo que se siente disfrutar de un dulce caramelo y de ser arropados con el cálido manto de la bella infancia.

Buscando en los basureros, entre disputas con los gusanos y las  ratas por un triste bocado.
Robando una manzana en el puesto de frutas en la esquina de una calle concurrida.
Escapando de los cuervos que perciben el hedor a muerte en sus jóvenes almas y la podredumbre que mana de sus heridas.
Así viven muchos niños de mi tierra, suplicando por unas monedas, rondando el parque central. Con magulladas manos intentando arañar los corazones amurallados.

Entre las montañas de basura del vertedero municipal.
Se pelean entre ellos por un juguete roto.
Con los buitres al acecho, sobrevolando la zona batiendo sus alas formando alboroto.
Entre las montañas de basura, muchos de ellos víctimas de la ignorancia, el desinteres y la mezquindad.

Sentados frente a una mesa, vieja por los años; rota por los vientos; vacia por la pobreza.
Con el estómago hinchado de lombrices y dolores.
Con la mesa dispuesta justo abajo de una mesa más grande, esperando las migas que caen de las bocas de los pudientes  abiertas entre charlas y carcajadas, rellenando con esas migas un plato.
Quiza ajusten para comer un poco y si sobra algo, darle un bocado al gato.
Y como postre un sorbo de tristeza y miseria con una pizca de resignación, raspando con el trago amargo su garganta. Abandonados en una habitación de láminas vacía,  sin luz y sin colores.

Cargando un tercio de leña a sus espaldas.
Con el peso del mundo y las responsabilidades adultas sobre sus jóvenes hombros.
Cortando café y algodón por unos cuantos centavos la hora. Buscándose la vida, rebuscandose entre los escombros.
Haciendo mandados, lavando ropa ajena bajo el ardiente sol y secándose el sudor con las faldas.

Inocencias perdidas, infancias olvidadas.
Promesas incumplidas de un gobierno oportunista.
Víctimas de la mirada desinteresada de un pueblo igual de sometido, todos juntos una misma victima de los avaros poderosos y egoístas.
Sonrisas sin dientes, mejillas sucias, ojitos suplicantes. Los rostros más bellos que he visto, ángeles sin alas volando heridos hacia la nada.

Nuestros pobres niños, tan solos, tan pequeños y con sus inocencias robadas.

Si Callo Lo Que Pienso...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora