Zero O'clock.

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¿Que fue lo que hice mal? Te haz alejado de mi, no contestas mis llamadas y estás fuera de casa en una fria noche de invierno, donde la nieve silenciosa cae y se acumula.

Dejaste aquí tu abrigo y tus botas. El paraguas que solíamos compartir tambien esta allí, lo veo desde donde estoy sentado.

Aún así, son las cero en punto. Sigo mirando por la ventana esperando reconocer tu silueta, correr y abrazarte más fuerte que nunca, arreglar nuestros errores y ser la pareja feliz que siempre fuimos.

Lagrimas se acumularon en mis ojos y empezaron a rodar por mis mejillas. ¿Por qué era tan dificil amar?

¿Por qué el amor era tan complicado?

Me levanté del sofá, me puse mi abrigo, mis botas y tomé el paraguas junto con el abrigo del contrario. Salí disparado del edificio, corrí sin rumbo hasta llegar al puente en donde dimos nuestro primer beso, y allí te encontré.

Estabas temblando. Tus gruesos labios estaban rotos y tu mirada estaba apagada, sin ese brillo característico que era propio de ti.

Tu fino cabello color rubio y medio ondulado estaba húmedo y la cadena que te di en san valentín ya no estaba colgando por tu cuello, si no que estaba sobre tus manos, mientras la mirabas con una media sonrisa.

Me acerqué lentamente y te abracé. Susurré suavemente en tu oído aquellas palabras que te encantan escuchar.

un ligero "Te amo" junto con un beso profundo y lento en tus labios que se complementaban a la perfección junto con los mios.

Al principio no me correspondiste y unas lagrimas decoraron tus mejillas con la mas pura tristeza, pero luego cerraste tus ojos, confiando completamente en mi.

-¿Fue error mío, Kim TaeHyung? -. Poco a poco mis latidos disminuyen, solo mi eco que no tiene respuesta estaba allí presente por unos cuantos minutos.

-No bebé, solo hay días en donde me siento triste sin razón, y tan solo quiero tiempo a solas.-

Comprendía su punto. Tambien tenia aquellos días en donde mi cuerpo pesa, donde todo el mundo es detestable, donde quieres correr y desaparecer de la vista de todos.

Tan solo agradecía que mi pequeño Tae estaba bien y que ahora lo tenía entre mis brazos.

-Kookie, llevame a casa-.

Sonreí y lo ayudé a colocarse su abrigo. Le dí la mano, entrelazando nuestros dedos y caminamos hasta nuestro pequeño hogar, a por una rica taza de café y galletas que hornearía solo para él.

El amor no era solo ser empalagoso y asfixiarlo con tu presencia o obligarlo a contarte sus problemas, si no de darle su espacio, comprenderlo y seguir allí para él cuando te necesite y cuidarlo como el tesoro mas preciado que tengas.

00:00Donde viven las historias. Descúbrelo ahora