Capítulo 2: Pisadas del gigante

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La noche llegó al inquietante pueblo, donde la oscuridad, lo único que hacía es empeorar toda la oscuridad del corazón humano. Si ya de por sí los drogadictos podían estar a la luz del día, perfectamente en la noche alguien podría asesinar con un disparo fresco de bala.

En un almacén, los chicos que robaron al joven Bruce Banner se encontraban con varias cosas en una mesa: teléfonos, billeteras, cadenas y relojes, entre ellos el reloj que le quitaron al antiguo científico.

-¿Sabes cuanta pasta ganaremos de esto?- le preguntó uno de los delincuentes a otro, que se asemejaba a ser el mayor y probablemente el líder de la banda.

-Seguro más de 5 mil conseguimos con las cadenas y el reloj, y con el resto no estoy seguro-

-JAJA, ¡Qué gran mina de oro es este pueblo!-

-¿Saben?, cuando me dijeron que este pueblo era un lugar abandonado por la mano de dios, no me lo creía tanto- habló otro

-pues ahora puedes ver, claramente, que sí- le contestó el líder sonriendo, mientras se fumaba un cigarrillo.-¡¡Es una ganga!!Sobre todo por que logramos obtener este reloj, no está para nada mal...- le dijo el líder al grupo, mientras se colocaba el reloj que robaron a Bruce Banner.

Robándole a gente más pobre, ese si era un negocio rentable para ellos. El lugar era uno de los lugares mas recónditos del país, y donde las ganancias eran equivalentes a las del peor país con economía inflada.

Ellos robaban, pero no para mantenerse o sobrevivir, robaban porque era fácil. No necesitaban todo lo que robaron, tenían incluso coches, habían nacido en ciudades como Los Angeles y California. La única razón por la cual vinieron, era para divertirse, robando y golpeando a gente.

-aunque nunca entenderé porque el lugar no es tan visitado-

-Supuestamente hay ogros en el bosque, o una especie de monstruo en el pantano cercano, ya sabes ¡Estupideces de campesinos!-

Mientras ellos conversaban, una figura, una criatura, un ser, un gigante, un troll, o lo que podría ser más acertado, un demonio. Volteó todo un coche, tirandolo a un lado.

El estruendo de la destrucción del coche, tomó por sorpresa a los jóvenes, que se sobre saltaron por el ruido.

-¿Qué mierda?- dijo uno mientras los 7 jóvenes que eran, se equiparan ya sean con cadenas, pistolas, y uno, una escopeta.

Abrieron la puerta del lugar, y al apenas hacerlo. Vieron un desastre de coches a fuera. Un tornado de destrucción, había hecho sus coches un vertedero de piezas.

Si esto hubiera sido lo único que hubieran visto, seguramente estos jóvenes no recordarían este día como el día más terrorífico de sus vidas. Corriendo hacia ellos en un gritó, empujando dos de sus coches ya destruidos, apareció un monstruo gigante esmeralda dando pisadas.

El grupo de jóvenes se sobre salto, dos intentaron quedarse a disparar, pero porque sus piernas se habían detenido, inmovilizadas por uno de los hijos de ares con sus encantos

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El grupo de jóvenes se sobre salto, dos intentaron quedarse a disparar, pero porque sus piernas se habían detenido, inmovilizadas por uno de los hijos de ares con sus encantos. Los otros 5 corrieron mientras escuchaban el grito de sus compañeros, un grito de dolor y terror. Empezaron a subir unas escaleras para llegar a una segunda planta del almacén, pero solo 3 subieron, los otros cayeron cuando las escaleras por donde subían, fueron destruidas por el gigante.

Corrían los jóvenes al borde del llanto, mientras buscaban por donde salir. Pero el gigante esmeralda no los dejaría escapar, sus brazos deseaban romper sus huesos. Saltando sin problemas mientras destruía paredes, logró caer delante de ellos, haciendo que el piso del segundo piso se agrietase por completo. El líder, que veia como Hulk estiraba sus brazos para agarrar a los tres, tomó una decisión, empujo a los otros dos hacia sus brazos.

Dando vuelta hacia atrás, huyó con sus piernas temblando. Los gritos de sus compañeros también resonaron, chocaron en su cabeza aumentando su miedo.

El líder vio una ventana, y totalmente desesperado, saltó por esta, cayendo desde el segundo piso al suelo.

- mierda!mierda!!- gritó levantándose, con cristales en su cara clavados. Cojeando de su pierna.

Se metió en el bosque, buscando evitar a toda costa a su torturador, y posiblemente, su verdugo. Sin embargo, escapar del diablo, no lo ha logrado ni Jesús.

Cayendo delante de él, apareció Hulk, con su mirada tan penetrante y perforadora. Parecía Frankeinstein en toda palabra, pero sin nada de perdón, como al final de su obra. Con un deseo de venganza tan enorme en su ser, que sería capaz de incendiar el edén con su propio odio.

 Con un deseo de venganza tan enorme en su ser, que sería capaz de incendiar el edén con su propio odio

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El joven líder, con su escopeta, disparó buscando salvarse. Pero el monstruoso verde solo recibió el impacto del arma, con una despreocupación preocupante.

-Q-que quieres?- le preguntó caminando hacia atrás.

Hulk sonrió mirando al pequeño asustado, era como un niño frente a un asesino serial. Sonriendo, sin decirle nada, simplemente le agarro para proceder a realizar su cometido.

 Sonriendo, sin decirle nada, simplemente le agarro para proceder a realizar su cometido

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Horas más tarde, despertó en un sobresaltó el hombre Bruce Banner, se encontraba en un callejón mugriento, con varios grafitis y mucha basura, estaba sin camisa, con sus pantalones semi destruidos, pero más importante, en su mano, poseía el reloj que le habían robado, con sangre de por medio.

-No puede ser...otra vez- dijo para así, agarrándose de la cabeza. Mientras lloraba en su arrepentimiento. El otro lado de su ser, había salido nuevamente en ira, encargándose, de lastimar gente. De pisotear a las personas, en un mundo de frágiles.

Hulk: La Cara AñadidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora