Capítulo 4: Desesperación.

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En alguna parte de Tatchi...

Un hombre admiraba gustosamente una gran pantalla digital, observando detenidamente todos los escenarios de las ciudades sumergidas en el caos, y en especial, como un helicóptero se había estrellado contra las montañas. Todo había salido de acuerdo a su plan; él no podía estar más orgulloso de sus acciones y, sonriendo maléficamente, observó a una mujer que parecía estar más que enfadada.

—Acaso no te hace gracia ver a todos esos agentes de pacotilla tratando de luchar... morirán en cuánto se encuentren conmigo. —comentó divertido, bebiendo de su copa de Whisky. —Ah, ya veo... te preocupa Kennedy. Escucha Ada, si tú quieres jugar como te plazca con ese agente, adelante... hazlo, te dejaré jugar, pero ya sabes que debes impedir que se fabrique la cura contra el virus C, ¿entendido? Y en cuánto a ellos...—comentó haciendo referencia a los mismos. —Irán cayendo uno a uno... Tan solo de esa forma el mundo será nuestro, querida.

—¿Qué demonios pretendes, Simmons? —preguntó seriamente Ada Wong, haciendo de notar su molestia.

—Eso no es de tu incumbencia. Tienes trabajo. —finalizó él, volviendo a observar las pantallas de los monitores.

Ella bufó, pues odiaba tener que cumplir las órdenes de un malnacido como Simmons, sin embargo, no tenía más opciones. Era obedecer o morir a manos de ese imbécil.

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Calles de Tatchi, 23:49 p.m.

Chris no podía creer lo que veía; toda la ciudad estaba completamente destruida, todos sus soldados estaban muertos, no quedaba prácticamente nada de Tatchi...

Los sobrevivientes eran unos cuántos, pero él se sentía impotente por no poder hacer nada. El daño ya causado jamás se revertiría, y aún así, no podía ni debía de rendirse, tenía que encontrar a los culpables para hacerlos pagar.

—No creí que adelantarían sus planes...—comentó un asombrado Piers, caminando por las calles de la ciudad.

—Estamos perdiendo la batalla... —agregó tristemente Chris.  —Tenemos que acabar con esto y conseguir la cura del virus C cuánto antes, de otra forma no sobreviviremos.

—Lo haremos, pero eso será cuando matemos algunos arácnidos. —el muchacho le señaló las paredes; arañas gigantes, docenas de ellas corrían por las calles. Los sonidos eran molestos, podían aturdirte en segundos...

—Ten cuidado, pueden contener veneno o  algún tipo virus. —explicó Chris y comenzó a dispararles instantáneamente.

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Avenida, 00:02 a.m.

Leon conducía tan rápido cómo podía, mientras un furgón blindado, conducido aparentemente por varias personas, le disparaban sin parar. Querían volcarlo a propósito, y sin duda alguna, él ya sabía que lo más probable era que aquellas personas estuviesen infectadas con alguna plaga.

Le faltaba una calle más para llegar, pero los neumáticos del vehículo le hicieron derrapar al grado de volcar el coche, provocando un estruendoso giro de 360 grados. Sus perseguidores bajaron del furgón, armados hasta los dientes con todo tipo de armas. El agente apenas logró musitar un lastimoso quejido, sintiendo cómo le dolía todo el cuerpo. Su mirada comenzaba a volverse muy borrosa, pero sin embargo, logró apreciar cómo unas figuras caminaban hacia él, con intenciones poco bondadosas.

«Mierda, si no hago algo van a matarme...» —se susurró a sí mismo, logrando salir forzosamente del coche patrulla. Comenzó a disparar tanto cómo pudo pero, por desgracia, eran demasiados, así que optó por una persecución a pie; lo bueno es que seguía siendo el mejor, y sobre todo, era rápido...

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