Fiesta, Luzuplay.

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NARRA Auronplay.

Luzu y yo nos conocemos desde hace años. Trabajábamos en la mismo pueblo, como héroes del pueblo de Karmaland. No fue difícil que surgiera la amistad entre nosotros, teníamos bastantes cosas en común. Excepto una en concreto que, si bien no suponía un problema, siempre deseé tener en común.

Y es que, cuando salíamos de fiesta juntos, él se perdía en los ojos de alguna chica que bailaba en la pista y yo no podía dejar de imaginar qué se sentiría siendo esa chica que consigue bailar pegada a él. Y siempre había una chica. Luzu es guapo, tiene la capacidad de que toda la ropa le quede bien y marque un cuerpo delgado y fibrado por pura genética; Luzu habla y te sientes atraído por su voz, embelesado y dispuesto a escucharle. Luzu sonríe… y no puedes más que devolverle la sonrisa.

Cuando salíamos de fiesta, él se perdía en los ojos de alguna chica y, como ya habrás adivinado, ella siempre se perdía en los ojos de él. Las envidiaba y me alegraba por él a partes iguales, mientras, en secreto, era incapaz de refrenar mi imaginación y soñaba con el día en el que Luzu me buscase a mí, bailase junto a mí, pegase su cadera a la mía y sintiese su cuerpo duro bajo la ropa pegado al mío. Soñaba, mientras mi mano agarraba mi erección palpitante, que Luzu me besaba y me mordía los labios y el cuello como había hecho con tantas delante de mí. Y nos perdíamos en algún sitio, él y yo solos, donde nos despojábamos de la ropa y nos comíamos a besos. A veces era capaz de mantener el sueño hasta el momento en el que Luzu se metía dentro de mí sin dejar de mirarme, con la firmeza y la dulzura adecuadas; otras muchas veces, no podía contener el orgasmo tanto tiempo.

Y así se mantuvo la situación incluso después de que yo cambiase de empresa. Seguíamos saliendo a tomar algo, no tanto de fiesta, para ponernos al día. Nos quejábamos del trabajo y disfrutábamos de volver a vernos aunque fuese una vez a la semana. Poco a poco, Luzu fue buscando menos los ojos de una desconocida, hasta que un día se quejó de lo mucho que hacía que no follaba.

—Pues será porque no quieres —dije con una carcajada. Luzu rio también.

­—Puede ser, pero es que me canso de ir saltando —suspiró—. Si al menos hubiera un poco de conexión con la otra persona, pero es que al final no hay nada, solo un polvo. Que está muy bien —se apresuró a añadir—, pero empiezo a querer un poco más.

No sé cómo terminó aquella conversación, pero sé que ese día fue la inflexión. Las siguientes veces que nos vimos, yo le preguntaba si había conocido a alguien, él lo negaba y tomaba un buche de cerveza resignado.

­—Es difícil conocer tías cuando no tienes tiempo.

Le tuve que dar la razón, porque yo tampoco disponía de mucho tiempo después de salir del trabajo y solía estar tan cansado, que lo último que me apetecía era ponerme a conocer más gente. Ya tenía suficiente con los amigos que tenía.

—Ah, pero ¿tú tampoco follas? Pensaba que con las apps y tal lo tendrías más fácil.

La pregunta de Luzu me pilló desprevenido. No se había interesado nunca por mi vida sexual, aunque solía señalarme si veía a algún tío guapo de fiesta que me mirase de más porque yo no solía enterarme (siempre más pendiente de él que del resto).

—Puede que lo tenga fácil. —Tamborileé sobre la mesa, pensativo—. Pero es que tampoco me apetece un polvo y ya está. Si por lo menos fuera alguien a quien conociera. Yo qué sé —dije, sin pensar demasiado y con la lengua rápida, por el poco de alcohol que había bebido—, si fuese alguien como tú que me cae bien y hay buen rollo, pues mira, pero alguien que no conozco de nada…

Se oscuro. (Karmaland4 +18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora