Réquiem.

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Podrán saber de mí, por primera y última vez.

Me verán; escribiendo toda la noche, buscando que la luz de luna se pose sobre la tinta que no ha de secar nunca, trazando una letra tras otra,
combinando palabras y, dando razón a verbos sin sentido;
Me verán organizando en mi mente las miles de ideas que durante el día susurro y en cualquier lugar escribo, notas que recuerdo y declamo más tarde;
Me verán de noche de la manera en la que nunca se me ha visto de día,
Me verán bailar con un lápiz en la mano,
Me verán cantar caligrafía,
Me verán, como nunca pensaron verme;
Me verán en medio de mi propia perfección.

Me encontrarán soñando a ojos abiertos,
Recitando poemas a labios cerrados;
Me encontrarán durmiendo en mi pensar sonámbulo y, procurarán no despertarme;
Me encontrarán entre escaso orden,
Me encontrarán en caos;
Se ocultarán de mi vista ausente de vida,
Huirán de la noche oscura y, sin quererlo,
Dejarán huellas sobre el polvo de aquel ático.

Me abandonarán en la habitación de los recuerdos no concebidos,
La habitación de los deseos no concedidos;
Recordarán su estadía en el ático de mi ansiedad, y yo; estaré viviendo el sueño inmortal, en el desván de mi sinceridad.

Encerrado, mi corazón estará, entre mi pecho y mis hombros;
Enterrado, mi cuerpo quedará, entre polvo y escombros;
Olvidado, mi existir pasará, entre llanto y asombro.

Me verán;
sin hacer nada por las tardes,
Esperando a que las horas pasen,
Esperando el preciso segundo en el que mi mente se apodere de mí,
En el que las mil maravillas que jamás soñé se vuelvan párrafos que nunca escribí; saliva que nunca gasté... misterio que siempre sentí.

En intriga;
Me encontrarán sin hacer nada por las tardes, sin buscarme, me encontrarán;
De mí dirán, y no dirán nada amable;
Y cuando no me encuentren,
Comentarán de su amor personas con las que nunca hablé, pero ellos mismos no portarán siquiera un ápice de sinceridad.

Mi alma calma, mi ira en fatiga;
Por los portadores de mentira que con mi verdad no han de enfrentarse;
Mi sangre no correrá, pero mis palabras se oirán; aunque mi boca no hable.

No me verán;
Y posiblemente ninguno me espere mañana, ni la mañana siguiente;
Cuando mi respirar se marchite,
Cuando mi corazón sea un parche,
Cuando mis ojos con sangre se manchen,
Cuando la vida con mi mortalidad se desquite... Cuando la noche se quite;
Y cuando mis palabras, tristes, con el olvido se marchen.

A todos veré;
Y con ninguno podré comunicarme,
Todos dirán conocerme,
Pocos dirán amarme;
A pocos conoceré,
Y a dos o tres amaré.

Soltaré la vida de entre mis manos,
Y las manos del recuerdo intentarán soltarme;
Mi búsqueda será otra, y con el mismo vigor que el de un muerto, al recuerdo intentaré aferrarme.

Pocos me verán caer,
Ninguno podrá levantarme.

En cuerpo podré extinguirme,
Y en alma... voy a salvarme.

Aunque de mi pasar no sepan,
Caminaré aunque no comenten,
Viviré aunque no me acepten,
Y de mi regreso no han de hablar los
que mucho hablan;
Los mismos que muy poco dicen...
Los extraños conocidos,
Con los que coincido poco,
Los mismos que mucho mienten.

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