Se supone que los sueños reflejan nuestros miedos ocultos y deseos secretos; deseos y miedos que piden a gritos nuestra atención. El sueño que tuve anoche fue tan real que incluso ahora, con la escuridad apunto de caer de nuevo, todavía hace que se me pongan los pelos de punta. Estaba sentada, apoyada contra una de las paredes de la sala del Consejo donde los mayores y Los guardianes ocultos(los protectores de nuestra sociedad) debatían las mejores opciones para garantizar nuestra supervivencia. Como todavía no había experimentado mi primera transformación, aún era aprendiz de guardiana oculta y por lo tanto no se me permitía sentarme en la mesa redonda junto a los demás. Pero lo prefería, porque así podía dejar que mi mente vagara sin que nadie se percatara de que no estaba pensando atención.
En mi sueño estaba en claro que mi pareja, Connor, y nos abrazamos con tanta fuerza que apenas podíamos respirar. La luna llena nos iluminaba.
Entonces, lóbregas nubes cubrían la luna y todo se volvia tenebroso. Todavía abrazada a él, notaba los músculos y huesos de su cuerpo contra mí. Connor se había cada vez más alto y ancho. Mis dedos estaban entrelazados en su pelo, y sentía que los mechones crecían y se espesaban. Connor me besaba, pero sus labios eran más carnosos. El beso fue más apasionado que cualquiera que me hubiera dado antes. Noté el calor que me cubría de los pies a la cabeza y entonces supe cómo tenía que sentirse una vela cuandosu abrasadora llama la derretía. Sabía que tenía que apartarme, pero me agarraba a él como si fuera a ahogarme en un mar de dudas si lo soltaba.
Poco después, las nubes comenzaron a desvanecerse y la luz de la luna volvía a iluminarnos, solo que ya no estaba en brazos de Connor. Estaba abrazándome a Rafe, besándolo, deseando que me tocara...
Me revolví incomoda en mi butaca al recordar lo desesperadamente que había deseado a Rafe. Era a Connor a quien se suponía que tenía que desear. Pero me había despertado entre una maraña de sábanas, deseosa de que Rafe volviera a acariciarme, aunque solo fuera en sueños.
Me estremecí de nuevo. Entonces noté un codazo en las costillas.
-Estate quieta ya- me susurró Brittany Reed. Estaba sentada a mi lado. Al igual que yo, pronto cumpliría los diecisiete y experimentaría su primera transformación con la próxima luna llena.
Conocía a Brittany desde la guardería. Éramos amigas, pero nunca me había sentido tan unida a ella como a Kayla, a quien había conocido el verano pasado, cuando sus padres adoptivos la habían traído al parque para que hiciera frente a su pasado. Habíamos conectado casi desde el primer momento en que nos vimos. Habíamos estado todo el año contándonos nuestras vidas por correo electrónico, mensajes y llamadas de teléfono.
Durante la última luna llena ella había descubierto que era uno de los nuestros y que Lucas Wilde era su pareja. No podía imaginarme lo aterrador que tenía que ser tener tan poco tiempo para prepararse. Nosotros, los cambiaformas, no podemos controlar la primera transformación. Cuando la luna llena se pone, nuestros cuerpos reaccionan a su llamada. En esos momentos, Kayla estaba sentada en la mesa junto a los demás.
Es solsticio de verano, el día más largo del año, es por lo general el momento en el que el mayor número de los nuestros se reúne para celebrar nuestra existencia. Pero este año una oscura amenaza se cernía sobre nosotros mientras nos hallábamos reunidos en Wolford, una aldea escondida en lo más recóndito del parque nacional (situado junto a la frontera con Canadá). Lo que otrora había sido una comunidad llena de vida, se reducía en estos momentos a unos cuantos edificios y a la enorme mansión que era hogar de los mayores que nos gobernaban. La residencia también alojaba a la mayoría de los nuestros durante la celebración del solsticio.
Siempre hemos sido una sociedad secreta. Incluso aunque hayamos vivido entre el resto de la gente, sólo revelamos nuestros verdaderos yo a los que somos como nosotros. Pero habíamos descubierto recientemente que el hermano mayor de Lucas nos había traicionado y le había hablado de nuestra existencia a alguien del mundo exterior. Ahora unos científicos que trabajaban para una compañía de investigación médica llamada Bio-Chrome estaban decididos a capturarnos Y averiguar cómo éramos o, más importante todavía, Qué era lo que hacía que nos transformaramos. Querían patentar nuestra capacidad, desarrollarla y usarla para su propio beneficio económico. Pero ser diseccionados y estudiados no entraba en nuestros planes para esas vacaciones de verano.
Aunque no había ni rastro de los científicos de Bio-Chrome desde que Lucas y Kayla escaparan de sus garras, no creíamos que fueran a renunciar tan fácilmente. Estábamos nerviosos porque podíamos percibir un enfrentamiento inminente (de la misma manera que un animal percibe que va a haber tormenta). La naturaleza había hecho que nos adaptáramos al peligro. Ese era el motivo por el que nos habíamos corrido la misma suerte que los dinosaurios.
Brittany tenía razón. Había que mantener la calma. Tenía que dejar de pensar en esa locura de sueño y prestar más atención a lo que se estaba diciendo en la mesa. Por desgracia, mientras observaba a los allí presente, mis ojos chocaron con los de Rafe. Me estaba mirando con tal intensidad que llegué a pensar que sabía di mi inquietante sueño. Sus oscuros ojos me miraron desafiantes, tentándome a correr el riesgo de que me pillaran mirándolo en vez de estar pensando en cómo protegernos de Bio-Chrome. En ese momento en particular, sin embargo, no creía que ninguno de esos científicos fuera más peligroso para mí que Rafe.
Me estaba observando con determinación. Casi podía sentir el roce de su mirada en mi piel. Sabía que tenía que apartar la vista, pero no quería perderme aquella conexión tan fuerte. Nunca antes había sentido algo tan intenso. Mi visión se volvió borrosa y las palabras de los demás comenzaron a distorsionarse, como si me hallara bajo en agua. Mi corazón latía a gran velocidad en un segundo y al siguiente se ralentizaba; estaba tan confundido como yo. Quería ponerme en pie y caminar hacia Rafe. Quería salir corriendo de la habitación
Rafe nunca hablaba mucho durante las reuniones. A decir verdad, nunca hablaba demasiado. Era el segundo de Lucas; más de acciones que de palabras. Siempre parecía que se había olvidado afeitarse, con esa barbita incipiente el la barbilla. Su pelo, abundante y listo, le caía por los hombros y era oscuro como una noche sin luna. Sus ojos eran del color del caramelo al fuego. Cuando se transformaba, era hermoso... y letal.

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⏰ Última actualización: Mar 01, 2020 ⏰

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