Ese abundante aroma a azucenas provocaba que la cabeza de la muchacha diera vueltas como una noria. Sus manos sudaban estrujándolas con impaciencia mientras que dentro de esa iglesia, todos esperaban la llegada de la novia. Lauren paseaba su vista por la infraestructura colonial deseando que ese altísimo techo cayera sobre ella partiendo cada hueso de su cuerpo y morir allí mismo. Sin embargo, el maldito lugar parecía sólido a pesar de su apariencia desgastada. Esas Azucenas… cómo se notaba que el novio del año no conocía para nada a la persona con la cual esperaba pasar el resto de su vida… a Camila no le gustaban esas flores…
- Si alguien quiere encantarme en verdad, debe regalarme rosas rojas- comentó la castaña descuidadamente y Lauren no entendió por qué esas palabras no abandonaron su mente atiborrada de otros pensamientos. Ambos caminaban por las frías calles de un New York invernal. No se habían visto en semanas. Ella y su actual novio, un renombrado periodista de “El New York Times”, habían regresado de un viaje hacia el Medio Oriente por motivos de trabajo del joven reportero, donde ambos consagraron una atracción que por algún tiempo manejaba sus actitudes. La ojiverde se había acostumbrado a que su mejor amiga estabilizara su vida compartiendo una relación seria. Hasta Ally lo había hecho con Troy, quienes se habían casado al poco tiempo de salir de la Universidad asombrando a todos.
- ¿Pero Austin no te las ha regalado?- preguntó Lauren saliendo de sus cavilaciones.
- No… creo que no ha entendido mis indirectas todavía.La muchacha sonrió. Casi maliciosamente se alegró de la personalidad despistada de ese tipo y que no supiera cómo sorprender a la mujer a su lado. Lauren no era una rompecorazones como para presumir experiencia, pero después de la Universidad había tenido suerte con las chicas. Conoció el mundo femenino en diversos ángulos, supo cómo hacerlas estremecer sin mucho esfuerzo, cómo recorrerlas, cuándo continuar, cuándo detenerse, cuándo acelerar… ese universo entre las piernas de una mujer era tan exquisito que podía arrancar placeres sólo de memoria. Las jóvenes tomaron asiento en una de las cafeterías que más frecuentaban para ponerse al tanto de los recientes sucesos de cada uno. La ojiverde aprovechó ese instante para admirarla mientras hablaba, el movimiento de sus manos, su sonrisa, sus ideas apasionantes y las locuras que la destacaba. Su mejor amiga había regresado más hermosa de lo que jamás imaginó sintiéndose afortunada de tener a su lado semejante mujer.
- Deberías hablar con él de asuntos como aquellos en vez de insinuarlos- sugirió Lauren tras un sorbo de su café negro.
- Ya habrá tiempo para eso- contestó Camila con una mirada divertida- a una mujer le gusta que la sorprendan.
- Sí, pero a veces ellos se hallamos desarmados cuando no entienden lo que queremos- la castaña se conmovió ante tal revelación y sonrió.
- Bueno, cuando se formaliza una relación como la que tendré con Austin, se necesita descubrir algunas cosas sin la necesidad de preguntarlas- la muchacha frunció el ceño dejando a un lado su taza humeante.
- ¿La que tendrás?- la castaña asintió escogiendo las palabras para luego emitirlas.
- Estamos comprometidos en matrimonio, Lauren- confesó después de un pícaro guiño hacia su mejor amiga…Al recordar ese preciso episodio, la morena no pudo más que menear la cabeza ligeramente sin poder creer lo que estaba pasando. Aún esperaba que esa catedral de mierda cayera sobre ella pero la vida se estaba encargando de que lo viviese todo, lo sintiese todo. Su maldito vestido le estrangulaba el cuerpo, pensó que su pecho, su abdomen, se habían hinchado de un dolor retorcido, un dolor asfixiante. Paseó la vista por su entorno pensando que todas las miradas estaban sobre ella, compadeciéndola, reprochándole por estar allí como una masoquista de quinta categoría. Ally, la leal, castaña quiso posar su mano sobre el hombro de la ojiverde pero no lo consiguió. Aquel semblante derrotado daba la impresión de que se rompería en mil pedazos con sólo ser tocada. Desde el altar, Dinah observaba a Lauren con ojos turbios de lastima. A la espera de la novia, la chica jugaba con el ramo de madrina entre sus manos, quería hacer algo para detener aquella locura, la voz golpeaba las paredes de su garganta deseando salir pero no podía, no debía, no era su tarea… “Por favor, Lauren… no te quedes allí, evítalo”, pensaba la joven mientras que el sacerdote tomaba lugar ordenando sus artículos religiosos sobre la blanca mesa…
El ruido proveniente de su celular despertó a Lauren de un sueño reparador. El insistente sonido en el celular la hizo sobresaltarse, lo tomo de mala gana para leer el mensaje que era de Camila. La joven desbloqueo la pantalla y lo abrió tratando de espantarse la modorra que aún la mantenía algo aturdida para leerlo:
“Lauren:
Necesito que me acompañes a la Quinta Avenida hacer unas compras. Dinah y Normani tuvieron que trabajar así que no podrán acompañarnos. Pensaba que fuésemos con Ally también, para recordar viejos tiempos. ¿Qué te parece? Te espero entonces en LV.
Un beso, Camila”
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Rosas Rojas - Camren
Fanfiction¿Cuán cierto puede ser que una noche lo cambia todo? Cuándo se despiertan nuevos sentimientos y la casualidad da un importante empujón, sólo queda probar el valor de los amantes. N/A: No es de mi Autoria es una Adptacion. La original lleva por nomb...