La luna estaba amarilla cuando Gael salió de su casa aquella noche, con lágrimas en sus ojos negros y el orgullo deshecho. Pero su corazón estaba intacto, el desprecio de sus padres no pudo alcanzar el amor que lo cubría.
Gael caminó por el arroyo, guiado por el olor de la panadería y la luz amarilla que brillaba en el agua. Cuando estuvo de frente, con el aroma de un dulce pretzel envolviendo su nariz, se sintió en calma. Tocó la puerta tres veces, y no tuvo que esperar, pues al finalizar el último toque, Mateo abrió la puerta.
"¿Qué pasó?" Mateo sintió el corazón en la garganta al ver a Gael así, como si fuese el culpable de sus lágrimas.
"¿Puedo pasar la noche aquí?" Gael sonrió como si no importase su sufrimiento, o como si jamás hubiera existido; pues estaba ahí, y siempre que Mateo abriera la puerta, no pensaría en nada más que su piel morena brillando bajo la luz de la luna amarilla.
Mateo le dejó pasar, sabiendo que sería una pérdida de tiempo el preguntar. Gael era así, una pregunta que jamás tendría respuesta.
Lo guió hasta su habitación, en donde abrieron la ventana para que la luna fuese testigo de lo innegable, de lo que el pueblo quería ignorar, de lo que los padres de Gael quisieron renegar; Mateo y Gael se amaban, se amaban tanto como se pueden amar un hombre y una mujer."Te echaron de casa, ¿no es así?"
"Dijeron que estoy confundido, dijeron que no es amor real. Dijeron que era una aberración" Respondió Mateo, cerrando los ojos.
¿Cómo Mateo podría estar confundido? Si estaba más seguro que nunca. Amaba a Gael con la intensidad de una estrella fugaz, y con la paciencia de la marea. ¿Y qué si no era amor real? Serían voces que solo el tiempo podría callar. Se negaba a pensar que el amor de sus padres era como debía ser el amor verdadero, cuando él mismo limpió los golpes en las mejillas de su madre, y tuvo que recibir en su casa a la mujer de su padre. Era un desperdicio.
"¿Y si tienen razón?" En cambio Gael tenía dudas, no respecto a lo que sentía, si no a lo que la gente decía.
Mateo entonces salió de la cama, dejando la piel desnuda de Gael sin su calor. Se acercó a la ventana abierta para que el humo de su cigarrillo no impregnara la habitación. Admirando la belleza de la luna amarilla que los observaba amorosa sin juzgarlos, algunas palabras escaparon de sus labios:
"No pueden tener razón. El amor en sí es aberrante, es cruel e injusto. Y aún así no podemos vivir sin él; no puedo vivir sin tí."
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Bajo una luna amarilla
PoetryLa luna estaba amarilla cuando Gael salió de su casa aquella noche, con lágrimas en sus ojos negros y el orgullo deshecho. Pero su corazón estaba intacto, el desprecio de sus padres no pudo alcanzar el amor que lo cubría.