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YoonGi sintió sus tímpanos casi destrozarse al oír el horrible sonido de la campana avisando la culminación de sus clases y dando paso al primero de sus dos descansos. Su profesor de investigación rúnica dejo la sala, llevándose consigo su carpeta de plástico y un pequeño computador portátil. Suspiro con cansancio, no había dormido muy bien los últimos días, apenas y tres horas el día de hoy.

YoonGi era lo más común en su aula de clases donde un sinfín de criaturas fantásticas se pavoneaban de aquí a allá. Él hacia parte de esa pequeña población humana entre todo ese caudal de excentricidad. Podría decirse que destacaba por su fuerte color de cabello rojizo, que hacia acentuar su palidez al igual que las bolsas negras bajo sus ojos al no descansar lo suficiente. Tenía pequeñas pecas adornado su rostro, desde el inicio de su pómulo derecho pasando por el puente de su nariz y finalizando en el lado izquierdo; era como si algún artista hubiese salpicado su rostro con una brocha solo en ese lugar. Sus ojos eran de un claro color miel, cubiertos bajo un gran marco de pasta negra que eran sus lentes, desde que tiene memoria ha sufrido de miopía, otro defecto más que lo hace inferior a sus demás compañeros de clase. Él era el único humano en el aula.

Guardaba sus cosas cuando una bola de papel golpeo en su cabeza y cayó frente suyo, decidió abrirla, para su mala suerte de que la bola que se suponía era de papel quemo en sus manos para posteriormente prenderse en una pequeña cosa de fuego, que se extinguió casi inmediatamente. La sorpresa hizo que se tragara todo el humo que el objeto había expulsado, haciéndole doler los pulmones. A sus espaldas fuertes risas inundaron el lugar.

Se quitó sus gafas para tallar sus ojos, que se sentían irritados. Vislumbro lo que quedo de la travesura, una pequeña capa de hollín embarrando sus apuntes. Suspiró en clara señal de derrota.

— Min. — El llamado de su nombre le hizo voltear vislumbrando al peli negro que se acercaba a pasos altivos.

Era Kim TaeHyung; un hermoso Gumiho de humo, sus pasos eran joviales y su postura demostraba el orgullo que portaba. Y no era para menos, era una de las criaturas fantásticas más únicas que existían en la faz de la tierra. Sus nueve colas de un color tan negro como la noche se balanceaban en el aire coquetas, las puntas hacían contraste con un inmaculado tono plateado. TaeHyung era una de las cosas más bonitas que los mortales ojos de YoonGi alguna vez hayan visto. Pómulos fuertes, mirada altiva, su cabello era un poco ondulado a su vez que largo con dos orejas puntudas saliendo entre este, sus ojos eran verdes, muy verdes; algo así como el color de preciosas esmeraldas, labios rosados y perfectamente proporcionales. Incluso pensaba que eran atractivos los lunares que surcaban ciertas partes de su rostro, pareciendo una bonita constelación.

Su estupor desapareció cuando el zorro de nueve colas golpeo la mesa de su puesto en un ruido sordo con la palma de su mano abierta. Salto en su asiento debido al fuerte sonido. Cuando dirigió su mirada al castaño él le sonreía con esa usual sonrisa cuadrada, dejando ver a su vez sus puntiagudos caninos.

— ¿Qué me has traído el día de hoy? Mi madre hoy no cocino nada, aunque eso ya lo deberías saber. — YoonGi trago en seco porque seguramente la respuesta no haría feliz al zorro frente a él.

— Y-yo no tengo... n-no traje... yo-.

Sus palabras quedaron en su boca cuando en un rápido movimiento su cabeza fue duramente estrellada contra la madera de su pupitre, hasta su cerebro dolió por el impacto. Sintió sus gafas crujir y supo que tendría que comprar otras... de nuevo. TaeHyung lo agarro por el cabello y enterró sus finas garras entre su cuero cabelludo, haciendo que el pelirrojo soltase un pequeño sonidito de dolor.

— No te oí, pequeña mierda inútil. Te hice una pregunta, ¿o es que acaso la estupidez arraigada por tu especie no lo comprendió? — la pregunta salió mordaz y el grupo del Gumiho se rio a pocos metros de donde él estaba siendo ultrajado.

— Yo... No lo traje. Lo siento. — Fue jalado rudamente haciéndole gruñir por el dolor, la mirada verduzca le miro sin contemplaciones para una vez más estrellar su cabeza en la dura madera. Sin quererlo respiro un poco del hollín que aún quedaba en su mesa, haciéndole toser y estornudar. Patético.

— Hasta para eso eres un completo inútil, pensé que teníamos un trato. No sirves ni para traer un poco de comida. Me había percatado que los humanos son unos completos estorbos, pero contigo lo aseguro firmemente.

Las garras se hundieron más, YoonGi pensó que iba a salir sangre. Pudo poner sus manos a tiempo en el suelo en cuanto un fuerte jalonazo lo saco de su silla, cayendo prácticamente de bruces al suelo. TaeHyung puso su fina bota encima de sus costillas, haciendo una leve presión para darle la vuelta y ahora dejar su zapato en el centro de su abdomen, quitándole un poco el aire. Los ojos verdes le miraron con una diversión maligna. Como cuando un gato juega con un pequeño ratón.

— Si esta mierda se vuelve a repetir, no solo tendrás mis garras hurgando en tu descerebrada cabeza. Dame el maldito dinero que tengas encima, ya me dio hambre y no seguiré perdiendo mi descanso en basuras como tú.

El pelirrojo hurgo rápido entre sus bolsillos, encontrando un sucio billete de mil wones todo arrugado y roto en algunas esquinas. TaeHyung chasqueo su lengua casi como si le diera asco el solo coger el billete. Lo rapo de sus manos con afán, para posteriormente darle una mirada en advertencia. YoonGi no necesitaba que le dijese algo, él lo podía intuir.

El zorro dio media vuelta, sus nueve colas ahora ondeando libremente, mientras sus compañeros le seguían, siempre detrás. Ninguno se atrevía a adelantar su paso, apenas y conseguían que caminasen junto a él.

YoonGi se quedó en esa posición, acostado en el lustroso suelo, su cabeza aun palpitando en donde las garras del Gumiho habían estado, miro a su costado y diviso el marco de sus gafas roto, supo que Taehyung las había pisado en cuanto cayó al suelo. Llevo su antebrazo a su rostro para cubrirlo cuando la lacerante humillación floreció en su pecho.

No quería llorar.

No debía hacerlo. Pero no lo pudo evitar.

Recogió con pesar el marco negro de pasta junto con unos trocitos de su lente que lastimosamente se habían roto. Las puntas de sus dedos se encontraban de un pálido tono rosado por el contacto que hizo la hoja de papel en cuanto se quemó. Los apuntes de la clase de hoy de investigación rúnica ahora era un tosco manchón negro. Con pesar recogió sus cosas y las metió desordenadamente en su maleta.

Fue al baño más cercano y al mirarse al espejo, encontró una parte de su mejilla manchada de negro, tal vez por eso en el pasillo todos lo miraban con burla y algo de asco. Llevo el agua a su rostro tratando de quitar la suciedad, sin quererlo ni pensarlo muy a fondo sus romas uñas rascaban, aunque seguramente ya no era necesario.

Cuando se irguió, efectivamente el color negruzco se había esfumado, estando ahora un color rojo, haciendo que sus pecas se notaran un poquito más café. Se siguió analizando, sus ojos claros mirando fijamente a la inútil cosa que se proyectaba. Apretó sus manos en puños y apretó sus dientes en impotencia. Fuera del baño la campana de ingreso sonó.

Las palabras de TaeHyung pululando en su cabeza.

"Eres una pequeña mierda inútil."

Sus orejas se pusieron rojas del coraje.

Esto empieza un poco tal que así. Pero descuiden, habrá tiempo para todo. 

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⏰ Última actualización: Mar 20, 2020 ⏰

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The Lord [OT7]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora