"Oye, ¿has oído hablar del temido Diablo?"
"Sí, ese con mirada vacía e imponentes ojos color carmín que con una mirada te puede llevar a la locura".
"¡Cierto, cierto! ¡Es alguien con quien no se debe jugar, se dice que puede hacerle frente a todo un ejército de ángeles"
Sí, esa era su rutina desde ese fatídico día en su ahora no tan colorido reino, escuchar constantemente los murmullos de miedo y horror hacia su hermano mayor, no era algo que soportara con mucha facilidad, incluso si ya ha vivido siglos bajo esa misma rutina, ¿pero que más podía hacer? Era un Dios, sí, pero a diferencia de su hermano, era bastante inseguro y débil, pocas veces tomaba una decisión firme en aquellos momentos, si no es por su mano derecha, el hermoso serafín de cabello nube, Komaeda Nagito, que con mucha paciencia, lo guiaba e indicaba las mejores decisiones que podía al aún joven Dios.
"Cuánto te extraño, Izuru" — murmuró con pesar mientras veía uno de los dibujos de su niñez en donde se había dibujado junto a un niño de cabellera oscura y corta, juntos a esos característicos ojos rojos que tanto le causaban dolor en ese momento con el joven Dios de cabellos castaños y ojos verdes, causándole gracia el pequeño recuerdo que se refería a las comparaciones y sorpresa que ambos gemelos generaban al ser tan contrarios y a la vez tan similares.
Si bien, era cierto qué tenia la oportunidad de ir al infierno pasa verlo, abrazarlo nuevamente y darle todo el cariño como hermano qué tanto había guardado, la fría y cruel mirada del ahora Diablo de su mundo regresaba a su cabeza, como una horrible cicatriz que se negaba a desaparecer, eso, sin contar la escena de la rubia abrazándole por la espalda mientras una sonrisa socarrona se asomaba por sus labios al haber conseguido lo que tanto quería.Tener al más poderoso y peligroso de ambos gemelos bajo sus garras.
—¿Hinata-sama? — Preguntó una voz suave detrás de él, provocando que el Dios de cabellos castaños regresara a la realidad — ¿se encuentra bien?.
—S-si, claro que sí Komaeda ¿Por qué lo preguntas? — Preguntó el más bajo de estatura para luego ponerse nervioso ante el leve puchero que había hecho el serafín de cabellos blancos ante aquella mentira.
—¿Todavía sigue pensando en su hermano?— Preguntó de golpe para así acercarse al castaño y acariciar su mejilla con su mano derecha, logrando relajar al contrario.
—Nunca puedo ocultarte algo ¿no? — Cuestionó con una sonrisa apagada mientras cerraba los ojos y disfrutaba de la caricia que se le era proporcionada — lo extraño Komaeda, lo extraño mucho — agregó sintiendo las saladas lagrimas resbalar por sus mejillas, sintiéndose agradecido de tener a al albino con él, la única creación de su hermano que no fue corrompida aquel día, aunque a veces mostraba conductas algo... Peculiares.
—Lo sé, Kamukura-sama era muy importante para usted, pero... ¿No sería buena idea intentar lo que le sugerí? — Preguntó con cautela el serafín mientras secaba las lágrimas que aún caían por las mejillas de su Dios, quien ante su pregunta, abrió los ojos con dolor y el ceño levemente fruncido al no saber qué hacer.
No era la primera vez que discutían el tema sobre bajar al infierno para ver al Diablo de ojos carmín luego de tantos años sin haberlo visto, pero siempre había un obstáculo para el castaño y era el miedo que le había agarrado a ese momento en donde el, alguna vez amable y gentil Dios de cabellos negros, se volvió un temido y poderoso Diablo sin una pizca de lo que era antes en su mirada, eso junto al hecho de conocer la diferencia de poderes en ambos se había vuelto peor de lo que ya era, provocaba enormes sentimientos encontrados en el castaño.
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Kamukura Izuru's Book
RandomHistorias, escenarios y cualquier actividad que se me ocurra sobre éste personaje de la saga Dangaronpa, uno de mis personajes favoritos de la saga. Las actualizaciones serán algo lentas por lo complejo que a veces se me hace el personaje en in...