Capítulo Único

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Nunca es tarde para conmemorar un cumpleaños ¿Verdad? hoy recordé que no tuve la oportunidad de escribirle a Kaito por su pasado cumple en noviembre y, con esta teoría en la que pensé hace poco, decidí sacar esta pequeña historia...

Continua con el canon, donde Kaito ya alcanzó sus 21 años y Uozumi tiene 25 (curiosamente las edades que cumplirían en este año)

Sin más, espero que lo disfruten.

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Kaito ya tiene 21 años y, cumpliendo una promesa hecha con anterioridad, Uozumi lo invita a un distinguido a bar por una copa...

Será la primera vez de Kaito bebiendo alcohol y Uozumi, justo como lo prometió, será su guía y compañía.

Es día de semana, el ambiente en el local es tranquilo y acogedor (ayuda mucho que no haya mucha gente) y el joven barista que los recibe es muy amable. Ambos toman asiento en la esquina de la amplia barra, uno junto al otro, y Uozumi hace el pedido que ya había notificado antes. Kaito, siempre confiando en el mayor, se mantiene en silencio indagando sobre el tipo de bebida que probará.

Kaito es una persona que encaja bastante bien en ese tipo de lugares sofisticados, es un muchacho apuesto y de cierto estatus después de todo, pero se siente un poco incómodo debido a que no está acostumbrado a ellos y por las diversas malas historias que ha escuchado. Incomodidad que, por cierto, desaparece pronto pues su compañía en esa noche es suficiente para hacerlo sentir bien... Una salida especial donde, finalmente, compartirá con la persona que le gusta una de sus aficiones, que no es otra sino el fino alcohol.

Cuando el barista se aleja para preparar su pedido, ambos se sumergen en una charla amena. Hablan del trabajo, de los estudios, de la vida diaria y también de pequeños detalles que no se comparten en cualquiera. Y Kaito está contento, le gusta mucho pasar el rato con el otro, disfrutando siempre de cada salida... Es satisfactorio tener la oportunidad de regalarse momentos así de gratos luego de trabajar duro.

A los pocos minutos la voz del barista interrumpe su conversación, su pedido ya está aquí.

-Un par de beso de fresa para los invitados.- e indica con una sonrisa cortés, insinuante a la vez, dejando las copas frente a cada uno.

Uozumi agradece, el muchacho se despide luego de una leve reverencia y Kaito se pierde en el color carmesí brillante de su propia copa. Entonces, Uozumi lo saca de su ensoñación incentivando un brindis... Las copas chocan suavemente, brindando por esa noche y todas las que están por venir, y beben.

El frío del granizado entumece al principio, pero cuando el líquido espeso llega a los labios de Kaito se torna refrescante. El sabor es dulce, bastante concentrado sin llegar a empalagar, y al degustar con lentitud el alcohol se percibe haciéndose un poco más amargo. La combinación es perfecta, ni hablar del toque cítrico que las fresas aportan pareciéndose mucho a sus batidos favoritos, y a Kaito le gusta a pesar de no estar acostumbrado a ese tipo de bebidas.

Kaito es un Tsukigami, quienes son conocidos como buenos bebedores, pero aún es joven y tiene mucho que aprender. Incluso, entre bromas, Uozumi le insinúa que seguro será mejor que él. Kaito se ríe, el calor de la bebida hace cosquillas en su pecho, y acepta el cumplido con gusto, pidiéndole que le siga enseñando.

Uozumi no menciona que eligió ese coctel considerando lo mucho que Kaito ama las fresas, pero para Kaito no es difícil de entender y en silencio lo agradece de todo corazón... Uozumi siempre ha sido muy atento cuando se trata de él, un hombre dulce oculto por una coraza que tantos tachan de amarga, que lo quiere como ninguna otra persona. Su fortuna es grande, Kaito lo sabe.

Más tarde, satisfechos con un par de copas, dejan el bar hombro a hombro. Diciembre está a un paso y el frío no perdona. Y cuando Kaito se queja del clima, sin mencionar que sus ropas no parecen del todo adecuadas, no le da a Uozumi la oportunidad de decir algo al apegarse contra su pecho, directamente a su calor.

Puede escuchar los latidos del más alto, el cómo se aceleran debido a su cercanía, y su propio corazón lo imita. Kaito no sabe si es por el alcohol en su interior, aunque sólo hayan sido dos copas de un coctel suave, pero siente tanta felicidad que le genera ansias...

Y a Uozumi se le escapa una inusual risita, luego de salir de la sorpresa inicial por supuesto, que hace vibrar el pecho en el Kaito está recostado. Luego, lo complace usando su abrigo para cubrirlos a los dos, terminando en un acogedor abrazo.

-¿Sabes, Kaito? No podemos regresar así...- menciona el mayor, suavemente con voz profunda, pero no se mueve en lo absoluto.

-Entonces... Quedémonos así.- el murmullo de Kaito se escucha a pesar de su apretado escondite, y de pronto siente un deje de vergüenza debido a su comportamiento de niño mimado. Tiene el deseo de separarse, pero Uozumi se le adelanta apretando los brazos a su alrededor.

-Está bien...- y accede, no importándole nada más que la persona entre sus brazos.

Kaito siente un fuerte golpe en su pecho, luego algunos más, y es su corazón que parece como si fuera a explotar. Se las arregla para levantar la cabeza, dirigiéndose a Uozumi, y se visualiza a sí mismo en los obres rojizos...

Y tanto siente en ese momento, tantos sentimientos y sensaciones que lo marean al igual que el licor, que gana valentía para alzarse de puntas hasta alcanzar los labios ajenos... Uniéndose, mutuamente, en un verdadero beso de fresa.

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Notas Finales: El Beso de fresa es un cóctel suave y agradable que se suele preparar en ocasiones románticas, me pareció el más ideal para esta historia no sólo por lo ligero sino principalmente por la referencia a las fresas que a Kaito tanto le gustan.

Y aquí lo tienen:

¡Gracias por leer!

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Beso de FresaWhere stories live. Discover now