No más días grises

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El agua tibia de la bañera y las lágrimas de rubio, se entremezclaban mientras frotaba su piel una y otra vez hasta dejarla tan rojiza como las marcas de quemaduras por las ataduras de plata que su cuerpo tuvo que soportar. Habían pasado 2 semanas de aquél incidente, apenas lo suficiente para aceptar que aquellas heridas, vivirían para siempre en su piel sin forma de borrarlas, ya lo había intentado y nada funcionaba. Recordaba haber pensado en Trevor en ese momento, en lo mucho que había deseando que el estuviera ahí, que lo salvara, incluso ahora, quería verlo nuevamente, entonces como si de un conjuro de tratase, escuchó la puerta del castillo abrirse, eso le dió algo de miedo, por lo que salió apurado se secó y se vistió para ver de quién de trataba.

—¿Estás aquí, Alucard? —aquella voz lo detuvo en seco antes de llegar a las escaleras centrales "no puede ser" pensó y se asomo a toda prisa.

—¿Trevor? ¿Sypha?— bajó a saludar a ambos casi sin poder creerlo, con una pequeña sonrisa cálida que albergaba algo de esperanza.

—No has cambiado nada... ¿Cómo estás? —dijo la oradora con voz calmada.

—Bueno... He estado solo desde hace ya un tiempo así queno hay mucho que contar ¿Qué hacen aquí? —su voz sonó algo vacía al inicio, incluso apurada, realmente parecía que no quería hablar de ello, sin embargo Trevor lo noto casi al instante.

—Bueno, Trevor se preocupó por ti e insistió en venir... Además para ambos ha sido mucho estos meses —Contestó la oradora con voz un poco apagada, pero recobrando su semblante lo más pronto que pudo.

—Y menos mal me preocupe por ti... ¿Qué son esas brochetas humanas de tu patio? —dijo el castaño con tu tono cancino de siempre, pero analizando cada detalle del rubio, hasta darse cuenta de una peculiar marca en su muñeca.

—Traidores... No tienen nada de especial— se apresuró a decir el Dhampir y tirar un poco de su manga para cubrir la muñeca cuando se dio cuenta de que Trevor lo veía— Me sorprende que te preocupara, Belmont. En fin ¿Cuanto tiempo se quedarán? Puedo prepararles unos cuartos y algo de cenar.

—¡Eso sería perfecto! La verdad solo pensábamos estar unos di...

—No es seguro cuánto tiempo—dijo Trevor tajante, mientras le dirigía una mirada severa a la pelirroja, rara vez veía al castaño con esa fiereza en los ojos, por lo que decidió guardar silencio.

—Ya veo... Bueno entonces les prepare unos cuartos —dijo el rubio percibiendo de inmediato la tensión entre ambos.

—¿Quieres ayuda con los cuartos? —preguntó Trevor, de una forma que denotaba que sus palabras tenían otra intención, y sin saber él por qué, Adrian accedió.

—Claro... Ven.

Mientras avanzaban por los cuartos, un nudo en la garganta del rubio aumentaba, más aún cuando pasaron cerca de los cuartos que antes eran de los que ahora ya hacían empalados en su patio.

—¿Qué te pasó en la muñeca? —dijo finalmente el castaño con voz preocupada.

—Solo un accidente con algo de plata —contestó el rubio sin siquiera verlo.

—¿Y de pura casualidad ese accidente no tendrá que ver con tu decoración de jardín?

—Ese no es tu problema, Belmont.

—Adrian se que estás enojado de que me fuera, pero... —Trevor comenzó a hablar intentando colocar su ambos sobre el hombro del menor, sin embargo este se apartó incluso antes de sentir contacto.

—¿Enojado? No ¿Abandonado? Sí... Pero supongo que era obvio —se detuvo en seco en el pasillo y esta vez si le dirigió un mirada de reojo al hablar, quería decirle la verdad, pero el mismo se detenía.

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⏰ Última actualización: Mar 06, 2020 ⏰

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