Maeve
Sábado 09/03/2019Todos los de la fiesta me voltean a ver haciéndome sentir supremamente incómoda.
¿Pero que les pasa? ¿Acaso tengo algo raro en la cara? Disimuladamente me pasó la mano por la cara pero no siento nada raro en ella, aunque igual no creo que tener algo pegado a la cara sea razón suficiente para que todos te voltean a ver.
Aunque bueno, decir todos es una gran exageración ya que hay muchos que están metidos en su propios asuntos, pero aún así las varias miradas que me observan hacen que me dé escalofríos.
Sintiéndome estúpida y aún incomoda me percato de que las miradas no solo van dirigidas a mi si no que van de aquí para allá, al otro lado de la sala, hay tantas personas por aquí y yo soy tan baja que no alcanzo a ver lo que los demás ven, pero por alguna razón en mi cabeza se va formando un nombre que tal vez tenga que ver con todo esto: James.
James es mi novio desde hace casi un año y medio, es la estrella del equipo de fútbol de nuestra escuela y fue uno de los mayores rompe corazones hasta que me conoció, se enamoró y empezamos a salir oficialmente, después de aquello no volvió a estar con otra chica que no fuera yo.
Al empezar salir muchos me advirtieron que "tuviera cuidado" como si James fuera un perro rabioso que en cualquier instante saltaría y te atacaría, pero al conocerlo realmente me di cuenta que es solo un cachorro bastante adorable. Mis amigas me dijeron que acabaría con el corazón roto, que nuestras relación no duraría más de un mes, aunque las cosas empezaron a cambiar a medida que los meses trascurian y James no parecía tener ojos para nadie más que para mí.
Observo el lugar hacía dónde todos ven y empiezo a caminar hacia allí aunque una pequeña corazonada me dice que es mejor que me quedé dónde esté, que no quiero ver lo que voy a encontrar, pero nunca llegó a seguir mis instintos, además creo que soy medio masoquista así que cualquier cosa que estuviera sucediendo ahí quería presenciarlo con mis propios ojos.
Haciendo unos movimientos un poco raros para no regar la cerveza que llevo en un vaso de vidrio en la mano por el camino (intento usar el menos plástico posible), algunas personas al ver quién soy me dejan pasar como si se murieran de ganas por ver mi reacción con aquello que ellos ya miraron, pero con otros tengo que dar un par de empujones hasta por fin llegar al otro lado de la sala donde al observar la escena me quedo congelada.
James y yo fuimos invitados a esta fiesta, la gente empezó a tomarnos como un paquete inseparable y así era, a las fiestas que iba James iba yo, a las reuniones que yo iba también venía James y así para todo, no es que por ser novios sentíamos la obligación de estar donde el otro estaba, simplemente nos apetecía estar uno al lado del otro, disfrutábamos la compañía el uno del otro, además eramos también una especie de "mejores amigos".
Aquella fiesta la organizaba uno de los muchos amigos de James: Connor, el cual era bastante simpático conmigo, aunque la mayoría de los amigos de James lo eran, decían que me querían, que era como su hermana pequeña y que era adorable. La casa de Connor era grande y la fiesta se celebraba en el piso de abajo donde había un jardín en la parte delantera bastante bonito, la sala era tres veces más grande que una sala común, al igual que la cocina, habían dos baños en la planta de abajo, además de una habitación que según Connor era para invitados y que tenía unas altas probabilidades de estar ya ocupada por alguna pareja con las hormonas al cien, por último tenía un jardín trasero dónde se encontraba una gran piscina.
La casa me resultaba familiar ya que James tenía una casa parecida en la siguiente calle, y aunque pareciera imposible era un poco más grande que está, aunque todas las casas de por aquí podrían perfectamente hacerse pasar por la misma, ya que todas tenías tres pisos, y una estructura bastante similar. Podría apostar lo que sea que todas tenían una piscina en sus patios traseros.