One shot

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Seigi salió temprano de su trabajo a medio tiempo en Étranger, claro que luego de despedirse de Richard con una suave sonrisa y un movimiento de mano en el aire.

El Sol había caído, y se escondía a medida que pasaban los minutos mientras los colores del cielo de amarillo-naranja, cambiaban a azul con violeta pálido; extraño fenómeno ¿cierto? Algo que seguía siendo hermoso de admirar. Pensó en su guapo y hermoso jefe, el cual tanto admiraba, y que con certeza sentía cosas que no tenían comparación a cuando estaba con Tonimoto-san.

Camino por la acera poco transitada, y se detuvo frente a un ventanal que mostraba nada más ni nada menos que dulces. De esos que tanto le gustan a Richard, pero que también le preocupaban por la salud del contrario. Aún recuerda la promesa que le había hecho a Richard -de prepararle un flan- y esperaba con ansias el poder hacerlo para levantarle el ánimo al otro cuando lo necesitara.

Entró al local y compró un pastel de vainilla -en forma rectangular- cubierto de frosty encima, almendras y un pedazo -cortado a la mitad- de freza y kiwi. Se lo daría mañana a Richard como agradecimiento por seguir enseñándole acerca de las preciosas gemas, y minerales que aún no conoce, pero que esta por conocer.

Al salir del local, cruzó la calle y siguió su camino para coger el tren. Antes de llegar a la estación pasó por un grupito de muchachos que supuso estaban ebrios y no sabían lo que hacían. Porque rápidamente al Seigi pasar a un lado de ellos comenzaron a silbarle, descaradamente. Seigi hizo oídos sordos y apretó el agarre en la pequeña caja que sostenía -dónde tenía el pedazo de postre- y avanzó a pasos rápidos.

Estaba agotado, y no quería discutir o mucho menos pelear con gente que no estaba en su sano juicio. Sintió un apretón en su hombro y cómo le volteaban para insertarle un puño en su mejilla. Cayó al suelo mientras sentía el dolor y calentón en su mejilla lesionada. Abrió los ojos, ya que los había cerrado por golpe, y vio con sorpresa cómo el sujeto que lo había golpeado pisoteaba la caja.

— ¡no! -gritó y sus ojos se aguaron antes de tratar de levantarse y ser agarrado de los cabellos por otro sujeto ebrio-

— ¿ya no nos ignoras o si? -carcajeó el que estaba pisoteando la caja del postre-

— suéltalo -una voz suave, pero severa que tanto reconocía habló a las espaldas de Seigi- esta vez no habrá policías

Los golpeó, y dejó en peor estado al que había golpeado a Seigi. El de cabellos azulados-púrpuras (no me juzguen), se sonrojó por la vergüenza cuando Richard, su jefe, le ayudó a levantarse.

— ¿estás bien, Seigi? -preguntó, su tono de voz seguía suave y acarició las mejillas contrarias con delicadeza- ven, deje el auto encendido

Le condujo hacia el auto y le ayudó a entrar para luego hacerlo el mismo.

— gracias, Richard -agacho la cabeza- es como un deja vu ...

— de ahora en adelante te llevaré a tu casa, no quiero excusas -abrochó su cinturón y condujo por las calles de Japón mientras su rostro se mostraba serio como de costumbre- no quiero que te pasa nada otra vez -le sujeto la mano y entrelazo sus dedos con los contrarios-

— ¿Richard? -sonrojado-

— descansa, te avisaré cuando lleguemos

Seigi pensó en el pastel y mordió sus labios con intensidad, pero justo cuando sintió el auto detenerse, sintió unos suaves y finos labios hacer presión contra los suyos.

Richard lo estaba besando...

— -parpadeo cuando el otro se alejó y detuvo su tren de pensamiento al sentir la cálida mano de Richard sobre su mejilla golpeaba- ¿r-Richard?

— no te muerdas el labio de esa forma, Seigi. Puedes sangrar -reprochó y dirigió su vista hacia el frente y siguió conduciendo- Mañana iremos a por el pastel que cómprate ¿te parece?

— -Seigi abrió los ojos y los cerró para mostrar una sonrisa apacible- sí, me gustaría -sus ojos se aguaron mientras sus mejillas se tiñeron de rosa y su pecho se comprimía-

Era extraño, pero así fue como su relación de jefe a empleado, pasó a ser algo más de pareja.

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