La llegada.

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Acabamos de llegar a casa de mi madrina o titia como la llamo yo, aunque no sé porque la llamo así. Ha sido una semana bastante horrible, desde que ha muerto mi madre, me han tenido de un lado para otro. No conocía a nadie, me trataban como si fuese un mueble al que había que cuidar porque qué casualidad estaba ''vivo'' y me sentía completamente solo. Ya no me queda nadie. Vivía con mi madre, porque mi padre nos abandonó, aunque mejor que se haya ido porque lo único que se le daba bien era gritar y pegarnos. Además, siempre olía mal y hablaba raro. Mi madre tampoco era una santa. Siempre me ha culpado de que las cosas le fueran mal, que era mejor que yo nunca hubiese existido. Era una carga para ella, porque obviamente necesitaba que alguien me cuidase. Mi madre pretendía que yo fuera completamente independiente y eso con 3 años es un poco complicado. Siempre ha querido que hiciese todo solo, de hecho, yo no creo que diese mucho trabajo. Si lo único que me ha costado es que a veces me hago pipí encima. Bueno, en realidad son bastantes, pero yo no siento que tenga que hacer pipí muchas de las veces. Y se preguntarán ¿Qué hay de malo? Pues si llevase un pañal o algo similar no pasaría nada, pero no los llevo desde que tengo 2 años porque mi madre dijo que ya era momento de ser un niño mayor y que los pañales eran para bebés. Desde entonces, todos los días me he llevado una bronca o alguna golpiza por haberme hecho pipí. Me sucedía principalmente cuando juego o me distraigo. Estoy cansado de siempre que salgo a jugar acabo con los pantalones sucios. Ahora tengo 3 años y 3 meses y sigo sin poder controlar bien. Entre que no distingo bien las ganas o que a veces es mi propio cuerpo el que asume el control...

Mi madre murió por un accidente de coche, siendo solo yo el que ha sobrevivido. Sobre mi madrina, no recuerdo la última vez que la vi. De hecho, casi no recordaba ni como era su cara, su casa ni nada de nada. Pero mientras íbamos de camino a su casa, estábamos atravesando un barrio muy bonito. Solo había casas grandes, las calles eran limpitas y parecía que era un lugar muy tranquilo.

La chica que ha cuidado de mí mientras he estado solo me llevó con mi madrina.

- Bueno, ya hemos llegado, ¿estas listo? – me pregunta la chica.

Yo solo asentí, me estaba muriendo de la vergüenza realmente e incluso podría decir que tenía algo de miedo. No recordaba como ella era. Ni nada.

Nos dirigimos hacia la puerta de la casa de mi madrina. Era una casa enorme. La parte de adelante era completamente blanca y tenía unas cristaleras grandes en la parte de adelante. Hasta la puerta había un caminito de piedras sobre el césped y estaba rodeado de árboles y hacían una especie de túnel floral. Por tener tenía hasta una fuente.

Mi madrina abrió la puerta y fue directamente a cogerme a mí. Sin embargo, yo no estaba acostumbrado a que me diesen ese afecto y mi reacción fue colocarme detrás de la chica de los servicios esenciales o eso dijo.

-Ay Diego, ya no te acuerdas de mí ¿Verdad? Bueno es normal, no te veo desde hace casi un año. – dijo mi madrina

Estuvo poniéndose al corriente rápidamente. La señora de los servicios sociales le explicó algunas cosas que no entendía, pero pude escuchar que los primeros 6 meses no vendría pero que a partir de ahí acudiría de forma periódica solo para comprobar mi situación. Dicho esto, y algunas cosas más que seguía sin entender de registro civil. La señora se tenía que ir ya.

-Bueno Diego, cuídate mucho y espero que aquí seas feliz. Estoy segura de que tu madrina te cuidará muy bien. – dijo

Se me acercó y me abrazó. Yo me dejé abrazar. Yo le había cogido cariño la verdad. Le dejó mi maleta, se volvió a despedir de mí y ahora si me quedaba con mi madrina.

Mi madrina a primera vista era una mujer alta, de pelo castaño, ojos verdes muy brillantes y se veía bastante joven. Mucho más que mi madre.

-A ver nené déjame que agarre tu maleta y la lleve dentro. Venga, pasa, pasa. – me invitó mi madrina a entrar.

Buscando a mi nueva mami.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora