CÉSAR, ANDREA, JAVIER...Y YO: UNA EXPERIENCIA VIVIDA DE CERCA- PARTE 1
Cuando entré en la escuela primaria, tuve la oportunidad de conocer a un compañero muy especial. Se llamaba César, y tenia un trastorno llamado ''autismo''. Yo no conocía el significado de esta palabra, pero aún así, César era uno de mis mejores amigos. Él se comportaba de una manera distinta a mis compañeros: daba palmas todo el rato, se levantaba y dibujaba animales en la pizarra, y le costaba más hacer los deberes y los exámenes, pero a mí me parecía un niño interesante y divertido. Me gustaba jugar con él en los patios a que un conjunto de encinas era nuestra casa secreta y vivían con nosotros todos los dinosaurios que capturábamos. Los demás compañeros no querían jugar con nosotros porque se pensaban que César era raro y estaba loco, o que se podían contagiar de algo. A mí eso me importaba poco, y seguía jugando con él. Cuando hacíamos exámenes siempre pedía al profesor que me dejara ponerme con César para ayudarle, y cuando podía, le ayudaba en todo lo posible.
César no sabía hablar muy bien, y a veces yo no le entendía, asique me lo dibujaba en un papel o me lo hacía con gestos, cosa que a mí me parecía muy divertida. Pero lo que más me gustaba de César, es que no era como los demás compañeros, y me ayudaba siempre que yo tenía problemas. Recuerdo que algunos días, César lloraba porque los compañeros se metían con él y le dejaban solo, ya que le decían que daba miedo y que no se querían contagiar. Me metí en muchas peleas por ayudarle y defenderle, pero sé que mereció la pena. Tambíen recuerdo los días en los que nos pasábamos horas con sus libros de animales, yo leía los textos y el me enseñaba los dibujos. Me sorprendía bastante que César, teniendo más problemas de aprendizaje que el resto de niños, supiera tanto de animales y sobretodo de dinosaurios. César me parecía la mejor persona del mundo. Nunca se metía con nadie a pesar de que se metieran con él, era generoso, divertido... Aunque tengo que admitir, que a veces me daba vergüenza lo que hacía César, porque se levantaba en mitad de clase a dibujar en la pizarra, a bailar, cantar...¡y no paraba de aplaudir! Pero con el tiempo fui conociendo más a César y ya no sentía vergüenza de él, sino que me sentía orgullosa y la persona mas afortunada del mundo por tener un amigo tan especial como él. Poco a poco, fui haciendo amigos nuevos, y presentándoles a César, y una vez que le conocieron de verdad, le aceptaron y ya no les daba miedo o vergüenza jugar con él. Había veces en las que me sentía un poco celosa de César, porque los profesores le ayudaban más que a mí, le consentían más cosas, los compañeros le trataban con más ''respeto''...pero en el fondo sabía que César lo necesitaba y yo no.
Pero en 3º de Primaria, me dieron la peor noticia que me habían dado en toda mi vida: me iba a cambiar de colegio, y ninguno de mis amigos vendría conmigo. ¿Qué iba a pasar con César? ¿Iba a conseguir hacer unos amigos que al igual que yo, le quisieran, aceptaran..?¿Y quién le iba a defender?
Estuve muy triste durante un tiempo, porque no volvería a ver a César, ya que el vivía en otro pueblo y solo le veía en el colegio. Hace unos meses me he enterado que ahora César va a un colegio especial y está llevando muy bien su discapacidad. Mi hermano Javier también tiene un trastorno, pero no es como la discapacidad de César, el suyo es TDAH, y le cuesta integrarse socialmente con los niños de su clase. Ahora que vivo la situación de tener en mi propia casa a una persona con barreras de diferencia y marginación, se por lo que pasaba César y su familia.
También, hace un tiempo yo tenía una vecina llamada Evelyn, que tiene una hija llamada Andrea, que tiene 15 años y tambien es discapacitada (parálisis cerebral). El parto de Evelyn duró tanto tiempo que Andrea nació con falta de oxígeno en el cerebro y ahora va a la fundación APASCOVI. Va en silla de ruedas, no puede hablar, hay que darla de comer porque se ahoga con facilidad, y necesita una tablet para poder comunicarse.
Los casos de César, Javier y Andrea, que tienen distintos tipos de trastornos, nos enseñan que también son personas, con amigos, ilusiones...pero también con barreras de diferencia y marginación. Por eso, debemos concienciarnos de promover la vocación de integridad social de estas personas que, sí, son distintas a nosotros, pero eso es lo que las hace únicas y especiales.