Cartas a Tomás que nunca leerá.

29 de mayo de 2019

Tomás:

Ya sé que no te he escrito mucho, o tal vez te escribí demasiado, solamente sin mencionar tu nombre. 

Te perdono, me perdono, nos perdono. Con esto quiero dejar ir todo, soltarlo, porque eso que me mantiene aferrada a ti, no es solamente amor o enamoramiento, es rencor y orgullo, sobre todo orgullo, porque no quiero aceptar que perdí, que me rendí. Por más que me cueste creerlo, hoy que te vi no sentí que me gustaras, aunque sabes que sueles provocar eso en mi. De hecho fue algo que nunca había sentido antes, fue un sentimiento muy bonito, de confianza y amistad, un cariño diferente que sé que siempre sentiré por ti. Por eso creo que debemos ser amigos el resto de nuestra existencia, por más infantil que suene, me rehuso a recordarte porque no planeo olvidarte.

Sé que cuando crezcamos y nos volvamos un par de adultos responsables y en vez de ser unos hippies que se quieren comer el mundo de una mordida, seremos lo que más tememos el día de hoy, estaremos de vestido y traje trabajando en una oficina, seguirás ahí, para recordarme que está bien sentir, que está bien vivir y que más que necesitarte, te quiero cerca de mi. Bien sabes que me has enseñado demasiado acerca de mi, he aprendido muchas lecciones estando a tu lado y no porque tú me las enseñes, pero porque cuando estoy contigo, todo se ve diferente, a tu lado las cosas se sienten distintas. 

Por más que me quejé, quise olvidarte y hasta deseé que nunca te hubieses topado en mi camino, hoy me doy cuenta de que no me arrepiento ni un poco de haberte conocido, de verdad me has hecho un bien que no le podría atribuir a nadie más. Soy quien soy por ti, más no para tí.