Los pasillos de la escuela son el peor lugar en el cual andar; tienes que sentir la horrenda presión de las hordas de alumnos, la sensación de ser observado, sumándole a los hedores con esencia digna de la humanidad que podías captar, dependiendo de cuál fuera el alumno que pasará muy cerca tuya. Así era la perspectiva de la delicada Kakyoin Noriaki, quién aunque fuera alta y tuviera condición física, podía sentir la horrenda maldición que era estar en los pasillos sin necesariamente estar en la estatura promedio para sentir ahogada y atrapada, sin casi ver la salida.
Último año de preparatoria, y seguía manteniendo aquella mentalidad como pensamiento formado apenas en el primer día de su primer año; la soledad no ayudaba mucho a aminorar aquel sentimiento, pero siendo una persona que simplemente no conectaba con las demás, estaba más que a gusto en su cerrada burbuja de pintora amante de las cerezas. De hecho, cargaba un lienzo de su autoría a una exposición de arte que se realizaría en el auditorio de la escuela, con algo de prisa, resintiendo lo lento que parecía el avanzar entre tantos alumnos por los pasillos, al punto de que consideró con bastante seriedad empujar a alguna que otra persona para hacerse un camino mucho más rápido a su destino.
Termino llegando de todos modos al auditorio, dejando su obra dónde su profesor le indicó, recibiendo cumplidos que ya se sabía de memoria, respecto a sus hermosas y abstractas obras, cuyos mensajes variaban, así como interpretaciones de cualquier otro pintor, estudiante, orientado en el arte. Ella se iba a retirar al patio, en su rincón, a consumir su almuerzo peculiar: Cerezas, pero fue detenida por el mismo profesor, quién le pidió amablemente que se quedará en la exposición como ayudante, temeroso de que alguien pudiese llevarse las obras, así como de terminar ahuyentando a más personas que a atraerlas al humilde evento.
La hermosa adolescente de hebras rojizas cuales rubíes en el deslumbre del carmesí, trato de negarse, pero terminó quedándose debido a que no se encontró en la posición y en el momento de decir que no; aquella decisión, encadenada con la necesidad ajena de ayuda, fue lo que terminó cambiando su vida en un giro de 360° grados, al conocerlo.
Ella sólo estaba cuidando las obras y dando explicaciones de algunos métodos en el arte abstracto para curiosos, agradeciendo el haber faltado a la clase más aburrida que pudo haber conocido: Biología, y más que nada porque ese día verían la vida marítima. Así como fue el instante de corto en el que de la nada ella se encontraba ayudando a su profesor, fue así de instantáneo el encontrar a alguien tomándole una foto a su humilde obra, usando un celular que estaba estrictamente prohibido traer en el reglamento, teniendo un delfín azulado hecho a base de cuentas como adorno; adorno que hacía total contraste con su dueño, cuyas ropas negras cuál noche, como mirada fría y afilada cuál glaciar, no daban la imagen de ser alguien fan de aquellas criaturas tan bellas traídas por las aguas del mismo mar.
Sabiendo que debía retirarle el dispositivo, se sintió mal por tener que hacer eso a alguien que podría empezando en las críticas al arte, o que fuera apreciador de los delfines en cualquier forma de representación; debía uno ser tan fan de ellos como para apreciar una obra de tal animal nadando sin rumbo en el petróleo, usando ropas militares.
Tocó su hombro con suavidad un par de veces, alzándose un poco de puntillas. La diferencia de altura no era mucha, por lo que no debía estirarse mucho para hacer aquella acción, y en consecuencia, sus miradas tan distintas, pero similares de algún modo, chocaron.
Él aprecio, por unos breves instantes, la mirada cálida, positiva, viva de la chica enfrente suyo. Justo como ella, fue capaz de contemplar los ojos fríos cuál glaciar que poseía el hombre de hebras negra; el azul de sus ojos, parecía el mismo oceano, un océano de piedra encarnado en un matiz perfecto.
— Disculpe, pero usted no puede estar usando el celular en las instalaciones. — Le dijo ella, tomando con cuidado el dicho objeto, sin dañar el delfín colgado de decoración, sonriente. Habían nervios a flote en toda su expresión, pero eso no le impidió encarar la leve molestia en el rostro del contrario.

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[Cerezas marinas] (Jotakak)
FanficJotaro no era la definición exacta de afectivo o abierto, pero Kakyoin lograba sacarle uno que otro gesto; las cerezas combinadas con la pasión marina del mar, son una droga. ✓Kakyion mujer- sólo diré eso. ✓Sin stands, alv. ✓Estan en la escuela, cra...