El ardor en mi pecho me consumía, comencé a quedarme encerrada en casa, viendo las 4 paredes de mi habitación sin ningún tipo de esperanza en mi interior, sin ganas de vivir. Toda mi alegría y mis ganas de existir se habían ido con el... Salía del instituto a mí cama y de mi cama al instituto, apenas comia, apenas dormía por pasarme las noches llorando, mis ojeras comenzaban a devorar mi cara, en ese punto parecía un cadáver viviente.
El tiempo pasó y subí de cursos, llegando a 3 de la ESO en el cual me metieron en un curso especial para que no me resultará tan difícil estudiar. En mi clase estábamos metidos los que teníamos problemas para estudiar y las personas que les suda todo y que sólo asisten a clase para perder el tiempo y no hacer nada. Mi interés por la vida era nulo, había cambiado, no era yo misma me volví una persona muy fría y más solitaria de lo que ya era, me esforzaba en intentar estudiar aún que la tristeza me comiera, pero entonces volvió a pasar lo mismo esos compañeros comenzaron otra vez a reírse de mi, aún que esta vez las cosas empezaron a caer en picado.. comenzaron a robarme mi material, los cuadernos para romper mis apuntes, esconder mi mochila, robarme el poco dinero que traía, los bolígrafos y cosas así. Las notas volvieron a aparecer en la mesa y en mi mochila [que estés en este aula no significa que estés a salvo de que nos metamos contigo] [¿Sigues pensando que vales de algo en esta vida? Si lo piensas es que no te das cuenta de lo miserable que eres]. Comencé a esconderme en el baño para conseguir algo de paz después de todo el ruido que había, las notas seguían dia a día yo no podía más me cansaba de leer las cosas que me ponían, cada vez que me veía en un espejo el asco que sentía hacia mí misma era tan grandes que empecé a dejar de comer, iba siempre con ropa grande y abrigada por el frio que sentía, mi piel se comenzo a volver grisácea y mis labios violeta, comencé a bajar y bajar de peso pero nunca llegó a ser suficiente nunca me llegaba a ver bien... La gente solo veía un cadáver andante mis huesos comenzaron a marcarse llegando a pesar 43 kilos, las clases de educación física todo el mundo me miraba con asco, en varias ocasiones llegue a desmayarme por la falta de ingesta. Mis padres al verme como mi cuerpo cada vez se consumía más y más llegaron a la determinación de ingresarme en un centro para personas con trastornos alimenticios en el cual estuve ingresada aproximadamente 3 meses hasta que recupere un peso sano. El tiempo que estuve ahí metida fueron duros me llegaron a alimentar por sonda (es un pequeño tuvo que te meten desde la nariz hasta el estómago por el cual te alimentan), no podía ir al baño sola, en el comedor tenías que comer todo lo que te ponían sin opción dejar nada, fueron muy duros esos meses. Salí del centro pesando 55 kilos y con los días volví al instituto, lo peor que pude hacer. Las cosas seguían igual, la gente pensaba que me había muerto por los 3 meses de ausencia, yo no era consciente de lo que estaba acumulando hasta que llego el día en que volví a ver las notas que tenía en la mochila. Ese día me encontraba sola en casa y decidí que no quería causar más problemas a la gente, me iba a quitar del medio, comencé a leer las cosas que me escriban y empecé a tomar un sin fin de pastillas que tenía en casa me corté en las muñecas y en los músculos, cayendo en el suelo por el dolor que sentía comencé a desvanecerme y sentir una paz que nunca había sentido. Desperté en un hospital no sabía que había pasado solo estaban mis padres llorando.
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Mi historia
Non-Fictionaquí os voy a contar mi historia con depresión, acoso y otro tipo de problemas por lo que pase.