No tengo noción del tiempo, el insomnio está acabando conmigo, otra noche sin poder dormir, se que lo empeorara pero he decidido prepararme una taza de café.
Lentamente me dirijo a la cocina, no pienso encender la luz, solo encenderé una hornilla de la estufa, seguramente la flama alumbrara un poco, minutos después el agua ya está como quiero, tomo el frasco de café delicadamente y vierto una cucharada a la taza con agua, creo que no es suficiente, agrego otra, pero me sigue pareciendo poco, en realidad busco que mi café se vea más obscuro que la noche, agrego un poco más. Mezclo.
Me dirijo hacia mi cuarto, abro la ventana.
Que extraño la luna esta oculta junto con las estrellas, observo mi taza de café y doy el primer trago.
Amargo, demasiado amargo, esto sabe horrible, sin embargo mi necesidad de tomar café le pueden al asqueroso sabor.
Veo de nuevo el cielo, creo que lloverá, pienso.
Doy el segundo trago esta amargura me hace pensar, sentir y ver las cosas de otra manera, de la manera en que algunos aseguran que es, me hace odiar la noche, odiar esta noche, el café esta tan amargo como la soledad que abunda en mi habitación, es tan amargo como pensar que la meta de la vida es la muerte y por si eso no es suficiente esta taza de café es tan desagradable como los mosquitos que zumban cerca de mis oídos.
Suspiro.
Con desprecio doy el tercer trago apenas y lo pude pasar, el café, este café provoca que me sienta tan mal que incluso podría llorar, pero es mayor la amargura, para ser específica es tan amargo como esas calles esperando ser transitadas.
Muy en el fondo disfruto de este desagradable sabor, lo sé, soy masoquista. Quiero terminarlo.
Doy un cuarto trago, mi lengua empieza a tolerarlo, eso me hace profundizar la idea de que esta taza de café, es la vida, la vida a la que quieras o no tienes que acostumbrarte, una vida amarga.
¿Qué pasa? Estoy viendo la vida pero no con mis ojos, estoy sin estar y escribo por escribir, esta noche he olvidado como darle calidad a un texto y como formar un verso, escribo sin ideas, esta noche estoy odiando escribir, ni siquiera sé porque lo estoy haciendo.
Nunca había anhelado tanto que saliera el sol, me he perdido y por la abundancia de obscuridad no me encuentro, estoy empezando a desesperarme.
Inconsciente de mis actos doy un quinto trago ¡por fin! he llegado al final, logre terminarlo.
Fue un mal momento, ahora intentare dormir, con la esperanza de que mañana olvide que decidí beberme la vida en el momento en que omití echarle azúcar a mi taza de café.
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Cafe sin azúcar
PoetryPor momentos la vida se torna diferente, amas lo que odias u odias lo que amas.