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Sonaba "Pour it up" de Rihanna en mi móvil mientras yo terminaba de retocarme el pintalabios, "eres una idiota, es un tono muy caro para acabar en una polla cualquiera" pensaba, y, es cierto. Ningún cabrón con el que iba a acabar aquella noche merecería la pena, y no me importaba lo más mínimo. Me gustaba jugar, los chicos de quita y pon, una noche y... adiós.

Mientras miraba mis preciosos rizos rojo fuego no pude evitar fijarme en la palabra que había escrito una de mis antiguas conquistas en el espejo de mi habitación, se leía perfectamente con uno de mis pintalabios granates ZORRA. Una pena eso de que se hiciera ilusiones pero, para ser sincera, lo único que me había dolido de aquella nota era el destrozo que le hizo a mi pintalabios. Ni siquiera me molesté en buscarlo para que me comprara otro, yo jamás vuelvo. Y precisamente eso buscaba esta noche, un poco de alegría por la noche y una despedida a la mañana.

Agarré unos tacones altos y negros, "simple y elegante", pensé mientras cerraba la puerta de mi apartamento. Ni siquiera me había molestado en llamar a mis amigas, no merecía la pena, el mejor bar de copas de la ciudad se encontraba a unas pocas calles de mi domicilio, y pensaba volver pronto y acompañada. 

Mientras divagaba por mi cabeza pensando en cómo sería el afortunado de esa noche, crucé los pocos metros que me separaban de mi destino. Al llegar ni siquiera tuve que pasar por la cola, "Hola guapo, no me quedaré mucho. No me vas a hacer pagar, ¿cierto?", saludé a Toni. Con una sonrisa, Toni, el guardaespaldas y gran amigo mío, me libró de una interminable fila de personas dejándome pasar sin coste alguno dentro del local.

Una vez dentro, me acerqué a la barra contoneando mis caderas al andar, lo tenía ensayado, sabía perfectamente como pasar haciéndome notar. Antes de alcanzar los taburetes ya le había echado el ojo a un par de chicos, y de esta manera empezaba mi juego favorito.

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