Por él, por ella, que ya no están

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El pasado las forzó
a quedarse atrás sin razón,
pero la sumisa comenzó
a caminar al mismo son.

Exigir estar a un lado
y codo a codo trabajar
no quedarse en casa junto al lago,
y también por su cuenta tomar
lo que quiere sin dudar.

Él, horroroso y caprichoso
sujeta el brazo de la inocencia,
estrujando y devorando el beso
que le arrebata la conciencia.

Lagrimas caen por sus mejillas,
muchos gritos piden ayuda.
El agua en sus pies se vuelven llamas,
su voz convertida, aguda
los gritos piden guerra
contra aquellos que las quiebran.

Dulces acciones comparadas con aquellas,
arrebataron de todos la paciencia.
Con sus manos tomaron por ellas,
por si mismas la justicia.

Sinicos, sin vergüenza, reclaman por una piedra;
vidas, valen mas que la madera.

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