Por: Avefenixazul
Considerada como una exitosa abogada, políglota y activista política vinculada con grupos terroristas, Nohemí prefirió, -pese a su vientre de casi ocho meses y a las complicaciones que para ella y su hijo esto pudiera traer- tomar el camino del auto exilio antes de pasar a engrosar las listas de desaparecidos
Mientras esperaba abordar, un sudor frío humedecía su espalda. Sabía de casos en que los bajaron del avión, los detuvieron y jamás volvió a saberse de ellos. Cuando el aeroplano despegó, al sentirse en el aire se sintió libre.
Su primera parada la hizo en Colombia, donde aprovechó la visita al país de un famoso ginecólogo para hacerse un chequeo a fondo. Resultado: el fantasma de la eclampsia amenazaba con su cortejo fúnebre y su danza macabra, su vida y la de su hijo que se empeñaba en nacer de pie y llevando enredado al cuello el cordón umbilical.
_Nada que no se pueda remediar con una pequeña cirugía fetal correctiva, - fue el diagnóstico médico. La cirugía prenatal fue un éxito y al poco tiempo ya pudo reanudar su viaje.
Al embarcar hacia su destino final una emoción intensa la invadió. Se sentía tranquila aunque un poco cansada, y hasta a su hijo no lo sentía tan activo como antes; pobrecito - pensó- ya no se está estrangulando. Tal vez por la excitación, su boca se llenó de saliva espesa y tuvo que correr al baño a vomitar. Se sentía cansada, pesada, llena; y recordó su niñez; las navidades: la cena, los postres y golosinas en exceso; su estómago hinchado, el dolor que solo cedía cuando su madre le ponía vela de cebo con manzanilla calentada en una cuchara y sobre este emplasto pestilente, un periódico recién planchado. Estaban tan lejanos esos días y su madre, -pensó.
Al llegar a España se alojó en casa de un contacto vinculado con grupos activistas. Al segundo día se sentía tan dolorida y enferma que la llevaron de urgencia al hospital.
A duras penas podía mantenerse en pie, el dolor llegaba en ramalazos que ensanchaban su cadera y la parte profunda de su vagina. Su pecho amenazaba con levantar el vuelo en mil pedazos; cada inhalación que llenaba sus pulmones se llevaba al salir un trozo de su voluntad ya quebrantada. Sentía odiar al pequeño ser que abultaba su útero y que a puñalada limpia pugnaba por salir. Indefensa, rebuscó entre los recovecos de su mente los brazos cálidos de su madre y con un esfuerzo de su imaginación se refugió en ellos llorando, en la corta tregua que le dejaba el dolor.
_ Su condición y la de su hijo son muy graves señora, -le dijeron- usted está al borde del ataque de eclampsia y su hijo viene de pie y tiene el cordón umbilical al rededor del cuello.
_ No puede ser doctor, en Colombia me hicieron una cirugía fetal para corregir este problema.
_ Pues no señora, este es el caso.
Inmediatamente fue internada y llevada a la sala de partos; inmersa en una nube flotante rezaba porque la serpentina sangrienta que conectaba sus vidas, no hubiera estrechado su abrazo mortal.
Estaba allí, con las piernas encaramadas en los soportes de la camilla donde yacía abierta como una vaca recién degollada; el médico introducía sus dedos pegajosos y tiesos en su vagina que lejos de tener la humedad de la pasión se revolvía con la miseria del dolor de parto. De repente, un chorro de una agua amarillenta, con grumos blanquecinos parecidos al semen acumulado en los meses de gestación saltó por los aires. Imaginó que eran ríos de agua y espuma que saliendo de su cause vaginal se regaban por la sala de partos y salían hacia las calles, las avenidas, los caminos y seguían incontenibles en su avance hasta el mar. De su ensoñación la sacó la voz del médico que ordenaba una cesárea urgente. Se sentía flotando sobre una nube lilacea, en un dulce limbo desde donde podía mirar su cuerpo que desmayado sobre la mesa, se dejaba hacer.

YOU ARE READING
EL COLECCIONISTA
Misterio / SuspensoUn científico quiere en su afán de gloria crear una nueva raza perfecta. Pero... ¿A qué costo? Y ¿Quienes son las víctimas de este espeluznante experimento?