Parte 1

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Otro día en que Lucas llegaba a su casa de mal humor. No había sido un buen día, ni una buena semana, ni un buen mes, el año había sido horroroso. Pero ese día en particular, había sido el peor. El chico había comenzado su día como siempre, a las 6 de la mañana se levantaba, desayunaba, se duchaba, se vestía y caminaba al trabajo. Luego de su jornada, volvía de la misma forma, ya que no le quedaba tan lejos. Llegaba a su departamento pasadas las 7 de la tarde. No estaba muy oscuro, depende la época del año, pero en invierno ya comenzaba a oscurecer.
Ese día Lucas llego a casa casi a las 12 de la noche. No, no se había quedado haciendo horas extras, tampoco había ido a hacer las compras. Le habían robado el celular a la salida del trabajo. Pasó varias horas en la comisaria, haciendo la denuncia y cuando llego ni siquiera se molestó en hacer algo para comer, el chico estaba enojado, desesperado, no podía pensar en comer, por lo que se fue directo a la cama y enseguida cayó dormido.
Por la mañana se despertó exaltado, con todo lo que había pasado el anterior día, olvidó poner la alarma. Suerte para el que no tenía pacientes agendados hasta la tarde y no había necesidad de aparecer por el consultorio hasta dentro de unas cuantas horas. Decidió por fin levantarse, aun con algo de sueño, se dio un largo baño y comió algo. Tenía que ir por un nuevo celular, su secretaria no lo podría contactar y esto ocasionaría una gran cantidad de desastres. Sacó su auto de la cochera del edificio y fue hasta la tienda de su compañía telefónica.
Tuvo que esperar al menos 40 minutos para ser atendido. Algo que Lucas odiaba era esperar.
-Lo siento señor pero no podemos recuperar su viejo numero- Dijo una vendedora intentando ser "simpática".
-Señorita, no está entendiendo, todos mis contactos tienen ese número, es el que uso para el trabajo- Le contesto un tanto molesto.
-No puedo hacer nada al respecto, lo siento.
-Está bien-respondió molesto, sabiendo que no podía hacer nada- Llevare el celular y el nuevo chip de todos modos.
Todo lo estaba desesperando, debía calmarse, lo mejor que se le ocurrió fue ir a trabajar, adelantar papeles mientras esperaba a sus pacientes y listo, siempre que tenía un problema solía ahogarse en trabajo.
Después de su tranquila labor como pediatra, regreso a su casa. Era sábado, había arreglado ir a un bar de la zona con unos compañeros del trabajo. Después de haber hecho todas sus tareas domésticas, asearse y arreglarse, era hora de ir a distraerse un rato. Decidió que sería mejor llevar su nuevo teléfono y colocarle el chip, por las dudas que se pasaran en alcohol y tuviera que pedir un remis.
La salida transcurrió normal, no hubo necesidad de llamar un remis, ya que solo bebió un café. Llegó algo tarde, no sabía la hora, por lo que prendió su celular. 17 llamadas pérdidas y 9 mensajes de un número desconocido.


-5 llamadas perdidas (miércoles 20:34hs)-
-¿¿¿Dónde estás??? (Miércoles 21:14hs)
-PODRIAS AL MENOS CONTESTAR????!!!?? (Jueves 10:26)
-EY ya está, solo contéstame. Estoy preocupada. (Jueves 16:03)
-3 llamadas perdidas (Jueves 19:53)-
-Estoy cansada de esto, por favorrrr. (Jueves 23:36)
-Esteban, lo siento. (Jueves 23:38)
-Solo, hazme saber que estas bien. (Viernes 00:20)
-7 llamadas perdidas (viernes 00:47)-
-Perdón, te necesito acá. (Viernes 01:03)
-2 llamadas pérdidas-
-No aguanto (viernes 01:41)
-Necesito saber algo de vos. (02:17)
Lucas veía los mensajes con atención. No entendía nada, no sabía quién era, pero podría conocer a la persona, de todos modos no tenía registrado ningún número en ese celular.
Mientras el joven miraba su celular buscando respuestas, Alexandra lloraba en un rincón del descuidado piso del balcón. La pobre estaba muy mal, se sentía perdida, extrañaba a su amigo y no podía hacer nada al respecto. Ella no sabía dónde estaba, o si estaba bien, y eso era lo que la mataba.
Esta semana había sido la más lúgubre para Alex. Esteban se había ido. La agonía de su ausencia se le hacía eterna, cada minuto que pasaba sentía como si su mundo cayera, mil punzadas al corazón la atravesaban. Ya había salido dos días seguidos a buscarlo, caminaba sin rumbo fijo esperando encontrarlo de casualidad, llevarlo a casa, prepararle un café, que se abrazaran y que todo siguiera como antes. Antes, eso era lo que retumbaba en su cabeza, si ella pudiera cambiar las cosas...

-Llamada entrante número desconocido-
Lucas debatió en su interior si contestar o no. Se sentía preocupado por lo que podría llegar a escuchar. No le gustaban las preocupaciones, usualmente les huía. En un impulso de curiosidad y valentía deslizo su dedo por la pantalla del celular, para así contestar. Lo primero que escucho fue un llanto, una mezcla de tristeza y desesperación. Decidió que lo mejor sería hablar, tal vez así calmar a la persona y entender un poco que era lo que estaba pasando.
-¿Hola? ¿Quién habla?- pregunto el chico, ignorando los llantos al otro lado.
-¿Esteban?- Lucas escucho la voz de una mujer, era evidente que se había equivocado de numero- ¿Esteban? ¿Eres tú?
-No, equivocado- contestó en un tono tajante.
-Pe-pe-ro, no puede ser, este es su nu-nu-mero, no-no puede ser- Alex lo había dicho, no tanto para Lucas, si no más para ella, necesitaba convencerse de que su amigo estaba bien, tenía que estarlo-¿Qué haces con su teléfono? ¿Dónde está Esteban?-finalizo ya al borde de la desesperación.
-lo siento señorita, no conozco a ningún Esteban, probablemente se haya equivocado de número, este lo adquirí por la mañana.
-pero, E-es-te-ban, no, no-la chica no podía contener las lágrimas, estaba alterada, confundida, ahora más que nunca necesitaba encontrarlo. Finalizó cortando, no podía soportar más escuchar otra voz que no fuera la del hombre que tanto quería.
Al notar que la chica había cortado, Lucas empezó a sentirse mal, no podía sacarse ese llanto de la cabeza, era algo horrible.
Pasaron tres días, no recibía mensajes, pero no podía dejar de pensar en eso. Tenía que hacer algo, de eso estaba seguro.

Lucas había sido llamado por la mañana para ir a la comisaria, por la denuncia del robo, la verdad no necesitaba ese celular, ya se había comprado otro, pero no, necesitaba esas fotos, eran las únicas.
Un policía lo recibió y le indico la oficina donde lo esperaban. "esto no es posible" pensó al entrar por esa puerta. Y si, la verdad que era algo incómodo encontrar un viejo amigo, después de casi 4 años, en una comisaria. "Causalidades del destino" recordó, habría dicho su madre.
-Lucas- dijo el joven oficial, evidentemente sorprendido.
-Benjamín - estaba desconcertado, estaba a tan solo 2 metros de él y aun no lo creía- ¿cuándo volviste?
-también me da gusto encontrarte, Lucas- soltó intentando ser gracioso, cosa que al otro chico le pareció lo contrario.
-lo siento, todavía no reacciono, pasó mucho tiempo-sonrió con tristeza, recordando esas épocas.
-lo sé, todavía duele, nunca dejo de pensarla-agacho la cabeza, también le pesaba-algunas veces esta en mis sueños, lástima que solo son eso.
-por eso necesito el teléfono, las ultimas fotos están ahí.
Silencio, ninguno de los dos hablaban, los recuerdos los invadían. Esteban decidió romper el silencio, hablarle del caso.
Ya se estaban despidiendo cuando paso, el celular sonó otra vez, la pantalla indicaba que era otro mensaje de aquella mujer. "Solo quiero hablar con él, no sé porque tienes su celular ni porque lo ayudas, pero quiero hablarle, ya no aguanto." Lucas miro su celular extrañado, era persistente y terca, no entendía que él ni siquiera conocía a su amigo. El chico a su lado noto como cambiaba su expresión en cuestión de segundos.
-¿pasó algo?- preguntó algo preocupado.
-no, en realidad sí. Sabes... hace unos días estoy recibiendo mensajes... no se de quien son, uno de esos días me llamo, una mujer, al parecer se equivocó al agendar el numero o algo de eso. Pero algo no me cierra, pregunta por un chico, Esteban. ¿Sabes algo? ¿Algún desaparecido?
-no debería hablar de esto contigo, no es información que pueda dar a cualquiera-eso era malo para la investigación de Lucas- pero, veré que encuentro.
-gracias, de verdad. Deberíamos mantenernos en contacto, otra vez.
-sí, creo que sería lo ideal.
Después de intercambiar números y despedirse, ambos volvieron a sus trabajos. Aunque Lucas no creía poder cumplir con lo de seguir en contacto, Benjamín abría viejas heridas que ni habían podido sanar.

Alex no paraba de pensar y la ausencia de Esteban la estaba matando, seguía sin comprender lo que pasaba y, convencida de que él lo recibiría escribió un largo mensaje:
"Desperté con la espalda adolorida. Me mire al espejo, mi cara estaba inchada por el llanto, había dormido en la ducha. Es el mejor lugar para desahogarse, no te das cuenta cuan jodida estás porque el agua va borrando tus lagrimas. Recuerdo apagar la canilla y seguir llorando sobre los azulejos envuelta en una toalla. El timbre que me despertó seguía sonando. Me lave la cara un poco y me puse el primer vestido que encontré, ni me acorde de la ropa interior. Fui hasta la puerta donde encontré una carta, tuya. Solo la tome y la deje en la mesa a un lado de la entrada. No podía abrirla, no después de todo, no después de esto, no así. Me acerqué al balcón del departamento, nos recordé mirando por ahí mientras tomábamos café y comíamos unas galletitas, recordé tu cara cubierta de migajas y mi risa, extraño reír, me extraño a mi misma, te extraño, nos extraño. Ya pasaron varias semanas en que tenía todo eso. Por favor vuelve estoy preocupada, al menos dime si estás bien".

Lucas quedó inmóvil releyendo el mensaje, no tenía idea qué hacer.
Otro mensaje sonó y un esperanzador "tengo información" se vio en la pantalla del celular. Benjamín lo citó a un café cercano para poder hablar más tranquilos.
-entonces, la chica de los mensajes no lo sabe- expresó aun desconcertado por la noticia que acababa de recibir.
-no, tengo entendido no es familiar así que no tenemos porque contactarla, la familia ya fue notificada, si ellos no le han dicho nada ha de ser por algo- el joven oficial bebió de su café y continuó- no creo que debas entrometerte en esto, quien sabe que habrá pasado entre esos dos, no los conoces, no es tu asunto.
-lo se, es solo que-de quedo pensando, la voz de la chica venia a su mente- creo que ella lo debe saber.
-si no se lo dijo la familia debe ser por algo
Los dos amigos se despidieron, ambos tenían que trabajar. Lucas no paraba de pensar, quería hacer algo, lo necesitaba.
Tomo el celular y llamo al número del cual tenía tantas llamadas y mensajes. No tardo en escucharse la voz preocupada de la muchacha...
-ESTEBAN- gritó en un halo de esperanza
-no, señorita, mi nombre es Lucas y sinceramente no conozco a su amigo, pero sé de el.
-por favor dígame que está bien-musitó con lágrimas en la boca.
-creo que sería mejor hablarlo en persona, si le parece.
-solo dígamelo, no lo haga más difícil- su llanto rompía el corazón del joven al otro lado de la llamada- necesito saber dónde está.
-señorita, insisto en que no debe escuchar esto por un celular, vive en la misma ciudad que yo, tengo entendido, dígame un lugar que le quede cómodo y yo mismo iré a aclarar sus dudas.
Sentía como su corazón se rompía cada vez más así que solo asintió, ya no podía hacer nada a lo que respondió con la voz quebradiza:
-vaya a la plaza junto al teatro.
-está bien la veré en cuanto llegue.
Solo había un teatro en la ciudad así que era sencillo ubicar la plaza junto al mismo. Era mediodía no había nadie cuando Alexandra aún sin entender llego al lugar, se sentó en una de las bancas y miro un punto fijo, con la mirada perdida, así por quien sabe cuantos minutos hasta que un extraño de aclaro la voz. Levantó la vista para ver un hombre alto y castaño de veintitantos, no supo qué decir. Lucas volvió a presentarse, nuevamente, esperando esta vez obtener respuesta.
-hola, mi nombre es Lucas, ¿tu eres quien me ha estado mandando mensajes, verdad?
La chica titubeó aun desconcertada, a lo que solo asintió nerviosa con la cabeza, logró pronunciar su nombre
-Alexandra
-está bien, Alexandra- miro a los ojos café de la chica tratando de buscar las palabras para explicar todo lo que sabía- me robaron el celular y lo cambié- solo pudo decir.
-¿y eso que tiene que ver?¿porque tienes el suyo?
- es que- parecía que no sabía hablar- me robaron el celular y cuando fui a comprar uno nuevo dijeron que no podían restablecer a mi antiguo número, me dieron otro, al que estuviste marcando.
-Eso es imposible, ese número es de Esteban-dijo convencida, negando lo que temía.
-tengo un amigo que trabaja en la policía, le pregunté sobre el asunto-estaba nervioso porque bien sabía no era nadie para decirle lo que iba a decir- el número fue dado de baja días atrás de que yo lo consiguiera, los padres de tu amigo se encargaron. Alexandra...-no sabía cómo decirlo- el tuvo un accidente, chocó en su auto...-tenia que decirlo, la mirada expectante de su acompañante cada vez era más intensa- el murió-soltó.
Alex estaba inmóvil, no sabía qué decir, quería creer que era mentira pero algo en su interior sabía que no. Se paró del banco donde estaba sentada para luego voltear a ver de nuevo al castaño, sin decir nada este se paró y la abrazó instintivamente. la chica no opuso resistencia hasta pasado unos cuantos segundos cuando se separó lentamente.
-¿porque un extraño sabe más de mi novio que yo?- rompió nuevamente en llanto- debo ir a casa, gracias por aclarar todo.
Lucas no supo que responder para cuando la joven ya había cruzado la calle y subía a unos departamentos, supuso vivía ahí.
Emprendió camino a casa y cuando llegó recibió un llamado del trabajo, su secretaria, la cual compartía con otros médicos de la clínica había renunciado tras un "altercado" con uno de sus compañeros. Tendría que encargarse de administrar los turnos y consultas al menos hasta que encontraran un reemplazo. Últimamente todas las llamadas venían con problemas.

Pasaron varias semanas y no sabía nada de aquella chica, sentía una extraña preocupación, intento llamarla pero no contestó, tenía miedo, no la conocía pero se sentía de algún modo responsable por ella. Tomo el coche y fue directamente al que creía era su departamento. En la entrada vio varios botones, apretó el primero sin saber cual sería, atendió una mujer y al explicarle a quien buscaba esta le mencionó que era el departamento 3B, prosiguió a tocar dicho botón a lo que respondió con la misma voz alterada de siempre:
-ya les dije que me den una semana más y pagaré la renta -espeto furiosa.
-Alexandra, soy Lucas.
No volvió a escuchar nada y pasados unos minutos cuando ya estaba algo inquieto la puerta se abrió dejando ver a la misma joven con una bata celeste y pantuflas.
-yo, solo quería saber cómo estabas.
-¿por que? Ni me conoces porque te preocuparías- escupió
-lo-lo se es que pensé que- no sabía qué decir realmente, el no era nadie para ella y eso era cierto- quiero ayudarte.
-Santos cielos, ahora soy el caso de caridad de un hombre con crisis de los 40 adelantada, hazte un favor y ya no te "preocupes por mi"- esto ultimo lo dijo con cierto sarcasmo- y ve a ayudar a los desamparados y sin hogar o algo más heroico.
Lucas la miro desconcertado, tenía algo de razón no era NADIE.
-escúchame, me voy a preocupar por ti lo que se me antoje, no puedes prohibirme eso, lo hubieras pensado antes de llenar mi celular de mensajes. Así que si, soy alguien para preocuparme por ti-dijo convencido aun sabiendo que había sido duro
-yo- no sabía qué decir, nadie se preocupaba por ella, era algo ya normal tener que arreglárselas sola- disculpa, pero no necesito ayuda- se limitó a decir.
- algo me dice que si necesitas ayuda, ¿o que fue ese grito de hace un rato?- haciendo referencia a su problema de vivienda.
- no tengo que darte explicaciones
-lo se, pero quiero ayudarte y no puedo si no me dices.
-¿quien eres un Rey Mago o algo así? ¡¿Me traerás a mi empleo, el dinero del alquiler O A MI NOVIO DEVUELTA?!- sus ojos estaban llenos de lágrimas, no entendía porque ese extraño la quería ayudar, lo veía extraño y no necesitaba la lastima ajena.
-Alexandra... lo siento, no puedo traerlo de vuelta, nadie puede, pero puedo ayudarte con lo otro... verás, no sé qué hacías en tu anterior trabajo pero tengo uno para ti si deseas, el salario es suficiente para cubrir un alquiler y demás gastos- capto la atención de la joven que todavía tenía unas lágrimas en el rostro.
-no sé qué clase de trabajo quieres que haga, no soy esa clase de mujer- espetó sin saber.
-¡Por favor! Jamás me atrevería a hacer tal insinuación, lo siento si no aclare en qué consistía, es como secretaria, en una clínica.
-ah, lo siento es que... no estoy acostumbrada a las oportunidades, Gracias me gustaría aceptar el puesto.
-bien, ya está hecho, podrás empezar mañana si así lo deseas, aquí están los datos de la clínica-saco una tarjeta de su bolsillo- diles que yo te recomendé y te dirán todo lo que necesitas saber-2x1 solucionando problemas bien hecho Lucas hasta conseguiste secretaria.


Hoy iba a ser un día importante para Alex, era su primer día en su nuevo trabajo y aunque estaba dolida tenía que hacer algo o quedaría en la calle. Ya la habían despedido de su anterior empleo por pasar semanas ausentada sin justificación, a fin de cuentas no puedes pedir días libres en tu trabajo para preocuparte y llorar por la desaparición de tu amigo, y después enterarte de su muerte. Nadie considera darte días para eso. Nadie considera que los adultos también merecen tiempo de llorar. Pausar sus vidas y tan solo desahogarse. A fin de cuentas un trabajo como el de Alex, como cajera solo era algo "momentáneo", no era su sueño.
Hoy se había levantado bien, mejor que los días anteriores. Aún estaba mal pero siempre fue una persona terca y estaba convencida que debía seguir adelante y aprovechar esta oportunidad. Hoy sería un día importante.
Lucas se levantó con una sonrisa, había dormido bien, hacía mucho no lo hacía debido a sus constantes pesadillas. Sobrevivía los días a café y con suerte 4 horas de sueño por la noche. Esa mañana fue rutinaria hasta entrar al trabajo. Una cara nueva. Alexandra, se veía bien, no parecía tan mal como en sus anteriores encuentros. parecía algo confundida revisando unas agendas, decidió acercarse.
-Veo que tengo nueva secretaría-sonrío complacido .
-así es-espeto con una sonrisa- Gracias, perdón si lo trate mal antes, no sabe cuanto agradezco la oportunidad.
Había sonreído y Lucas lo presenció. Se quedo mudo. Nunca la había visto sonreír, tenía una sonrisa hermosa de eso no había dudas, era una lastima que la guardara por tanto tiempo.
-no fue nada, si necesitas algo solo avísame, estoy en el consultorio de aquí al lado- hizo un ademán con la mano dispuesto a irse.
-oye!- lo llamo para que no se fuera y una idea impulsiva salió de su boca- si quieres podemos almorzar juntos- estaba nerviosa ante el silencio- si quieres... es solo que no conozco a nadie y sería agradable tener una cara amigable en este nuevo lío- sonrío algo nerviosa.
-si-si me encantaría, paso por ti a eso de las 12, no te preocupes si se me hace un poco tarde, suelo retrasarme, no veo el reloj, soy un asco administrando mis horarios-rio nervioso- pero te aseguro que vendré y almorzaremos juntos.
-me parece bien, y no te preocupes, ahora me tienes a mi para organizar tus horarios- señalo la agenda que tenía en sus manos y le guiño un ojo amigablemente.
La mañana fue normal, Lucas no tuvo muchos pacientes. Ese día en particular si le hizo caso al reloj, estaba impaciente por el almuerzo. Ya eran las 11:47 cuando no resistió y salió de su consultorio y la vio.
-hola-dijo amablemente
-ah hola, no te esperaba, ósea si te esperaba, no es que me hubiera olvidado, solo que como dijiste lo de los horarios no pensé que vendrías tan temprano jajaja- rio nerviosa, ante la incómoda situación.
-eh si, solo que hoy no tuve muchos pacientes y termine antes, ¿ya estás lista?-indago.
-si, todo en orden.
Se dispusieron a caminar en silencio hacia un restaurant junto al hospital. Al sentarse eligieron una mesa junto a la ventana y ambos pidieron la comida. Había algo especial en ellos, parecían conocerse de toda la vida, se entendieron al instante y el almuerzo se prolongó un poco más de lo esperado.
-¿que hoy es?-hablo preocupada pero más lo dijo para ella que para su acompañante, miro el reloj 14:06- ¡en 9 minutos tienes un paciente!, ¡diablos! Mi primer día y ya soy la peor secretaria del mundo.
-No es tu culpa-dijo entre risas- o si, algo eres pésima secretaria pero fue bueno charlar así, vamos pagaré la cuenta y nos vamos.
Después de que Alex se negara a dejarlo pagar por todo , termino accediendo,no le quedó otra ya que cada vez era más tarde para el turno y cada minuto contaba, al menos en su mente perfeccionista así era.
Caminaron nuevamente al hospital.
-ves, el paciente ni ha llegado- dijo el tratando de hacerla reír.
-es pura suerte, no me confiare de eso la próxima.
-¿la próxima?
-si vas a ser alguien en mi vida es hora de que te acostumbres a almorzar conmigo ¿no?
-eres un caso único, ayer mi querías verme la cara- expresó divertido

Los días pasaron con normalidad, Alex ya le había tomado el ritmo al trabajo y era buena en el.
Pero hoy, hoy no sería un buen día. Hoy Alex falto al trabajo sin excusarse, Lucas lo vio extraño así que al salir decidió pasar a verla. Toco el botón correspondiente pero no respondió. Por suerte un vecino iba a entrar.
-disculpa mi novia se durmió y olvide mis llaves adentro del departamento-mintió
-oh claro pasa- dijo el amable señor
Subió las escaleras de aquel edificio directo al 3B donde tocó la puerta repetidas veces hasta que se abrió dejando ver a la joven. Reconocía esa expresión vacía en su rostro, había estado llorando. Sin decir nada la abrazo fuertemente, sostuvo su cabeza y se limitó a decir:
- aquí me tienes.

Los dos se encontraban en el sillón, el seguía abrazándola y acariciaba su pelo de a ratos.
Fue entonces cuando Alex habló:
- Esteban y yo nos conocimos trabajando en el supermercado, ambos trabajábamos como cajeros. Me contó que venía de España, su familia tenía una gran empresa y querían que él "continuara el legado", él quería otra vida, le gustaba cantar, tenía una voz hermosa. Vino a Argentina con la esperanza de comenzar de cero, de realizar sus sueños y dirigir su vida. Llego con algunos ahorros y no le quedo otra que conseguir un trabajo "momentáneo" como todos decimos, con eso lograba pagar sus gastos pero le surgió una oportunidad, consiguió entrar en una academia de música importante, costosa. Sabía que yo estaba pasando por cosas similares, ya sabes, trabajar para vivir y estudiar, aunque en ese entonces había dejado la carrera "momentáneamente", no podía con todo. Me propuso compartir un departamento y así reducir gastos, ambos podríamos estudiar. El empezó la academia, yo solo me dedique a trabajar. Era una persona maravillosa. Ya hacía tiempo las cosas se habían tornado serias y empezamos un noviazgo- su voz empezó a quebrarse- un día me dijo que lo habían sacado de la academia, decían que "no tenía lo que se necesitaba", eso lo deprimió bastante, estaba de mal humor, comenzó a beber, ya no era el mismo. Peleábamos seguido. Decidió volver a España, "ya probé que soy un fracasado y que no sirvo ni como corista, papá tenía razón, volveré a la empresa con el" discutimos, rompimos y el se fue- empezó a llorar- me comuniqué hace tiempo con su familia, ya sabes la que ni se molestó en decirme que había muerto, nadie quiso hablarme, hasta que su hermana me llamó. Ayer. Me contó que al volver empezó en la empresa y seguía bebiendo, ya no lo escuchaba ni cantar en la ducha. Una noche salió ebrio en su auto, chocó contra un árbol. Así fue como pasó todo. Vivió toda su vida sintiéndose un inútil, un fracasado, ningún esfuerzo le fue suficiente.
Lucas se quedó inmóvil sin saber qué decirle, la apretó con más fuerza mientras ella solo lloraba.

Se quedaron dormidos sin darse cuenta, era domingo, por suerte y ninguno tendría que trabajar. Lucas despertó algo adolorido y noto que su protegida no estaba, pero se sintió más tranquilo al escuchar el sonido de la ducha, "esta bien" pensó para sus adentros.
Salió envuelta en una bata, aún parecía afectada. Espero unos minutos y esta apareció ya vestida.
-perdón me quede dormido.
-está bien, gracias por escucharme ayer, eres un santo-aseguro la chica aún con una mueca de tristeza.
Lucas no pudo evitar sentir culpa, no era ningún santo, sino no hubiera hecho las cosas que hizo.
-debería irme.
-no, quédate, si quieres.
-no soy un santo Alexandra.
Lo miro confundida
-Está bien no necesito que lo seas, solo necesito a mi amigo.
No opuso resistencia, se quedaron todo el día ahí,

AlexWhere stories live. Discover now